Agonía azulgrana en la Liga de Campeones (3-3)
Castigado por los errores en defensa, el Barça empata con el Inter gracias a dos goles de Lewandowski pero queda virtualmente eliminado
BarcelonaTenía que ser una de esas noches europeas para recordar y acabó con el Barça oyendo repicar las campanadas a muerte en la Champions (3-3). Maldita competición, tan deseada y tan cruel con el Barça, últimamente. El sueño de la Liga de Campeones sigue vivo, pero con un escenario demasiado complicado, puesto que al Inter le bastará derrotando al Viktoria Plzen para clasificarse. Castigado por una defensa que se agrietó por la mitad, si el Barça sigue con un hilo de vida es gracias a Lewandowski, que no se rindió en ningún momento, con dos goles salvadores. Y Ter Stegen, que se inventó dos paradas al final cuando el Inter parecía que todavía podría hacer más honda la herida. Fue, pues, una noche para olvidar, que casi sirve como epitafio de la larga y triunfante carrera de un Piqué fuera de forma. El equipo, demasiado nervioso, no supo convertir las ideas que tenía en hechos. Menos mal del polaco. Gracias a él hay que poner cirios y velas a los checos.
Más allá de las tácticas, las bases de datos y las flechas para explicar el juego, el fútbol sigue jugándose con el corazón. Lo juegan personas. En las noches grandes, el estadio se transforma en un ser vivo, que late, disfrutando y sufriendo. Y sobre el césped, los futbolistas se enfrentan a sus fantasmas. Cuesta no ponerse nervioso en días como estos, pero hay que hacerlo. El Inter, de hecho, mantuvo la calma. Recibió un gol, un golpe duro y seco en la barriga. Pero se levantó, supo sufrir y en 15 minutos trágicos después del descanso envió al rincón de pensar a un Barça que todavía tiene que aprender muchas cosas. Consciente de que era uno de esos días en los que fallar estaba prohibido, el Barça jugó con el corazón, pero cometió muchos errores. No conseguía transformar en hechos un plan bien trabajado. Xavi, de hecho, había demostrado ser un alumno aplicado. Aprendió de los errores del partido de Milán, tomando decisiones que ayudaron a sus hombres en la primera parte. Raphinha recibió en herencia la banda derecha, conectando con un Sergi Roberto renacido. El caso del de Reus es especialmente bonito. No hace tanto parecía condenado a hacer las maletas para marcharse lejos y, de repente, se encontraba jugando de nuevo un duelo europeo de primer nivel. Además, Xavi supo potenciar sus virtudes. Sergi Roberto siempre había sido un jugador del medio del campo, hasta que acabó de lateral. Xavi, sin embargo, le dio los pasillos interiores que generaba Raphinha. Y así llegó el gol que parecía convertir el estadio en una fiesta.
El gol lo cocinaron Sergi Roberto y Raphinha, pero lo hizo Dembélé, cruzando toda el área. Escondido en la izquierda, el francés es un hombre de extremos. En Milán tocó más de 100 pelotas y no consiguió hacer nada de nada. En el Camp Nou, casi no tocó la pelota, pero una de las pocas que tuvo acabó en el fondo de la portería de un Onana que se dedicaba a perder tiempo siempre que podía. El Inter no es agradable de ver, pero sincero sí. Vino a defenderse y a hacer daño a la contra. Y causaron peligro, con sus ataques, especialmente con un cabezazo de Dzeko que por pocos centímetros no dejó mudo al Camp Nou. El delantero bosnio, sin embargo, se las vio con un Eric Garcia que supo cómo poner el cuerpo para hacerle frente. Pero al central de Martorell, como todo el Barça, el destino le tenía reservada una broma de mal gusto, cuando no pudo parar a Lautaro en el segundo gol italiano.
El Barça era un funambulista obligado a dar saltos sin red de seguridad. En el palco, la directiva no quería ni pensar qué pasaría en caso de perder. Pagar las facturas y los recibos sin tener tantos ingresos. El hechizo creado a golpes de palanca se habría desvanecido. El Barça cae en una realidad cruda en la que, con razón, puede quejarse de esa maldita parada de selecciones en la que todo empezó a cambiar. Antes, el equipo de Xavi era bello, goleador, ambicioso. Pero en una semana perdió a un montón de defensas titulares y se convirtió en una olla de grillos. De hecho, quien más lo sufrió fue un Piqué que se descubrió lento, perdido, inseguro. En la jugada del gol del empate italiano dejó pasar la pelota pensando que detrás no había nadie. Pero el pequeño Nicolò Barella, que se las tuvo todo el partido con Gavi en un duelo entre jugadores con cara de niño travieso, se metió en el área para batir a Ter Stegen. Cinco minutos después era Lautaro quien convertía a Eric en una estatua de sal, para hacer el segundo gol en una jugada en la que Busquets, superado, había perdido la pelota de nuevo.
Y menos mal de Lewandowski
Xavi llamó a filas a Ansu y De Jong para intentar recuperar la iniciativa. Con tantas bajas y con el lastre de la derrota en Milán, el equipo cayó en la desesperación, chocando una y otra vez con la defensa de un Inter programado para jugar así. El equipo italiano es una piedra en el zapato, un nudo de corbata que aprieta demasiado. Te va minando la moral, te va haciendo daño, te saca de quicio. Los minutos iban pasando y los demonios se zampaban la moral de un equipo que en este corto periplo europeo se ha encontrado con un sorteo poco amable, con decisiones del VAR difíciles de entender y con un montón de lesiones que han convertido la defensa en el talón de Aquiles de un Barça que tenía la suerte de jugar con Lewandowski, perseguido por un Skriniar que le dio de lo lindo. Primero, marcó con fortuna el 2-2 en un chut desviado por un central, pero el Inter golpeó de nuevo con un gol de Gosens a la contra que parecía definitivo en el minuto 86. No para Lewandowski, que de cabeza evitó el funeral con un golazo en los últimos minutos que dejaba colgando de un hilo el futuro de un equipo que sigue vivo, pero muy tocado. Europa sigue torturando al Barça. Tanto en los despachos como en el césped.
FC Barcelona 3 - 3 Inter
- FC Barcelona: Ter Stegen, Sergi Roberto (Kessie, 71’), Gerard Piqué, Eric Garcia, Marcos Alonso (Alejandro Baldo, 71’), Sergio Busquets (Frenkie de Jong, 63’), Gavi (Ferran, 81’), Pedri, Dembélé, Robert Lewandowski y Raphinha (Ansu Fati, 63’).
- Inter de Milán: André Onana, Dumfries, Skriniar, Stefan de Vrij, Alessandro Bastoni (Acerbi, 85'), Dimarco (Darmian, 66’), Nicolò Barella (Asllani, 85'), Çalhanoglu (Gosens, 76’), Mkhitaryan, Edin Dzeko (Bellanova, 75’) y Lautaro Martínez.
- Goles: 1-0 Dembélé (40'), 1-1 Barella (50'), 1-2 Lautaro (63'), 2-2 Lewandowski (82'), 2-3 Gosens (85') y 3-3 Lewandowski (94').
- Tarjetas amarillas: Lautaro (52'), De Vrij (55'), Dembélé (78') y Mkhitaryan (85').
- Tarjetas rojas: Ninguna.
- Árbitro: Szymon Marciniak (polaco).
- Estadio: Spotify Camp Nou (90.103 espectadores).