Tiburón: 50 años del filme culpable que pasamos miedo cuando nos bañamos en el mar
La mítica película de Steven Spielberg celebra medio siglo convertida en un referente de los filmes de aventuras y misterio
Barcelona"Oye, a ti esto no te recuerda Tiburón?"Me lo pregunta mi compañero de butaca mientras disfrutamos del festival de aventuras, misterio y chispas de terror Jurassic World. Y sí, el dinosaurio marino, agresivo y veloz, pícaro, voraz, vengativo, contiene matices de homenaje al escualo imaginado hace medio siglo por Steven Spielberg. ¿Homenaje explícito? Pues podría ser perfectamente. El guionista de la novísima entrega de la saga jurásica es David Koepp, responsable de los guiones de la primera y la segunda entrega, con Spielberg, por supuesto, impregnando todas y cada una de las aristas y los poros de la gruesa piel dinosáurica. Tiburón, uno de los filmes más importantes de la historia del cine, ha cumplido cincuenta años. Vuelve al cine por tiempo limitado el próximo 29 de agosto y es la oportunidad para romper el maleficio de quien todavía no haya podido disfrutarlo nunca. ¡Y encima en pantalla grande! Y encima en fechas veraniegas, para poder imbuirse más del espíritu de la película, situado en plena canícula en un pueblecito costero a reventar de bañistas que ven rota su tranquilidad por culpa del tiburón blanco empeñado en saciar el hambre a base de carne humana. Son muchos los estímulos que existen en esta obra de arte, inyectada de mítica por todas partes, influyente hasta el tuétano, eternamente joven.
El novelista Peter Benchley publicó en 1974 un libro que enseguida ocupó un lugar preferente en las baldas de proyectos futuribles de la productora Universal. Spielberg acababa de rodar Loca evasión, su primer largometraje de cine, y ya acumulaba aura de cineasta de culto gracias a El diablo sobre ruedas (1971), telefilme que había traspasado la pared televisiva para aterrizar en las salas de cine. Impresiona pensar que en el solo plazo de cuatro años, un joven cineasta que no había llegado a la treintena había creado dos obras tan revolucionarias como El diablo sobre ruedas y Tiburón. A menudo se abusa del término calificativo "visionario", pero en el ámbito del cine, este término está más justificado. Cuentan que el director vio el libro a la productora y acto seguido procedió a una especie de vampirización que le encaminó a ser designado para el proyecto. Una confianza ciega de la Universal en él que estuvo a punto de naufragar.
No fueron pocos los conflictos durante el rodaje de la película. Primero la climatología adversa que dificultaba mucho el éxito de las complicadas escenas marítimas de la búsqueda y cacería del tiburón: el brillante y fascinante tercio final de la película. Sucesivos retrasos, problemas de agenda, nervios... Los efectos especiales eran tirando hacia rudimentarios, pero exigían un mínimo de verosimilitud. El tiburón fue fabricado con mucho cuidado artesanal por los técnicos en ingeniería y mecánica contratados. En una de las primeras escenas que rodaron, el tiburón se hizo añicos dentro del agua y tuvieron que reconstruirlo, con el consiguiente problema presupuestario que comportaba. Los tres actores protagonistas no eran precisamente fáciles de domar. Roy Scheider, Richard Dreyfuss y Robert Shaw tenían los tres un carácter entre imprevisible y volcánico. Las dudas de Scheider con su papel, los vaivenes emocionales de Dreyfuss y la afición por la bronca –y por los efluvios alcohólicos– de Shaw convertían el ambiente de rodaje en un polvorín. Pero Spielberg no tenía miedo. Sabía dónde quería llegar. Sabía que la nave que pilotaba tenía un puerto seguro en el horizonte. Y contaba, muy importante, con la confianza ciega de uno de los pesos pesados de la Universal, Sid Sheinberg, que cuando los problemas del rodaje fueron más asfixiantes, no sólo no arrojó la toalla sino que insistió en que el apoyo económico fuera mayor. Un factor personal ayudaba a ello. Había convencido a Spielberg para que el papel femenino más importante del filme –la esposa del personaje de Roy Scheider– fuera por su esposa, la actriz Lorraine Gary. Había intangibles destacados también involucrados.
La película pudo concluirse con éxito. Su presupuesto final fue, en cifras de hoy, algo superior a seis millones de euros. El estreno fue una bomba atómica. Un tsunami que sacudió a la industria de Hollywood y con efectos encadenados por la industria cinematográfica mundial. Se estrenó el 20 de junio de 1975 y en su primer fin de semana de exhibición ya recaudó varios miles de dólares más de lo que había costado. Se encaramó rápidamente hasta la recaudación récord de 10 millones de dólares. Había nacido un nuevo concepto, el blockbuster de verano, algo que no existía antes. El gran taquillaje vocacional había llegado para quedarse. A partir de entonces, Hollywood tuvo durante décadas –todavía hoy con Jurassic World, Superman y Los cuatro fantásticos– muy presente el timing estival como una estrategia primordial en el ámbito de exhibición y recaudación en taquilla. Pero no fue éste el único efecto del estreno.
Con Tiburón nació también un efecto psicológico: el miedo al mar a través del cine, del monstruo marino que puede surgir de las profundidades y atacar a los humanos desprevenidos que se bañan o navegan sin pensar en el peligro que les amenaza. brazadas o una inmersión inocente. Se encadena esto con la desgarradora lectura política que también tiene la película de Spielberg. chiringuitos y establecimientos locales. La negligencia como tozuda realidad política, la dominancia del mercado sobre el bien común, el pueblo dejado de la mano de dios en favor de intereses supuestamente superiores. vivían inmersos en un nada despreciable descontento público. Entre el trauma terrorífico de Vietnam y el caso Watergate, el cine y la cultura en general, tenían motivos suficientes para rellenar las producciones de connotaciones contestatarias y compromiso con las protestas y reivindicaciones sociales más presentes en la opinión pública. Tiburón fue, en este sentido, un abanderado.
No sería justo acabar sin reseñar la influencia perenne que Tiburón de Spielberg ha ejercido y sigue ejerciendo sobre el cine, medio siglo después de su estreno. La prueba de Jurassic World. Extinción es más que clara, pero ya empezó a notarse al instante después del estreno. El tiburón fue la primera especie marina en convertirse en una pesadilla para los humanos, pero después llegaron las orcas, los cocodrilos y las pirañas. Antes había sido la ballena, claro, por obra y gracia de Herman Melville, Moby Dick quedó para la posteridad. ¿Quién es el personaje de Robert Shaw sino un sosia del Capitán Ahab? Por cierto, si habla con un biólogo marino, le hará una exhaustiva lista de disparates –o licencias poéticas– de la película. Desde la velocidad desproporcionada del tiburón, a una inteligencia sobredimensionada, la voracidad excesiva, y una fuerza destructora que nada tiene que ver con la realidad. La magia del cine, se lo dicen. O las trampas. Benditas trampas.