Farmacia

Reig Jofre pasa página de la vacuna de Janssen y ya prepara una nueva planta en Catalunya

La compañía quiere fabricar productos biológicos, si puede ser, cerca de sus instalaciones actuales

BarcelonaLa farmacéutica Reig Jofre no se detiene a pesar del chasco provocado por la falta de vacunas de Janssen.

Esta compañía familiar tuvo un éxito inicial en plena pandemia al conseguir que la americana Janssen le adjudicara un contrato para fabricar su vacuna en las instalaciones que acababa de abrir en Sant Just Desvern. Pero la vacuna no ha llegado nunca. A pesar de que Reig Jofre no quiere dar detalles por el secreto que imponen los contratos de confidencialidad, lo cierto es que Janssen ha vendido muchas menos vacunas de lo que preveía inicialmente. "Las necesidades de producción las marca el cliente", se limita a decir Ignasi Biosca, consejero delegado de Reig Jofre. "Nosotros nos pusimos a su disposición". Como consecuencia, Reig Jofre bloqueó la fábrica de Sant Just, pero los pedidos no llegaron. "Nunca se sabe la demanda que habrá para un producto y en el caso del covid todavía menos", añade Biosca.

Una vez firmado el contrato con la compañía americana, Reig Jofre dejó de atender a potenciales clientes que también se interesaban por su capacidad de fabricar vacunas. Según ha explicado Biosca, incluso despertaron el interés de Rusia por si podían hacer dosis de su vacuna, la Sputnik.

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Al final las cosas no fueron como se preveía. Seguramente por eso las acciones de la compañía, que habían llegado a superar los 6 euros a principios de 2021, hoy en día rondan los 3 euros. Pero la empresa no lo lamenta: "Sin el covid no tendríamos ahora la planta ya preparada para hacer todo lo que podemos hacer", sostiene Nerea García, directora de la instalación. A pesar de que la facturación del grupo creció un 3% el año pasado (hasta los 236 millones), el beneficio cayó hasta los 5 millones de euros, un 11% menos.

Los nuevos proyectos

Además, el grupo tiene nuevos proyectos a la vista. Particularmente, la creación de una nueva planta, si puede ser cerca de las instalaciones que ya tiene en la frontera entre Sant Just y Cornellà. La nueva fábrica sería "para hacer productos biológicos desde cero", dice Biosca. Es decir, que se harían los componentes con los que fabrican sus productos actualmente. Esto permitiría una integración vertical del negocio, eliminando proveedores e intermediarios. Y esto, normalmente, significa más rentabilidad.

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Ahora bien, este proyecto todavía está en los inicios y la compañía no ha detallado qué inversión necesitaría (para hacer la última fábrica, por ejemplo, se necesitaron 40 millones).

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Lo que Ignasi Biosca tiene claro es que para llevar a cabo esta inversión hacen falta "políticas de país" tanto en Catalunya como en España. "No pido subvenciones, sino que no haya palos en las ruedas", dice. ¿A qué se refiere? Según explica, los precios de los medicamentos están regulados, pero, a pesar de que la inflación está disparada (y, por lo tanto, el coste de fabricarlos se encarece), los precios de los medicamentos no suben. Catalunya y España tienen que decidir, añade Biosca, si quieren que las empresas destinen sus beneficios a cubrir estos aumentos de precios o, por el contrario, prefieren que tengan capacidad para invertir. Las compras de medicamentos las hacen las comunidades autónomas, pero los precios los marca el gobierno central.

"El covid nos ha demostrado la importancia de tener una industria de kilómetro cero", concluye Biosca.