A la espera de gustar, el Barça gana entre bostezos (0-2)

Frenkie de Jong y un gol de Riqui Puig en los últimos según deciden un partido mediocre en el campo del Elche

TONI PADILLA
y TONI PADILLA

BarcelonaLo mejor del Barça esta temporada es que pone a prueba a los barcelonistas. Los que solo siguen al equipo cuando gana títulos ya hace tiempo que han decidido hacer otras cosas cuando juega el equipo de Koeman. En cambio, los que no fallan nunca hacen que salga humo de los grupos de WhatsApp criticando el espectáculo, buscando soluciones y haciendo broma, pero no abandonan la nave. A la espera de jugar bien, el Barça de Koeman sigue su camino ganando los partidos con un poco de suerte, con un poco de talento (0-2). Si el primer gol, obra de De Jong, fue un error local, el segundo gol, en el minuto 89, lo consiguió Riqui Puig con el corazón. Lo mejor de un partido mediocre fue el gol del centrocampista, que se estrenó como goleador de cabeza, tal como lo hizo Xavi en 1998. Koeman le dio cinco minutos. Y los aprovechó.

El domingo 24 de enero tenía que ser el de las elecciones para despedir a Carles Tusquets, el monarca que tenía que disfrutar de un reinado breve que ahora se está haciendo más largo que un día sin pan. Pero el Barça sigue sin un presidente que pueda empezar a levantar un club arrodillado poniendo orden en una economía hundida y negociando con Messi, que sigue siendo vital. Los dos partidos con el argentino sancionado han sido una penitencia tanto para el futbolista como para los espectadores. En Cornellà, donde Messi seguramente tampoco habría jugado, se necesitó una prórroga para superar a un club de Segunda B. En el Martínez Valero, donde el Barça no pierde desde los años 70, el juego fue previsible. Solo Ousmane Dembélé, el joven rebelde, intentó revolucionar un guion de los que duermen a los espectadores. Si durante sus primeros años en Barcelona el carácter indómito le jugaba en contra, ahora que el equipo tiene menos carácter parece un punto a favor. Nadie parece ofrecerse al espacio, reciben siempre la pelota al pie, haciendo de la posesión un escudo protector en lugar de una arma ofensiva. Pero cuando Dembélé entra en acción todo puede pasar. Una genialidad o un desastre. Una acción sin sentido o un gol precioso.

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Araujo, creciendo

Para seguir consolidado en el grupo de equipos que persiguen de lejos al Atlético de Madrid, que no falla, Koeman optó por controlar el partido con posesiones largas, evitando que el Elche pudiera salir al ataque. Sin Puig ni Pjanic, la pelota parecía triste, como si añorara a Messi. Pero no perder la pelota servía para proteger a Umtiti, que jugó junto a Araujo en un contraste cruel. El joven uruguayo parece más importante en cada partido que juega. Y el central francés reza para que la pelota no llegue a su zona. Tampoco Mingueza, en el lateral, parece del todo seguro. Y un error suyo casi permite al Elche empatar en la segunda parte, a pesar de que Ter Stegen dejó con un palmo de narices a Rigoni.

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Sin chispa en ataque, el Barça marcó cuando Braithwaite hizo una centrada antes del descanso y la defensa local la envió al fondo de su portería. De Jong, que se había animado a acompañar la jugada llegando desde la segunda línea, llegó a tiempo de apuntar el gol a sus estadísticas, pícaro. Ganando en Elche, el Barça demostraba ser mejor que el equipo local, pero en ocasiones puedes llevarte tres puntos y dar un paso atrás. Todo costaba, todo era lento. Y si esta temporada ha faltado puntería, en Elche las ocasiones directamente no llegaban, pero Koeman no se animaba a hacer ningún cambio para dar minutos a jóvenes con hambre. Por instantes, el mismo técnico neerlandés parecía adormilarse viendo un partido con tan poca historia. De hecho, no hizo entrar a Trincao hasta el minuto 74. Y el portugués animó un poco el espectáculo, pero Édgar Badia le negó el gol dos veces. El segundo cambio, Riqui Puig, no llegó hasta el minuto 86, pero aprovechó el rato para marcar.

Pero el partido fue tan flojo que solo los barcelonistas más fieles aguantaron para disfrutar de la centrada de De Jong y el remate de Riqui Puig. ¿Y qué no haces, por amor? ¿Cuántos padres han aguantado bajo la lluvia partidos de sus hijos a las 8 de la mañana? ¿Cuántos forofos del Barça miran estos partidos intentando intuir que llegará un futuro mejor cada vez que Pedri toca la pelota? Seguir al Barça se ha ido convirtiendo en un acto de fe, a la espera del regreso de Leo Messi, a la espera del buen juego y de unas elecciones a la presidencia que no llegan. Bien mirado, es normal que los candidatos no dejen de hablar del pasado y el futuro. Del presente animan los resultados, con cuatro victorias consecutivas por primera vez en 12 meses. Pero el juego, no demasiado. Solo se salvaron los últimos cinco minutos, de hecho.