Sentado en la mesa de Messi
Hace un año en el Barça se vivía como una tragedia el fichaje inminente de Kylian Mbappé por parte del Real Madrid, y ya había quien interiorizaba un "no habrá nada que hacer" preocupante. Ni que decir tiene que en el club blanco lo celebraban haciendo sitio a la supuesta decimosexta orejuda en las vitrinas. En la comparativa de bar, el culé salía perdiendo: con un equipo tan joven y con una economía tan frágil… ¿qué podría hacer el Barça para cambiar su destino? Pues bien: el destino le ha reescrito, más allá de la mente ganadora de Hansi Flick, un genio de sólo diecisiete años que quiere comerse el mundo. Los azulgranas ya le han pisado dos títulos a los de Florentino, están cerca de adjudicarse virtualmente la Liga ante sus narices y el trono de la Champions aún es posible gracias, en buena parte, a Lamine Yamal.
La ida de semis ante el Inter será recordada, con emoción, como una revelación casi bíblica. Lamine Yamal se erigió, en un escenario imponente por la exigencia del guión, en el actor diferencial capaz de decidir el transcurso de un partido, no sólo por el golazo antológico (y las pelotas en el larguero y la cruceta) sino, sobre todo, por su influencia determinante. Simone Inzaghi todavía se estaba frotando los ojos cuando, en la sala de prensa, le describió como un talento único que aparece cada cincuenta años… y desde entonces se acumulan los elogios de exfutbolistas de la talla de Thierry Henry o Río Ferdinand, pasando por la admiración de la prensa. Esto ya lo vivimos hace veinte años con la irrupción de Leo Messi, pero con dos diferencias destacables: no era tan remate precoz y el crack que sostenía el equipo era Ronaldinho.
Un buen ejercicio para dimensionar lo que está haciendo Lamine Yamal es, precisamente, viajar en febrero del 2006 y repasar lo que hizo Messi con dieciocho años ante el Chelsea de Mourinho en Stamford Bridge. Ya sabéis cómo fue: la ida de octavos de final, Del Horno y el "teatro del buenoLamine Yamal se puede sentar en la misma mesa de aquel Messi y, no sólo hablarle de tú a tú, sino hacerlo sabiendo que le saca un año de ventaja. La Masía está brindando a la historia del fútbol una nueva leyenda, pero dependerá del delantero de Rocafonda instalarse en el Olimpo de los mayores para siempre. en el tiempo con un hambre inagotable y sin piedad para ser el mejor. Ese hambre –y que el club le ayude a alimentarla– será el listón que marcará la carrera de Lamine Yamal y dictará si no sólo es su año, sino también el inicio de una nueva era.