Faustino Oro, el Messi del ajedrez
Con sólo 10 años ya ha ganado Magnus Carlsen, el número uno del mundo
BadalonaLamine Yamal está batiendo todos los récords de precocidad en el mundo del fútbol, pero hay un niño que le supera en otro deporte. Con sólo diez años, Faustino Oro ya ha logrado maravillar el mundo del ajedrez con sus hazañas. Por ejemplo, es el jugador más joven bajo el título de maestro internacional y hace unos meses se impuso en una partida rápida a Magnus Carlsen, considerado el número uno del mundo. Por eso, por su nacionalidad argentina y por su reciente traslado a Cataluña con el objetivo de desarrollar mejor sus capacidades, se ha ganado el apodo de Messi del ajedrez en su país. Y el de Chessi en el mundo anglosajón.
"Su primer contacto con el ajedrez fue durante la pandemia. El colegio estaba cerrado, a Fausti ya le habíamos enseñado varios juegos de mesa, y se aburría. Entonces, pensé en enseñarle los ajedrez y le creé una cuenta en Chess.com", explica al ARA Alejandro Oro, el padre de Faustino, en su apartamento de Badalona. Poco imaginaba entonces que aquella decisión aparentemente intrascendente cambiaría el curso de su vida, y que sólo cuatro años después habría dejado una exitosa trayectoria profesional en Buenos Aires para trasladarse a miles de kilómetros con el objetivo de cumplir el sueño del su hijo: ser un profesional del ajedrez.
Alejandro no tardó en darse cuenta de que su hijo, con poco más de seis años, tenía un talento excepcional para el ajedrez. Apenas unas semanas después de aprender las reglas, Faustino ya era capaz de hacer jugadas tan complejas que su padre, un aficionado de este deporte con dos carreras y un MBA, ni siquiera era capaz de ver. El siguiente paso fue apuntarlo a un club de ajedrez, el Torre Blanca, pero duró poco: derrotaba a los niños de su edad tan rápidamente que éstos ni siquiera tenían tiempo de ver las fichas. Entonces, Alejandro decidió contratar a un entrenador privado, Jorge Rosito, que aún hoy le hace de entrenador.
Actualmente, Faustino compite en la categoría de adultos y dispone de un equipo de cuatro preparadores, cada uno especializado en un aspecto diferente del juego. Un mecenas que quiere mantener el anonimato se hace cargo de sufragar las clases de ajedrez del Faustino, así como de los billetes de avión y los hoteles para participar en torneos internacionales. De las 55 horas semanales que el chico dedica al ajedrez, una veintena corresponden a las sesiones con los entrenadores.
La pasión por Vélez Sarsfield
Durante la entrevista, Faustino está encerrado en su habitación entrenándose. En un momento de descanso, aparece y saluda tímidamente al periodista intruso que se ha colado en el comedor de su casa. Le pregunta a su madre por la cena, y sobre todo, por su plato preferido, el postre. Al preguntarle si le gusta Barcelona, responde con un breve "sí". Pero se explaya un poco más explicando qué es lo que más echa de menos de Buenos Aires. "Los helados, allí están mejores que aquí", responde sin dudar ni un instante. Ahora bien, si hay una afición que le mantiene unido a Argentina es su pasión por el Vélez Sarsfield, que sigue de cerca a pesar de los miles de kilómetros de distancia.
Y es que, como sus padres repiten varias veces, Faustino es un simple chaval de barrio. "En algunos aspectos, es un niño muy maduro porque se mueve en un mundo de adultos. Pero para otras muchas cosas es un chico normal, con la inocencia y las aficiones propias de su edad", explica Romina, la madre . Esa chocante dualidad la experimentó también Jorge Rosito, su entrenador de siempre: "Nunca he hecho una clase presencial con él. Siempre han estado por Zoom y tuvieron que pasar varios meses antes de darme cuenta de que trataba con un niño. Un día me dijo de repente: «Mira con quien estoy... Con mi nuevo peluche». El Faustino ya era un maestro FIDE, pero seguía durmiendo con sus peluches», exclama el maestro.
Un fenómeno único
Rosito, un ex jugador profesional de ajedrez de 54 años, describe como "un regalo del cielo" el poder entrenar al Faustino. "Me considero un privilegiado. He entrenado a muchos campeones de varios países, pero nunca he visto un fenómeno similar", explica en una llamada telefónica. "Ahora bien, podría ocurrir que se estancara, que se canse de jugar... Pero lo que ha hecho hasta ahora es especial. Ya ha hecho historia", añade, convencido de que ni siquiera un mito del ajedrez como Bobby Fischer va ser capaz de jugar en el nivel del Faustino a su edad.
Ahora bien, la comparación con Fischer, un hombre solitario y arisco, quizás con algún grado del trastorno de Asperger, acaba aquí, en las hazañas deportivas. "El carácter del Faustino no tiene nada que ver con el de Fischer. Es un niño cariñoso y alegre. Se le ve siempre feliz. Y el éxito no lo ha cambiado, nunca le he oído un tono arrogante. Al contrario , es humilde y muy trabajador", afirma su entrenador. Otra diferencia entre Chessi y los campeones que le precedieron es que él aprendió las bases del juego solo, compitiendo contra un ordenador y viendo vídeos en YouTube. Por tanto, su estilo es heterodoxo, no tiene los sesgos de una formación clásica.
"Con Faustino ocurre lo mismo que con otros grandes campeones. A veces, le preguntas por qué ha movido la ficha a una determinada posición y te responde que no lo sabe. Sólo siente que tiene que ir hacia allí. Y después, evoluciona la partida y voces que casi siempre tiene razón", explica con admiración Rosito, quien destaca un hecho clave en la aparición de este prodigio del ajedrez: la llegada de internet y el desarrollo de la inteligencia artificial . Este cambio ha hecho posible que ahora surjan campeones en cualquier parte del mundo. Las antiguas repúblicas soviéticas y Estados Unidos han perdido la hegemonía que un día ostentaron, también sobre el tablero de ajedrez.