Laboral

Isabel Vila, la desconocida primera sindicalista catalana

Un libro recuerda la figura de la activista ampurdanesa, que luchó contra el trabajo infantil

BarcelonaEl 30 de agosto de 1872, en la explanada de lo que ahora sería el paseo marítimo de Sant Feliu de Guíxols, unos 1.500 obreros asistían a un mitin multitudinario. Un discurso proselitista les alentaba a superar los temores que les impedían luchar por mejorar su situación laboral ya rechazar las proclamas de los curas que condenaban al infierno a quienes se afiliaban a un sindicato. Quien llamaba a la revolución obrera desde el estrado, en un momento en que el monopolio de la palabra era eminentemente masculino, no era un hombre. Era Isabel Villa.

Éste es el nombre poco conocido de la que ha sido documentada como la primera mujer sindicalista catalana por estudiosos como el historiador y político Francesc Ferrer i Gironès. Ahora su vida cuenta con un nuevo homenaje en forma de libro –Isabel Vila, la primera sindicalista catalana– escrito por Toni Strubell, ex diputado en el Parlamento y miembro de la junta de la Comisión de la Dignidad, y por Núria Bassa, con ilustraciones de Pilarín Bayés y editado por Libros del Siglo.

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Nacida en Calonge en 1843, Isabel Vila venía de una familia de taperos del Empordà, una región con mucha actividad corchera gracias a las grandes extensiones de encinas. Los trabajadores de esta materia prima disfrutaban de un cierto bienestar, con unos sueldos algo mejores que los de otros sectores, pero todavía sufrían las jornadas laborales de más de diez horas y el trabajo infantil. En ese contexto, Vila se quedó huérfana de padre con 14 años y trabajaba para ayudar a la madre, la abuela y sus cuatro hermanas. En los ratos libres, aprendía a leer y escribir para ser maestra algún día. “Entonces ella vivía en Llagostera, una población muy republicana y luchadora, y donde en 1869 participó en un manifiesto firmado por 800 mujeres contra las levas militares, que dejaban a las familias sin jóvenes porque muchos morían en la guerra o por enfermedades tropicales como la fiebre amarilla”, explica en el ARA Strubell.

El autor explica que Vila ocupó la secretaría de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) de Llagostera y que es precisamente ese puesto de responsabilidad el que la califica de la primera mujer sindicalista de la que se tiene constancia en Cataluña . “La documentación sobre el movimiento obrero del siglo XIX es muy deficiente, pero cuando se crea en Barcelona el diario principal de la Internacional, que se llama Federación, encontramos que la propia Vila hace de corresponsal y escribe sobre los progresos en materia laboral en el Baix Empordà”, dice Strubell.

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En su activismo, Vila dedicó muchos esfuerzos a protestar por el incumplimiento de la llamada Ley Benot, que regulaba el trabajo infantil para que los menores de 10 años no trabajaran ni los niños de 13 años trabajaran más de cinco horas al día. Esta lucha le hizo ganar el apodo de Isabel Cinco Horas. "Topó con la oposición, como pueden imaginar, de la patronal; pero también de los propios padres, que necesitaban los cuatro reales que podían ganar a sus hijos", remarca uno de los autores del libro.

Exilio y educación femenina

A Vila también se le reconoció su papel en la huelga más larga jamás celebrada en las comarcas gerundenses: un año y medio de paro de los obreros de la construcción, que tuvo mucho éxito en Sant Feliu de Guíxols y que justamente recibió el apoyo económico de los trabajadores del corcho. "Cuando cae la Primera República, ella se va al exilio en Carcasona, donde vivió con una familia de masones catalanes y se acabó de formar en matemáticas, francés o latino", relata Strubell. A su regreso, una ley borbónica que impedía a los perseguidos vivir a menos de 90 kilómetros de las poblaciones donde habían sido militantes le obligó a cambiar Llagostera por Barcelona.

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Fue en la capital catalana donde empezó a ejercer de maestra y creó su propia escuela en la calle Consell de Cent, aunque más adelante aceptó el encargo de dirigir la escuela laica de niñas de Sabadell bajo el patrocinio del Instituto de Nueva Enseñanza. "Entonces prácticamente no había mujeres en la educación, que por aquel entonces era muy limitada para las chicas, a las que sólo enseñaban a coser y cuatro cosas más", remacha el autor. En los últimos años de la vida de Vila, que murió en 1896 de un derrame cerebral, les dedicó a que las asignaturas hasta entonces reservadas a los chicos también llegaran a las aulas donde sólo estudiaban niñas.

En los últimos años, Strubell, Bassa y otros académicos y artistas han iniciado diversas acciones para recordar la memoria de Vila, que se han materializado a través de libros, caminatas conmemorativas e incluso una obra de teatro musical.