Tribunales

Condenada Elizabeth Holmes, la cara oscura de Silicon Valley

Un jurado considera que es la protagonista de una estafa sonada a los inversores de la 'start-up' Theranos

WashingtonHace unos años, Elizabeth Holmes era vista como la personificación de una nueva generación de grandes emprendedores de la Meca de la tecnología norteamericana. Pero en vez de ser Steve Jobs (una figura a la que idolatraba y al que incluso le había copiado los característicos jerséis de cuello alto) ha resultado ser Ícaro, protagonista de una de las implosiones más fascinantes de la historia de Silicon Valley, y un nuevo nombre en el listado de estafas de guante blanco en los Estados Unidos.

Este martes de madrugada Holmes ha sido declarada culpable de cuatro delitos de fraude, y podría acabar hasta veinte años en la prisión.

Lo que podría haber sido un cuento de éxito tan clásico de Silicon Valley ha acabado siendo la historia del auge y la caída de una empresaria que hizo creer a grandes políticos y fortunas que su compañía de biotecnología Theranos podía hacer lo que se creía imposible: revolucionar los análisis sanguíneos y hacer que con solo una gota de sangre se pudieran detectar enfermedades y patologías.

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Un adelanto inimaginable que llevó a figuras como Henry Kissinger a dejarse seducir e integrar el consejo de administración de la empresa después de invertir seis millones de dólares. No fue el único: la seducción de Holmes también tuvo éxito con el expresidente Bill Clinton, el multimillonario mexicano Carlos Slim o el magnate mediático Rupert Murdoch, por ejemplo. Todos creyeron en el proyecto e invirtieron, ciegos ante la montaña de engaños y mentiras de una compañía que llegó a tener un valor de 9.000 millones de dólares. Un precio estratosférico para una empresa creada por una estudiante que cuando tenía diecinueve años había dejado los estudios de ingeniería química en Stanford para dedicarse a Theranos.

Las primeras máquinas llegaron a los establecimientos y la popularidad de Theranos y Holmes parecía imparable. Hasta que una investigación de The Wall Street Journal, en un momento en el que ya había dejado atrás la novedad y ya estaba consolidada como una gran estrella, descubrió que todo era un engaño. La tecnología no era tan confiable como hacía creer, ni funcionaba como se promocionaba. Y la caída fue estrepitosa: en un par de años colapsó y dejó a la vista de todo el mundo un entramado más próximo a la estafa que a la revolución médica. Este martes de madrugada ha tocado fondo con la resolución de un jurado: culpable.

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Quince semanas de juicio y cincuenta horas de deliberación después, la estafa de Holmes está probada. La empresaria, que declaró durante el proceso judicial, dijo que nunca quiso engañar a nadie y que los errores fueron honestos y sin intención, cometidos cuando la tecnología que lideraba todavía podía tener alguna señal de éxito.

Hasta veinte años de prisión por cada delito

Sobre su cabeza colgaban once delitos. Solo se salvó de las cuatro acusaciones de fraude a pacientes de la empresa, y el jurado no llegó a ninguna conclusión unánime en tres estafas concretas a algunos inversores. La culpabilidad en los cuatro casos restantes (conspiración para cometer fraude) la puede encerrar dos décadas en la prisión por cada delito, según el manual. Sin embargo, es bastante improbable que llegue a una sentencia tan contundente.

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La resolución final todavía puede tardar meses en llegar, y se entrará en un proceso de alegaciones que puede durar años. De momento, Holmes está en libertad bajo fianza.

Lo que ha quedado claro es la tracción que ha tenido el caso. Siempre había colas de gente fuera del juzgado intentando entrar para ver a la protagonista de una historia que tiene un circo mediático alrededor. El cuento de Theranos ya tiene un documental, un podcast y un libro; en marzo se espera que se estrene una serie en la plataforma Hulu, y a finales de año Apple anunció que llevará la historia al cine, con la actriz Jennifer Lawrence en el papel de Holmes. El título, Bad blood: Mala sangre.