"Por mucho tiempo que pase, no te olvidaré": los misteriosos mensajes después de una ruptura

En las últimas semanas, han aparecido mensajes pegados al mobiliario urbano de la calle de casa. Notas manuscritas en post-its de color amarillo en las que alguien declara su amor a otra persona y pide clemencia. "Por mucho que me dejaras aquí, vendré todos los días que pueda esperando reencontrarnos algún día", dice un papelito pegado a la valla provisional de unas obras. Como punto final de la sentencia dibuja un corazón mal hecho. La calle debió de ser una zona de paso habitual de una pareja que ha roto. Uno de los dos, resistiéndose a aceptar la realidad, avisa de que volverá al lugar de los hechos, como si fuera la escena de un crimen, esperando una segunda oportunidad. "Te he querido, te quiero y siempre te querré", dice otro post-it más abajo, en otra valla. "Por mucho tiempo que pase, no te olvidaré. Me enseñaste lo que era y es el amor. Y, por inmaduro, te perdí. Estoy en proceso de cambio, dejando atrás al niño que se creía un hombre". Por el adjetivo en masculino ahora ya sabemos que el personaje misterioso es un hombre arrepentido por algún motivo que provocó la ruptura.

Asegura que está "en proceso de cambio", como suelen hacer las administraciones para justificar la tardanza en remediar sus chapuzas. La inmadurez del niño que se creía un hombre no puede cambiarla de un día para otro sino que le pide tiempo y esfuerzo. "Podría avanzar pero prefiero recuperarte", se lee en otro papelito amarillo pegado a un ladrillo de un muro. Quedan claras las intenciones. No son las secuelas de una despedida, no se limita a pedir perdón. Es casi una amenaza: quiere recuperar su relación. La insistencia de las notas a lo largo de la calle no es el mejor método de seducción y, menos aún, señal de madurez. Los papelitos amarillos proliferan con los días. Pegados a las farolas, a las señales de tráfico, a los bancos, al enrejado que evita el pase a la vía del tren. "De inicio a fin, fue precioso como tú", dice otra nota. Y otro corazón. Las faltas de ortografía las corrijo en la transcripción. "Siento haber roto el corazón a esa niña a la que ilusioné con amor sincero", lamenta en otro post-it. El individuo ha pegado los papelitos muy arriba para que ningún otro peatón pueda tocarlos. "Me equivoqué. Te fallé. Y ha sido el error de mi vida. Voy a luchar por arreglarlo y recuperar aquello donde tan felices fuimos". La puesta en escena serviría de anuncio de la marca de los post-its, porque resisten días y días a la intemperie. No se despegan a pesar de los efectos del sol y la lluvia, pero la tinta del bolígrafo se ha ido decolorando. "Te quiero", dice con letras bien grandes un post-it en el palo de una señal de prohibido aparcar. "Compta amb mi", comunica en otra nota. Las tres palabras van acompañadas del dibujo de un par de corcheas. Se intuye una referencia sutil a la canción de Txarango.

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Pasan los días y el individuo renueva los mensajes. Se vislumbra una obstinación preocupante. En la era del whatsapp la aludida habrá optado por bloquearlo y el infeliz se ha visto obligado a recurrir a la prosa epistolar callejera. Los vecinos, cuando se encuentran, meten cucharada y especulan sobre la relación. Otros añaden comentarios o pegan otras notas adhesivas: "Tía, pasa de él", "Déjala en paz". Lo que hace décadas se hubiera interpretado como una historia romántica se percibe ahora como inquietante e incómodo. Ojalá la receptora de las notas haya cambiado de ruta.