Estreno teatral

"Trataremos de hacer nuestro puto Chéjov"

Julio Manrique dirige su versión de 'La gaviota' para inaugurar su etapa en el Teatre Lliure

BarcelonaEl primer espectáculo del nuevo director de un teatro es siempre interpretado como una declaración de principios. Y el de Julio Manrique será una versión contemporánea de un clásico de Anton Chéjov (1860-1904), La gaviota. "Es una obra que reflexiona sobre el teatro desde el escenario, que habla del pánico con el que te enfrentas, de los monstruos que debes tumbar para seguir adelante y de la enorme fragilidad que sentimos la gente que nos dedicamos a los oficios artísticos. Es muy emocionante", explica.

Quizá por eso se ha rodeado de sus colaboradores habituales: una escenografía de Lluc Castells que promete ser impactante, la versión que ha escrito con Cristina Genebat y Marc Artigau, y un reparto cómplice con diez intérpretes, que son David Selvas, Andrew Tarbet, David Verdaguer, Xavier Ricart, Adeline Flaun y los más jóvenes Clara de Ramon, Marc Bosch, Nil Cardoner y Daniela Brown. Se estrenará el 3 de octubre y estará un mes en cartel.

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Una versión contemporánea

La gaviota se estrenó en 1896. Fue el primer gran fracaso de Chéjov y, a los dos años, su primer gran éxito. "Es una obra que habla de formas nuevas y viejas. De la necesidad de renovación y de resistencias. Chéjov estaba generando un movimiento nuevo que influiría todo el siglo XX y nos llegaría hasta hoy. Sigue siendo tan fuerte y elocuente como cuando se estrenó ", asegura Manrique. Los dramaturgos han querido coger su esencia y la han reescrito de arriba abajo para acercar la obra al hoy, "para que reconozcamos a los personajes y nos haga de espejo".

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"Cuando una función atraviesa el tiempo significa que de lo que está hablando es a la esencia del ser humano, por eso es un clásico, pero necesitamos palabras, vínculos, contextos diferentes para conectar", dice Genebat . "El propio Chéjov decía que sólo podemos cambiar las cosas si como capaces de mirarnos a nosotros mismos", añade el director. "Trataremos de hacer nuestro puto Chéjov", suelta Manrique tras mostrar el trailer del espectáculo, en el que se ve a Nil Cardoner gritando este reproche. "Las personas infelices pueden volverse muy peligrosas para los demás", dice el director parafraseando al autor ruso.

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Cardoner interpreta a Konstantin, un joven actor que se acerca a un grupo de gente de teatro, entre ellos su madre Irina, una actriz consagrada, y pretende hacerles un alegato a través del arte. Pero le interrumpen, y su gesto provocador queda en vilo. Manrique se enfrenta por tercera vez a Chéjov, con La gaviota, después de dirigir Las tres hermanas y de interpretar Vania: "Creo que esta vez he entendido por qué el autor llama comedia sus obras pese a que producen un desasosiego extraordinario", afirma.

El choque generacional

Uno de los temas clave de la obra es el conflicto generacional entre los que tienen un estatus acomodado y los que "hacen el oficio con mayor ilusión que miedo", dice David Verdaguer. "Es necesario mucho valor para salir a hacer este oficio. Es verdad que se pasa miedo, y con los años tienes más porque eres más consciente de ti mismo, pero también tienes más recursos para enfrentarte –afirma Manrique–. En ese oficio hay narcisismo y egoísmo, y hay valor y generosidad, todo mezclado; La gaviota está la mirada compasiva y empática del médico y la mirada fría y cruda del cirujano".

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Los actores han debatido mucho sobre el tapón generacional y sobre los puentes generacionales. "Vivimos unos tiempos en los que la compasión no está de moda, y es importante acercarnos a las personas", opina Genebat. "El tapón generacional es sistémico, y pasa en todas partes, porque se enmarca en un contexto de precariedad y de falta de oportunidades", apunta Selvas. "Todos hemos 20 años y hemos juzgado con dureza el trabajo de los demás, y hemos pensado que lo que hacían los mayores era una mierda. Con los años te vuelves menos rígido, al tiempo que es bueno que los jóvenes quieran hacerlo de otra manera", dice Manrique.

David Selvas –que dirigió una versión de La gaviota en el 2010, como Rigola en el 2020, como una decena de teatros europeos esta temporada– está convencido de que la propuesta de Manrique se inscribirá en la lista de espectáculos icónicos del teatro: "Creo que será La gaviota del Lliure, tiene la marca de la casa". De momento los espectadores le han dado su aval con 3.000 abonos vendidos, récord histórico de la sala.