La selección que defiende un país que ya no existe
Con la vieja bandera y el viejo himno, la selección afgana de criquet brilla en el Mundial
BarcelonaCuando la selección afgana debutó en el Mundial de criquet derrotando a Escocia, en las calles de Kabul nadie salió a celebrar el triunfo, como sí que pasaba hace no mucho cada vez que lograban una victoria. Los portavoces talibanes en cambio, felicitaron a los jugadores en las redes sociales, a pesar de que habían ganado bajo una bandera que ellos mismos han quemado. La selección se emociona cuando suena un himno arrinconado por el nuevo régimen, el del Afganistán de antes de los talibanes. La selección de criquet se ha convertido en una especie de cápsula del tiempo que mantiene viva un estado fallido.
"Antes de la llegada al poder por segunda vez de los talibanes, el criquet era de lejos el deporte donde Afganistán tenía más éxito", dice Deivarayan Muthu, un periodista indio especializado en este deporte. Cuando Kabul cayó, la selección ya preparaba el Mundial de estos días en los Emiratos Árabes Unidos. Todo el mundo dio por hecho que el criquet se había acabado. Pero si este fin de semana los afganos derrotan a Nueva Zelanda en el último partido de la fase de grupos, tienen opciones de llegar a las semifinales de un Mundial por primera vez. Un pequeño milagro.
En Afganistán el primer partido de criquet se jugó en 1839, pero sus protagonistas fueron tropas británicas. Eran tiempos en que los británicos todavía no sabían que serían uno más de la larga lista de imperios derrotados en Afganistán. Y el deporte no arraigó. Para entender el éxito del criquet afgano moderno hay que ir a los campos de refugiados de Pakistán. "Los jóvenes afganos que huyeron de la guerra en los 90 aprendieron este deporte en Pakistán, donde el criquet es de lejos el deporte más popular. Aprendieron, mejoraron y algunos de ellos llegaron a las grandes ligas. Muchos, de hecho, no han vivido nunca en Afganistán", explica Muthu. En aquella época, los afganos tildaban de "pakistaní"de forma despectiva a quien jugaba a criquet y cobraba unos dos dólares a la semana por jugar en equipos modestos al otro lado de la frontera. La federación afgana se fundaría en 1995 con el regreso a casa de muchas de estas familias que volvían con un nuevo deporte bajo el brazo, pero la primera llegada al poder de los talibanes lo paró todo inicialmente, aunque finalmente "el criquet fue el único deporte autorizado por los talibanes", dice Muthu, que añade: "De hecho, la selección fue invitada a jugar amistosos en Pakistán justo cuando los norteamericanos invadieron el país, en 2001". Cuando los talibanes cayeron, el criquet dio un paso gigante adelante. Algunos de sus jugadores han firmado contratos muy jugosos en India, se creó una liga y se construyeron estadios en todas las provincias, y se calculaba que un millón de afganos jugaban a criquet. Los mejores jugadores se hicieron famosos y disfrutaron de patrocinios. Y tal como pedía la Federación Internacional, también se creó una selección femenina.
"Las normas de la Asociación Internacional de Criquet permiten expulsar una federación que no tenga una selección femenina, así que con el regreso de los talibanes al poder parecía que los afganos serían expulsados del torneo, puesto que la selección femenina tenía que desaparecer", dice Muthu. Pero el nuevo presidente escogido por los talibanes para mandar en la federación afgana, Azizullah Fazli, explicó a la cadena Al-Jazeera que las mujeres podían seguir jugando a criquet. "No hay ninguna orden para prohibir el deporte femenino, especialmente el criquet. Tenemos un equipo de chicas de 18 años. Simplemente hay que respetar la religión, que no permite cierta forma de vestir", dijo. Buena parte de las jugadoras han huido al extranjero, así que muchos especialistas consideran que es un gesto para salvar al equipo masculino, que fue el último en llegar a la cita del Mundial por problemas con los visados. Algunos jugadores han decidido renunciar a la selección, como Rashid Khan, uno de los mejores lanzadores, por miedo a las represalias. Y es que antes de cada partido, suena el himno y aparece la bandera de un estado que ahora mismo no existe. El himno y la bandera del Afganistán derrotado por los talibanes. El día del debut en el torneo, cuando Escocia fue derrotada, cinco jugadores lloraron mientras sonaba el himno.
El antiguo presidente de la Federación, Shafiqullah Stanikzai, que huyó del país, explicaba estos días a la prensa que “el criquet no representa ningún partido, ninguna ideología. Representa lo que puede conseguir Afganistán si está unido”. El capitán del equipo, Mohammad Nabi, explicaba en rueda de prensa que solo quieren "dar alegrías a la gente". Casi ningún jugador vivía en Afganistán antes del ascenso al poder de los talibanes, pero todos tienen familia allí. "Este es el equipo con el corazón más grande que he visto en mi vida", dice el seleccionador, el sudafricano Lance Klusener. Considerado uno de los mejores jugadores de la historia –fue escogido MVP del Mundial del 1999, cuando casi llevó a Sudáfrica a la final–, Klusener se ha pasado los últimos dos años entrenando a sus jugadores por Zoom, primero por la pandemia y después por el ascenso al poder de los talibanes. "Tienen ganas de demostrar que pueden sobreponerse. Tienen ganas de dar alegrías, de reivindicarse. Es como un cuento de hadas, por los éxitos conseguidos con tan pocos recursos", decía antes del partido donde casi derrotan a Pakistán, uno de los equipos favoritos para ganar el torneo.