Fútbol

La herencia franquista de los dos apellidos de los árbitros españoles

Ángel Franco Martínez, que fue árbitro de fútbol durante la dictadura, ha fallecido a los 86 años

BarcelonaLos aficionados al fútbol saben que cuando se menciona los nombres de Mateu Lahoz o Jaime Latre se hace referencia a dos árbitros de Primera División. Pero algunos desconocen que Mateo y Jaime no son los nombres de pila: en realidad se llaman Antonio Miguel y Santiago. Ellos, como todos los colegiados de España, se conocen popularmente con los dos apellidos desde hace más de medio siglo. Y la culpa de todo ello la tiene un señor llamado Franco.

Era a principios de la década de los 70, en aquella España que vivía en los últimos años del franquismo. El fútbol era el gran deporte de masas y todo el mundo esperaba los domingos para ir al campo. Al día siguiente los periódicos deportivos se vendían a espuertas. Y en medio, en lugares como Catalunya o País Vasco, cualquier rendija era bienvenida para enviar mensajes contra la dictadura. Y nada mejor que un árbitro llamado Franco de apellido para conseguirlo.

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"Franco se carga el partido" y "Qué malo es Franco" eran algunas de las frases publicadas en la época. Claro que se referían a otro Franco, concretamente a Ángel Franco Martínez, un árbitro murciano que debutó en Primera en 1969. Los árbitros siempre han estado en el centro de la polémica, siendo la excusa perfecta para justificar malos resultados. Pero el juego de palabras era tan fácil que su caso fue tratado como una cuestión de estado. No podía ser que alguien dijera en público e impunemente que Franco había hecho algo mal. El colegiado lo vivió en primera persona y no pudo explicarlo hasta bien entrada la Transición.

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Los dos apellidos de los árbitros, una cuestión de estado en la España franquista

Era una época convulsa y en Euskadi, en plena efervescencia de ETA, se comentaba que era necesario "acabar con este Franco y, después, con el de Madrid". No se estaba por órganos y el ministro de Gobernación, Garicano Goñi, convocó al árbitro la semana que se disputaba un derbi vasco entre la Real Sociedad y el Athletic. Le dijo que "había que poner enfermo" y que no podía decirle la verdad a nadie. Ni a su familia. La versión oficial fue que se había lesionado en un entrenamiento. Unos años después pudo vaciar el buche.

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Más allá de condicionar su carrera, fue el inicio de una orden que los medios de la época acataron sin discusiones: los árbitros serían conocidos por ambos apellidos. Y la tradición ha llegado hasta nuestros días, cuando pocos saben el nombre de pila de los que silban cada semana.

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Muerto el dictador, la Federación Española se encargó de promocionar Franco Martínez, que llegó a ser considerado uno de los mejores colegiados del Estado. Se le levantó el veto y pitó varias finales de Copa, fue internacional y arbitró partidos tanto en la Copa de Europa como en el Mundial de Argentina de 1978. Se retiró en 1986 y fue uno de los vicepresidentes del Comité Técnico de Árbitros hasta 2018. Murió el 3 de febrero de este año, a la edad de 86 años.