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"El problema no es que no hayamos sabido contar bien la dictadura, sino no haber contado bien la libertad"

Expertos debaten los retos en memoria histórica, medios y justicia social, en una mesa redonda organizada por el ARA junto con el gobierno de España

Tom Colomer
28/11/2025

En un momento en que la memoria democrática ocupa un puesto central en la agenda pública, el ARA ha reunido este miércoles a tres voces expertas para analizar cómo Catalunya y España afrontan las discriminaciones que han atravesado su historia y que todavía persisten. En la Sala Oriol Bohigas del Ateneo Barcelonés, en el corazón de Barcelona, ​​Lluís Rambla, trabajador social, profesor de trabajo social y patrón de la Fundación LGTBIQ+; Laia Gallego, historiadora y arqueóloga, y Antumi Toasijé, historiador, escritor y artista, dijeron que sin transparencia, pluralidad y una clara voluntad de incorporar todas las voces silenciadas, "no puede haber un relato democrático completo".

Una memoria que explique el pasado para transformar el presente

El debate fijó, de entrada, que la memoria democrática es una herramienta viva y ampliable: debe permitir identificar discriminaciones estructurales de género, raciales, lingüísticas y contra el colectivo LGTBIQ+, e integrarlas en un relato compartido. Y debe hacerlo con plena transparencia: garantizar acceso a datos, revisar archivos y evitar que las políticas públicas perpetúen desigualdades. "La democracia y los derechos no son un regalo que te hace alguien con más poder", recordó la moderadora y periodista del ARA Silvia Marimon.

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Las libertades sexuales y de género, en el centro

Lluís Rambla subrayó que, pese a los grandes avances, las discriminaciones contra el colectivo LGTBIQ+ no son cosa del pasado. Recordó que "durante la dictadura todo el mundo castigaba la homosexualidad" y apuntó que en España, la ley de vagos y maleantes –modificada en 1970 por la Peligrosidad Social– sirvió para encarcelar a gays y "rehabilitarlos" por medio de torturas. "El movimiento gay catalán surge para combatir esta ley promulgada no hace tanto", remarcó.

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Asimismo, alertó del uso perverso que algunas corrientes políticas hacen hoy de la defensa de los derechos del colectivo LGTBIQ+: "La homofobia es condenada, pero solo por atacar a la inmigración. Es la excusa para decir: «Mirad qué hacen los musulmanes, que no respetan los derechos". Sin embargo, celebra el camino recorrido: "España es uno de los países con mayor aceptación de la homosexualidad y eso me hace sentir orgulloso porque da sentido a nuestra lucha".

Combatir los silencios y huir del catastrofismo

La historiadora y arqueóloga Laia Gallego reivindicó la importancia de desenterrar lo que no aparece en los registros oficiales: espacios de internamiento, violencias invisibles y colectivos que la historia ha dejado fuera. "La democracia es perfectible: no se acaba con la Transición", apuntó, y alertó de que las discriminaciones no comienzan ni terminan con el franquismo.

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También pidió una mirada matizada al presente: "Se está generando alarmismo con que los jóvenes son fascistas. Debemos leer bien los datos y no caer en la trampa de la polarización". Para Gallego, es necesario explicar mejor el funcionamiento democrático: "Quizá el problema no es que no hayamos sabido explicar bien la dictadura, sino no haber explicado bien la democracia y, sobre todo, la libertad".

La memoria, defendió, debe ser colectiva y diversa. "Debemos vigilar desde dónde se promueve: la iniciativa debe ser siempre comunitaria", añadió Gallego. Y, además, defiende que el lema debe ser "Nunca más, en ninguna parte, contra nadie".

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El racismo estructural, una persistencia incómoda

Por su parte, el historiador, escritor y artista Antumi Toasijé ofreció una mirada incisiva sobre la memoria afro-descendente: "El ser humano es un ser de memoria corta. Después de tres generaciones, hay cosas que ya no se acuerdan". Reivindicó una larga tradición de lucha antirracista: de los moriscos en el siglo XVII al movimiento antiesclavista con fuerte presencia negra en el siglo XIX.

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Para Toasijé, el racismo aún genera desigualdades: "La modernidad no se explica sin el racismo. El blanquismo tiene el privilegio de la verosimilitud: todo el mundo se les cree sin tener que esforzarse". Asimismo, reclamó políticas de reparación y de derechos, y advirtió de que "no es suficiente con ser ideológicamente de izquierdas, sino que hay que ser proactivos".

También señaló que la memoria colonial está prácticamente ausente de la memoria democrática: "Europa se ha construido sobre la explotación colonial. Hace falta una regularización masiva para que todo el mundo tenga derechos.

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Una memoria orientada al futuro

En una intervención final bastante coral y una breve ronda de preguntas, los tres ponentes coincidieron en que los relatos sobre el pasado condicionan el futuro y que la lucha por la memoria democrática sigue abierta. "La Transición no fue una ruptura, sino un pacto mutuo, y la judicatura es lo que mejor se ha mantenido", recordó Rambla. Por eso, Toasijé cerró el debate reclamando acción y esperanza: "No podemos quedarnos sólo en el papel de víctima, hay que construir un horizonte político donde todas las vidas cuenten".