Laporta-Koeman, crónica de un divorcio anunciado
BarcelonaEsta es la crónica de un divorcio anunciado. Joan Laporta y Ronald Koeman conviven porque les toca hacerlo, no por deseo. Un matrimonio de conveniencia. El presidente no ha escondido mucho que preferiría un entrenador que encaje con su idea de juego: valiente, atrevido, ofensivo. De aquellos que, ante un problema, en lugar de encerrarse en su caparazón, salga a atacar. Pero entre que no hay consenso sobre quién tendría que ser el futuro entrenador y que tampoco había mucho dinero para pagar la despedida del neerlandés si lo echaban este verano, Koeman se quedó. Les imagino como en una comedia italiana. Los dos en la cama, muy separados, con Koeman mirando de reojo cómo Laporta mira en el teléfono fotos de otros. Ahora Robert Martínez, ahora Jordi Cruyff, ahora Albert Capellas...
A pesar de que los dos han dicho últimamente que la relación es muy buena, ni el uno ni el otro esconden mucho que ven las cosas de diferente forma. Como aquellas parejas que suben en las redes sociales fotografías queriéndose, pero cuando hablas con cada uno por separado te dicen que ya no aguantan la convivencia. Koeman sabe que cuando Laporta encuentre el nombre ideal, que genere consenso, para ocupar su lugar, caerá cuando pinche en dos partidos seguidos. Laporta sabe que Koeman, hombre orgulloso, morirá con sus ideas. De hecho, hay que valorar el carácter del entrenador neerlandés, que en su país habla abiertamente de todo lo que ha pasado sin que parezca tener miedo de la reacción del presidente azulgrana.
Koeman no es el técnico que necesita el Barça para animarse, para empezar de cero. Por dos razones. Una, que es la herencia de Bartomeu, que lo escogió cuando no encontraba recambios, cuando improvisaba durante los últimos meses de un mandato para olvidar. La segunda, porque no es un técnico que haga revoluciones, que anime. Cuando Bartomeu lo fichó, recuerdo que hablamos con periodistas y ex jugadores de los clubes donde había trabajado antes. Ninguno lo definía como un genio táctico, como alguien inspirador. Como hizo en el Valencia, en el Barça ha ganado una Copa, pero no ha elevado los ánimos de club y afición. Y Laporta necesita precisamente esto. Pero ya se sabe que en público hay que decir una cosa, y por detrás otra muy diferente.
Ahora que ha ido poniendo en orden el área económica, Laporta tendrá más margen de maniobra para usar el bisturí en el área deportiva. En público todo el mundo deseará que el Barça de Koeman gane, pero en realidad solo estamos esperando el momento en el que se haga oficial el divorcio. La clave es si será pronto, lo que obligará al club a improvisar, o habrá tiempo para llegar al consenso dentro de la directiva sobre quién tendría que ser el técnico que empiece de cero. Que anime. Este será un momento clave, cuando en el banquillo encontremos al técnico que, entonces sí, sea el que Laporta desea.