La final de la que habla toda América Latina

Cuando Argentina ganó su última Copa América en 1993, todavía faltaban siete años para que Messi aterrizara en Barcelona, mientras que Neymar tan solo hacía un año que había nacido. Los dos liderarán esta madrugada (2 h, Tv3) sus respectivas selecciones en el superclásico del fútbol. Será la cuarta vez -desde el cambio de formato y de nombre de la competición, en 1975- que la final de la Copa América tendrá como protagonistas a Brasil y Argentina, con un balance favorable a los brasileños (se impusieron a los argentinos en las finales de 2004 y 2007 y cayeron en la de 1991).

En el último precedente, hace casi 15 años, Messi ya estuvo y tuvo que ver cómo su equipo era barrido (3-0). Las vitrinas del astro argentino, a pesar de forjarse su leyenda a base de fulminar registros en el Barça, no cuentan prácticamente con ningún título de prestigio con la camiseta de su país, que se ha dividido entre el aprecio y la crítica hacia él durante todos estos años, comparándolo eternamente con Maradona.

Messi llega a esta final como líder indiscutible de un equipo que, bajo las órdenes de Lionel Scaloni, sigue alternando momentos de buen fútbol con otros de fragilidad. La semifinal contra Colombia es un buen ejemplo de ello. Argentina cayó en sus propias contradicciones y dejó crecer a su rival a pesar de haberse avanzado en el marcador. El partido se resolvió en los penaltis, con Messi especialmente motivado. Era el rostro de alguien que siente que el fútbol, con su selección, le debe algo después de varias decepciones, como en las dos finales perdidas desde los once metros contra Chile de forma consecutiva. 

Con cuatro goles y cinco asistencias, Messi ha participado en nueve de las once dianas que ha hecho Argentina. Neymar querrá frustrarlo en una final en que el brasileño ha explicado que siempre había “soñado” con jugar. “Es la final que a todo el mundo a quien le gusta el fútbol espera en una Copa América”.