La Fundación La Caixa acerca el arte para cuidar y transformar

En la recepción de CaixaForum Barcelona, ​​pequeños grupos conversan en voz baja y con prudentes gestos. Son un grupo de cuidadoras. Algunas ya se conocen, otras no, y hoy visitan la exposición inmersiva Somos Naturaleza, una experiencia que les regala algo que el día a día les niega: una pausa, perspectiva y la certeza de que no están solas. La actividad, impulsada por la iniciativa Cultura para Todos junto a los programas sociales de la Fundación "la Caixa", les recuerda que la cultura no es un lujo, sino un derecho.

El grupo –la mayoría mujeres en torno a los 60 años– participa en la Escuela de Cuidadores, una iniciativa del programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación La Caixa que hasta ahora ya ha ofrecido formación y acompañamiento a casi 10.000 personas, entre cuidadoras de familiares y voluntariado del programa.

La visita a la exposición inmersiva permite a las personas cuidadoras desconectar, aunque sea por unas horas, del reloj implacable de los cuidados. La actividad se enmarca en la iniciativa Cultura para Todos, que trabaja desde hace años para eliminar barreras y facilitar el acceso a la cultura a las personas que más lo necesitan y que se pueden encontrar en una situación de vulnerabilidad: grupos de duelo de adolescentes, personas mayores en situación de soledad, personas en proceso de inserción laboral, madres solteras con niños en situación de pobreza, personas profesionales.

Una experiencia que envuelve

Después de una breve ronda de presentaciones, una educadora de CaixaForum conduce al grupo a la primera planta, donde comienza el recorrido por Somos Naturaleza. La exposición es una instalación audiovisual inédita en España que invita a reflexionar sobre la biodiversidad, la interdependencia de los ecosistemas y la urgencia de proteger el planeta.

"No voy a hablar mucho", advierte la educadora, y añade que "es una exposición diferente a otras, ésta debe sentirse". Y así lo hacen. El grupo avanza por un pasillo en penumbra para encontrar, tras una cortina, el primer estallido visual. Una gran sala con proyecciones en 360 grados se llena de imágenes de animales y paisajes de todo el mundo. Cuando el suelo se inunda virtualmente de olas, una de las cuidadoras simula que anda sobre el mar. "Te dan ganas de descalzarte y caminar por encima del agua", dice sonriendo.

En la segunda sala, el tono cambia: las imágenes son abstractas, creaciones de arte digital que evocan universos, células u organismos interconectados. Un mensaje en pantalla dice: "Nuestra misión del mundo determina nuestras acciones". Esta frase resuena en alguno de los participantes, como es el caso de Inma, que tuvo a su cargo a una persona durante una década. "Me hace pensar en la necesidad de cambiar de perspectiva y tomar distancia respecto del día a día –explica– y salir de esa visión de túnel a la que estamos acostumbrados".

La tercera sala cierra el recorrido con una hebra de esperanza. Imágenes poderosas de la naturaleza se entrelazan con proyectos en los que se trabaja para protegerla. El mensaje está claro: trabajando de forma colectiva es posible un planeta mejor. Esto cala en las cuidadoras y les permite salir de la exposición con un mensaje de optimismo y esperanza.