Fraude

JuicyFields, la estafa de la “gran familia italo-ruso-colombiana” del cannabis

El negocio del cannabis que prometía rentabilidades de hasta el 66% deja tirados a miles de inversores

Barcelona"No sabemos si denunciar, si no, si acogernos a la demanda grupal –pagando y probablemente sin recibir ni un euro–, etcétera. No lo veo nada claro. Tengo la sensación de que muchos intentan aprovecharse de nuestra situación". "He perdido 27.000 euros míos. 54.000 en total, si se cuentan las reinversiones. He perdido la fe en recuperar un céntimo, pero se tiene que intentar". "Mi pareja y yo pedimos un crédito para poner dinero en JuicyFields. Ahora hemos perdido más de 90.000 euros. Estoy jodido".

Estas son solo algunas de las miles de quejas que desde mediados de julio corren por los grupos de Telegram que han creado los usuarios afectados por el colapso de la plataforma JuicyFields, considerada la última estafa piramidal de inversiones en plantaciones de cannabis legal digitalmente. A pesar de que suena como un negocio de otro planeta, lo que hacía la plataforma era fácil: prometía rentabilidades de hasta el 66% en tres meses a cambio de hacer una pequeña inversión en su plataforma. El inversor se convertía entonces en "cultivador de cannabis sin tener que tocar una sola planta". Lo bautizaron con el nombre de crowdgrowing, fruto de juntar las palabras inglesas crowdfunding (financiación colectiva) y growing (crecer o plantar).

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Lo que parecía la inversión del siglo, y que prometía invertir en cultivos de cannabis legal sin tener que tocar ninguna planta, ha resultado ser un fraude. Los propietarios de la empresa, JuicyFields, con sede en Holanda, han desaparecido con los centenares de millones de dólares que los inversores tenían en la plataforma. De hecho, queda por confirmar la cifra total de las pérdidas: algunos abogados aseguran que son 500 millones, otros aumentan la cifra hasta los 9.000 millones.

En total, hay más de medio millón de afectados que tienen las cuentas congeladas, y entre 40.000 y 50.000 son españoles, el país con más afectados, según datos de la Plataforma Nacional de Afectados por JuicyFields.

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Ante la situación, centenares de afectados han presentado querellas colectivas, y los grupos de Telegram –habituales en inversiones online no reguladas, como las criptomonedas– echan humo con nuevas vías para reclamar el dinero.

El negocio perfecto

"Era un negocio redondo", explica uno de los afectados. "Podías hacer una inversión pequeña, de solo 50 euros, y obtener más de 80 en solo tres meses; o hacer una inversión inicial más grande, de 2.000 euros, con rentabilidades todavía más altas", detalla este usuario. Cada inversión representaba una planta de marihuana medicinal, de más o menos calidad: cuando ya había brotado, la plataforma avisaba al usuario de que ya podía vender el producto y obtener así este regreso. O bien reinvertirlo en otra planta, lo que hacían gran parte de los usuarios.

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Pero no todo podía ser tan idílico. Cuando la plataforma empezó a crecer, varios inversores y medios de comunicación empezaron a alertar de una posible estafa. De entrada, ya había algunos detalles que no daban buena espina. Primero: cualquier persona de más de 21 años podía crearse un usuario y vincularlo a su banco o a su cartera de criptomonedas, y convertirse así en cultivador digital. Desde la plataforma no se requería el DNI ni ningún tipo de documento legal o identitario. Y segundo: unas rentabilidades astronómicas.

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También los organismos oficiales, como la Comisión Nacional del Mercado de Valores española o la Autoridad Federal de Supervisión Financiera alemana, incluyeron JuicyFields en la lista de posibles organizaciones fraudulentas. De hecho, en un reportaje sobre la plataforma publicado en eldiario.es, el abogado Luis Garvía ya alertaba que los usuarios "no tienen ningún tipo de protección legal en caso de que la empresa desaparezca". Incluso las autoridades holandesas, donde en principio estaba inscrita la sede de JuicyFields, avisaron de que era una posible estafa, puesto que, a pesar de que estaba correctamente registrada, no tenía ninguna licencia para ofrecer servicios financieros.

El principio del fin fue el 11 de julio, cuando los usuarios recibieron por correo electrónico un aviso de que "a causa de diferencias entre la plantilla y la dirección" los trabajadores se declaraban en huelga. Seguidamente, se congelaron las cuentas de los usuarios bajo la promesa de que solo sería por un par de días. Al cabo de tres días, se hizo pública la renuncia del consejero delegado de la empresa, Willem van der Merwe, cuando llevaba solo dos meses en el cargo. Su predecesor, Alan Glanse, declaró a través de sus redes que la empresa lo había echado hacía unos meses y que él no se ha "llevado el dinero de nadie".

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El resto de los directivos han ido desapareciendo. La cara visible, Zvezda Lauric, que se presentaba como la directora de comunicación de la empresa, explicó públicamente que las redes de la empresa habían sido jaqueadas y que estaban a la espera de liberar los fondos; más tarde anunció que el nuevo director general había renunciado y ella misma se desmarcó de la empresa. Los trabajadores de la compañía mandaron una carta a los inversores explicando que desde junio habían dejado de cobrar y que no podían "entender que todo fuera mentira".

El último comunicado de la empresa data del 19 de julio, pero esta vez "parecía una broma", explica un inversor. El comunicado en cuestión, bajo el asunto "Se necesitan voluntarios" y que todavía se puede consultar en la web oficial, dice lo siguiente: "Utilizad las siguientes direcciones de correo electrónico para enviar vuestra historia, expresar en voz alta lo que tenéis que decir, enviar una garantía para un reembolso de emergencia o hacer un largo camino de conversaciones interminables con nuestros abogados. [...] Asimismo, los chicos con capucha negra pueden enviar sus propuestas indicando las cantidades de hachís o flores que pueden vender mensualmente a mafia@juicyholdings.com. Al fin y al cabo, es bueno formar parte de una gran familia italo-ruso-colombiana".

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Todo apunta a que los inversores no recuperarán la totalidad de su dinero.