LIGA DE CAMPEONES

"¿El Liverpool en Montilivi? Me da igual, yo voy a ver al Girona"

Josep Maria y Joan Fonalleras, padre e hijo, transmiten la pasión por el club gerundense de una generación a otra

GIRONA"Quedamos a las 19.30 horas, el año de la fundación del club", propone Joan Fonalleras. Cómo negarse, claro, si la intención es describir las emociones que el Girona hace sentir a los habitantes de su ciudad. A gerundenses que han mamado el club desde pequeños y que han transmitido el sentimiento de una generación a la siguiente. A Joan –ya sus hermanas– se lo transfirió su padre, Josep Maria Fonalleras, que, a su vez, le recibió de su, Josep Fonalleras. Ahora pican piedra con sobrinos y nietos.

"Cuando era pequeño, papá me daba una peseta y me hacía ir a la plaza Sant Agustí a comprar hojas de resultados. De esta manera nos enterábamos de lo que había hecho el Girona cuando jugaba lejos de casa, casi siempre en Tercera División. Si no comprabas la hoja, no lo sabías. ibas a dormir contento", dice el reconocido escritor con cierta nostalgia. Ninguno de los dos imaginaba que este martes el equipo de su corazón recibiría al Liverpool en un partido de la Liga de Campeones que necesita ganar si no quiere despedirse demasiado pronto del mayor hito que ha conseguido nunca en su historia (18:45 horas, Movistar). Ambos lo tienen claro: "Ganaremos". En primera persona, porque ellos también forman parte.

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"Cuando me levanto y sé que ese día juega el Girona, dentro de mí noto algo. Me pasa siempre, cada vez", dice Joan, que desprende la energía de quien siente que todo es posible. "Yo no voy a ver al Liverpool, voy a ver al Girona. Como he hecho y haré siempre, con independencia de la competición, el rival y la categoría. Y le voy a ver ganar. Porque no hay nada comparable al ' equipo de tu ciudad. El sentimiento identitario no puede perderse”, añade, antes de que el padre le tome la palabra. "El Girona, en su momento, fue creando una mitología de equipo cercano, porque tenías gente jugando. El abuelo de Joan había jugado en el Strong, un equipo precursor del actual. Y en casa teníamos la influencia de Fèlix Farró, que se casó con mi tía. Era una institución, impresionaba. ningún vendaje. También un primo de Banyoles jugó; otro primo, el hijo de Fèlix, fue defensa... No era una época de sueños, pero sí de pertenencia".

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Joan (el net) también defendió el escudo del Girona. "No era muy bueno. Empecé haciendo de jugador, pero no funcionó. A los diez años era portero y estaba fuera del club", confiesa. Como gran hito, detuvo un penalti a Justin Kluivert, ahora delantero del Bournemouth. "Durante el partido me hicieron nuevo, pero ese disparo lo paré". Volvemos al relato. "He sufrido mucho por el equipo. Siguiéndolo por la radio cuando no viajaba y viéndole en Montilivi con mi padre. Cuando yo nací, en 1998, estábamos en Primera Catalana. La infancia la pasamos entre Segunda B y Tercera; ya los diez años subimos a Segunda. Y he vivido la época buena, con Granell, Eloi y Pedro Pons". Josep Maria no tiene recuerdos muy profundos de Vista Alegre, el primer estadio del club, más allá de los vendedores que ofrecían caramelos y chicles Darling, porque llegó al mundo en 1959 y los gerundenses se instalaron en Montilivi en 1970. "Fui a la inauguración. Vosotros no sabéis qué eran aquellos Trofeos Costa Brava que se organizaban. Nosotros flipábamos. Pero todo ha sido siempre muy familiar, sin las parafernalias actuales del fútbol profesional".

La Champions era impensable

La clasificación de los gerundenses para la Liga de Campeones, como a todo el mundo, les cogió por sorpresa. "Estar es la hostia, así de claro. Fui a París y perdimos, sí, pero volvería a ir ahora mismo", explica Joan, que se llevó al Parque de los Príncipes una fotografía en la que aparecía su padre, su tío y su abuelo en el estadio de Vista Alegre hecha hace más de 50 años. "Me emocionó mucho, porque refleja la continuidad generacional que le estamos dando", se sincera Josep Maria. "Era una noche para pensar en la gente que amamos", responde Joan.

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También hay espacio para debatir sobre la gestión del club. "Hay una fractura con la afición, es cierto. La imagen del primer día, contra el Feyenoord, fue triste. Pero la gente también debe hacer autocrítica, porque la competición nos queda mayor a todos", opina Josep Maria . "Cuando estamos en Montilivi no me da la impresión de que jugamos la Champions. Muchos amigos, con los que hemos hecho este viaje juntos, no se la pueden permitir económicamente, y ahora tenemos que vivirlo separados. Tenía que ser un premio para todos, pero no ha habido facilidades", lamenta Joan.

"Antes de subir a la élite por primera vez, en mis artículos escribía «Nos vemos en Primera, Joan». Es evidente que el Girona nos ha acercado como padre e hijo", dice el primero. "Sin eso, la relación sería distinta, sí. No sabemos cómo, pero no sería igual", contesta el segundo. "Sea como fuere, lo que sentimos es muy bonito", añaden.

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