Barça

El sueño de la Liga se convierte en una pesadilla (3-3)

El Barça de Koeman se deja empatar dos golpes en el campo del Levante en una segunda parte esperpéntica

BarcelonaEl Barça no puede más. Después de una temporada en la que se iba levantando de todos los errores que cometía, ha sacado la bandera blanca, dimitiendo en el campo del Levante (3-3). Sin energía ni ideas, el equipo de Koeman se ha ido deshaciendo, despidiéndose de la manera más dolorosa en las últimas jornadas de la posibilidad de ganar la Liga. Después de ilusionar a la afición con la posibilidad de ganar una Liga que se llevará el equipo que tenga más fe, en pocos días el equipo ha caído hecho añicos, encadenando tres actuaciones vergonzosas. Primero, contra el Granada, vio cómo se escabullía la posibilidad de controlar el destino de la Liga. Contra el Atlético, el miedo a perder pesó más que las ganas de ganar el partido contra el líder. Y contra el Levante, la broma de mal gusto final, dejándose empatar un partido que estaba ganado en el descanso. Un empate que sabe a derrota, un solo punto que significa alargar una agonía. Una tortura. En vez de soñar, el barcelonismo encara una pesadilla.

Tal como había ido la temporada, si el Barça ganaba la Liga sería sufriendo. Pero el escenario que se ha dibujado es el de sufrir para ver cómo la Liga acaba en la cama de otro. El partido contra el Levante era el último tren, era una oportunidad para encontrarse por primera vez esta temporada en el liderato, aunque fuera durante 24 horas a la espera del partido del Atlético. Pero el Barça de Koeman no sabe ser líder. Cada vez que ha tenido la oportunidad de dar el paso definitivo, se ha hecho pequeño. Se ha disparado al pie, con errores defensivos impropios de un equipo que quiere aspirar a todo.

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Koeman, cabizbajo, decidió insistir en el sistema con tres centrales que le ha dado más calma. A pesar de la tristeza del juego contra el Atlético, el dibujo fue el mismo para enfrentarse a un Levante que ya no se jugaba nada. Pero Koeman cambió a algunos jugadores. Y cuando cambias de artista en un grupo musical, el ritmo es diferente. Dembélé, el eterno jugador incomprendido, se encontró haciendo de lateral derecho cuando tocaba defender, a pesar de que Koeman le daba alas para subir y bajar la banda, atacando. Y el francés lo haría bastante bien. Koeman también necesitaba sumar pequeños triunfos tácticos, después de haber perdido algunas batallas últimamente. El problema es que el técnico solo acertó con las alineaciones, pero casi siempre se equivoca con los cambios.

A pesar de que el Barça salió fuerte, con las carreras verticales de De Jong y las apariciones de Pedri, el partido se fue complicando poco a poco. Era un terreno minado para un equipo que jugaba con una espada de Damocles en el cuello, porque el empate no servía de nada. Ahora bien, la primera ocasión que tuvo Messi, una volea dentro del área, la envió al fondo de la portería. Para otro jugador, un gol así, girando en el aire, podría ser una de los más bonitos de su carrera. Para Messi, en cambio, ni entra en una lista de los 100 goles más bonitos. En este caso, más que la estética, lo importante era que iba pintando el partido de azulgrana y abría el camino del segundo, que llegaría poco después, cuando Dembélé, todo piernas, se escapó de Toño y ofreció en bandeja a Pedri hacer el 0-2. Si el francés es todo electricidad, Pedri parece jugar a cámara lenta, pero llega puntual cuando toca. Cosas de ser un joven inteligente.

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Pero uno de los grandes males de este Barça es controlar los partidos. Koeman suele acertar de salida, pero después no toca bien la tecla durante el partido. Al perder a Araujo, puso a Sergi Roberto de central. Y su equipo, con un ritmo bajo, una actitud preocupante y cometiendo los endémicos errores defensivos que tanto daño han hecho toda la temporada, permitió al Levante empatar en dos arañazos de Melero y Morales en los que Sergi Roberto no estuvo acertado. El Barça estaba aturdido, grogui. Todo el trabajo hecho parecía no servir de nada. Un equipo con pies de barro en defensa, que tuvo el acierto de devolver el golpe muy rápido, cuando Dembélé fusiló a Aitor después de una jugada en la que la defensa local reclamó una falta de Griezmann. Uno de esos goles que podía decidir la Liga, porque un solo punto vale su peso en oro.

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Con el miedo en el cuerpo y las piernas cansadas, el Barça acabó atrincherado. Koeman sacó a Pedri para poner a Mingueza, y resituó a Sergi Roberto al lateral para defenderse de los ataques locales. Cada vez más asustado, acabó dando entrada a Dest. Y en la primera carrera, el joven norteamericano falló, de forma que permitió a Sergio León empatar a falta de cinco minutos. Un gol que envió al Barça a la lona. Un gol como resumen de toda la temporada, con el Barça defendiendo mal, obligándose a reaccionar de nuevo. Pero las fuerzas de muchos jugadores destinados a hacer las maletas se han acabado. Y el crédito de un Koeman que no sabe gobernar los partidos, también.