300 días al año dentro del agua para hacer realidad tus sueños
El catalán Florian Trittel forma parte del equipo español de SailGP, la 'Fórmula 1' de la vela, y aspira a medalla en los Juegos Olímpicos
BarcelonaVer navegar un barco F50 no es una experiencia que se olvide. Más que navegar, vuelan, se levantan unos palmos del agua. Desde hace cuatro años existe un campeonato mundial de vela que "es como la Fórmula 1, pero en el mar", según explica Florian Trittel (Münsterlingen, Suiza, 1994). Barcos muy similares a los que estos días ya entrenan en Barcelona para la Copa América, pero en este caso en una competición en la que no debes esperar un puñado de años para verlos. Cada temporada, el mundial de SailGP vive diferentes pruebas y hace poco por primera vez el barco español logró ganar una en Estados Unidos. Florian estaba a bordo, claro.
Un nuevo éxito en la carrera de este navegante catalán, miembro del CN el Ballís de Sant Andreu de Llavaneres, nacido en Suiza e hijo de alemanes que vinieron a vivir a la costa catalana con el amor por la vela ya en la sangre. "Mi abuelo y mi padre ya navegaban en Alemania. Yo era un niño y ya estaba en el agua", explica al ARA un hombre que ha hecho de todo, en el mar. Ha navegado con optimist, windsurf, el kitesurf, la clase 49er (dos tripulantes) y el Nacra 17. Con esta última disciplina, con un formato mixto a bordo, fue olímpico en los Juegos de Tokio del 2021, cuando Trittel y la canaria Tara Pacheco fueron sextos y quedaron cerca de las medallas. Ahora ha vuelto al 49º y está vigente campeón de Europa haciendo pareja con Diego Botín. "El reto es ganar medalla en los Juegos de París", suelta con calma.
Con 18 años se marchó a vivir a Tarifa, ya que la costa gaditana es ideal para la práctica del kitesurf, disciplina que Trittel confiaba en que fuera olímpica en el 2020. Se había dicho que este deporte, donde una gran cometa te arrastra por las ondas, sería olímpico, pero los organizadores lo descartaron en el último momento. Floiran pudo estar en los Juegos de Japón apostando por participar en la modalidad de Nacra 17. "Ser olímpico siempre ha sido un sueño, ahora quiero medallas", dice un hombre que estudió administración y dirección de empresas. Después de varios años en Tarifa, regresó a Barcelona, donde creó su negocio, Flying Sardine, una empresa que fabrica foils (alerones) de kitesurf. "Cada año paso 300 días en el agua, navegando", admite un navegante que lo sabe todo, de los alerones. De hecho, su trabajo arriba del barco español F50 es controlar el foil rígido que permite que estos barcos vuelen por encima del agua. "Yo soy el trimmer de ala, que es la vela grande, pero en este caso es como un ala de un avión Airbus 380 rígida. Se mueve con unos flaps y básicamente lo que hago es dar gas en el barco. Es como el pedal del gas de un coche, ya que la vela te da la propulsión para avanzar", explica. Los F50 casi pueden llegar a los 100 kilómetros por hora. "Cuando estás arriba es cómo volar, estás en una nube" sonríe el Florian.
La competición fue creada por el empresario estadounidense Lawrence J. Ellison y el neozelandés Russell Coutts tras la derrota del equipo de Ellison, el Oracle Team USA, en la Copa América del 2017. La idea era potenciar el uso de los catamaranes F50 en competición anual, un torneo en el que todos los barcos son exactamente iguales para todos los equipos. De hecho, son propiedad de la organización, que les ceden a los equipos, que deben representar a un país. "El primer año se notó la diferencia de nivel, pero hemos ido ajustando el equipo y mejorando. El objetivo es ser competitivo y estar en las finales esta temporada. Teníamos el sueño de ganar un gran premio, pero nunca habríamos dicho que vendría tan pronto", razona Trittel. Con barcos iguales para todos, lo que marca las diferencias en la competición es la tripulación.
Todo empezó hace tres años, cuando con Sergi Pi siguieron el inicio de esta competición: "Nos dijimos que esto es el sueño de cualquier regatista. Es la Fórmula 1 del mar y nosotros queríamos estar allí. Y nada, fuimos a ver al Russell, que es el CEO, al Russell Coutts, en la gran final de la primera temporada, en Marsella, le llamamos y le invitamos a cenar, y cuando el equipo chino cayó de la competición, nos ofreció entrar. Nosotros somos muy competitivos y también estamos ocupados con las campañas olímpicas, pero soñamos con poder ser campeones al final de temporada alguna vez", dice Florian.
Un marinero que en las últimas semanas no ha parado quieto, ya que ha participado en los test preolímpicos organizados hace pocas semanas en Marsella, puerto que será la sede de la vela en el verano del 2024, haciendo pareja en el 49º con el cántabro Diego Botín. Y sin apenas tiempo para descansar, cruzaron el mundo para competir en California en una prueba del Mundial de SailGP con el equipo estatal. Y por primera vez, ganaron. Los dos primeros Mundiales los han ganado los australianos, por delante de los japoneses. Barcos que, por primera vez, terminaron por detrás suyo.
Encima del F50 también está su compañero en la aventura olímpica, Diego Botín, lo que ayuda a compaginar dos sueños, el olímpico y aquel de SailGP. "En el 49er también soy el encargado de la vela, donde hay que hacerlo con las manos y cuerdas, mientras que en el F50 tienes una palanca, como uno joystick, y es todo hidráulico", explica de forma didáctica y con pasión, con el convencimiento de que si se explica bien, la vela anima. "La vela hasta ahora ha sido un producto que ha sido difícil de vender, No es el fútbol, eso por supuesto. Pero esa competición es un buen producto. La gente lo ve, dice, ostras, esto es increíble. Uno de los objetivos del SailGP y también de nuestro equipo es acercar la vela a todo el mundo", añade. De momento, en el calendario hay una cita en el estado, en Cádiz, pero Florian sueña con tener una en casa, en Barcelona: Quién sabe si aprovechando el impacto de la Copa América: "Sería una oportunidad muy grande para Cataluña y para la costa catalana". De hecho, Trittel admite que le haría ilusión que alguna vez la vela estatal presente un barco para participar en la Copa América, algo que solo ha ocurrido en el 2007. "Y me gustaría estar a bordo, claro", concluye.