Ciencia

El sol cada vez arde más: ¿percepción o realidad?

Esta sensación tiene explicación científica, y la actividad del Sol no es la culpable, sino lo que ocurre en la Tierra

BarcelonaQuizás lo ha oído decir alguna vez o lo ha verbalizado usted mismo: el sol cada vez quema más. Ahora puede dar la impresión de que en la playa no se puede estar tanto como antes, o incluso sois de los que ya han tomado medidas de protección adicionales por la calle, donde empieza a verse algún paraguas para protegerse de la radiación solar en vez de la lluvia. Los científicos tienen una explicación sobre lo que puede motivar esta sensación, pero justamente el Sol no es el responsable. En cualquier caso, no tienen ninguna duda de que hay que tomar medidas para protegerse de la radiación solar incluso más allá del verano para que, por mucho que haya influencers que recomiendan tomar el sol sin miramientos, hacerlo puede derivar en efectos muy dañinos para la salud.

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Estamos "más expuestos que nunca" al sol

2022 y 2023 han sido los años más cálidos y secos en Cataluña desde al menos en 1950, resalta el jefe del Área de Climatología del Servicio Meteorológico de Cataluña, Marc Prohom. Un incremento de las temperaturas máximas se asocia a una mayor persistencia del cielo despejado, como se constata con la insolación o número total de horas de sol medio, que se ha incrementado en el período 1951-2023 a un ritmo de casi 35 horas por decenio. Ahora existen unas 254 horas anuales de sol más que a mediados del siglo XX. Ante esto, Prohom hace una primera constatación para sacar el entramado de si el sol quema más: "Lo que es seguro es que estamos más expuestos que nunca al sol".

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La moda de tomar el sol tiene un siglo de historia

Antes de principios del siglo XX "estar moreno era signo de baja clase social y estaba mal visto", relata Carrascosa, porque significaba que no te quedaba otro remedio que ir a trabajar al aire libre: "Era signo de antiestatus". Tomar el sol lo puso de moda la diseñadora francesa Coco Chanel en los años veinte del siglo pasado, y en los sesenta y setenta, coincidiendo en que en Europa y EEUU la clase media empezó a disfrutar de vacaciones pagadas, "empezó a ser un signo de estatus": quería decir que tenías vacaciones y quizás segunda residencia.

La radiación solar no se ha incrementado

La piel puede verse afectada por la radiación solar, que va del infrarrojo al ultravioleta. Ahora bien, por mucho que parezca que el sol quema más, el hecho es que "no emite más radiación que antes", dice Àngels Aran, profesora del departamento de Física Cuántica y Astrofísica de la UB. Los ciclos de actividad solar, en los que el Sol puede emitir mayor o menor radiación, son de 11 años, y justo ahora estamos en el punto máximo de actividad del presente ciclo. Aran explica que una de las medidas habituales de la actividad es el número de manchas solares y, "en los dos últimos ciclos solares, que es cuando la gente puede estar diciendo que ahora quema más el sol, ha habido menos manchas, o sea, ha habido menos actividad que en ciclos solares pasados".

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Así, ¿por qué parece que el sol arde más?

Esta sensación es multicausal, afirma la profesora del departamento de Física Aplicada de la UB Yolanda Sola. La radiación que nos llega a la Tierra depende del ciclo solar, de la época del año —cambia la orientación con la que inciden los rayos— y de la actividad de la atmósfera. Con las medidas que se han aplicado en las últimas décadas para facilitar la regeneración de la capa de ozono, en los últimos 15 o 20 años "no tenemos cambios en la capa de ozono que puedan decirnos que nos llega más radiación ultravioleta ", destaca Sola, así que los motivos hay que buscarlos más a ras de suelo, tal y como sintetiza Aran: que el sol arde más "es una percepción que tenemos meramente porque toleramos peor las temperaturas", que van al alza.

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Según Sola, en la sensación de que el sol arde más también juegan un papel esencial la nubosidad y las partículas aerosoles contaminantes, que usualmente reducen los niveles de radiación, excepto en el caso de algunas nubes, que pueden elevarlas por el efecto de la reflexión sobre su superficie. Ahora en verano, cuando estamos en la playa, el agua presenta cierta reflectividad y también la arena, donde es bastante alta. "Podría ser que un 20% de la radiación que llega la refleje la arena", detalla.

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Ahora bien, que el sol quema hace falta tenerlo presente todo el año. "Tenemos un aumento claro de las temperaturas en el marco del cambio climático y hacemos erróneamente la relación que hace calor y soy consciente de que el sol está produciendo algún efecto", subraya Sola, pero por ejemplo en Barcelona en abril los niveles de radiación ultravioleta son similares a los de septiembre, y hay que protegerse igualmente en ambos meses aunque en abril tengamos menos calor. Además, en invierno hay que tener presente la alta reflectividad de la nieve y, aunque no haya nieve, en la alta montaña la radiación atraviesa menos demasiado atmosférica y probablemente sea un ambiente menos cargado de partículas contaminantes, de forma que hay menos factores que atenúen la radiación.

Cómo nos puede afectar la exposición al sol y al calor

No toda la radiación ultravioleta nos afecta igual, especifica Sola. En cuanto a la C, "si no existiera la capa de ozono, la vida como la entendemos ahora no existiría", porque es una radiación que en el momento que tocara la piel produciría quemaduras. De las otras dos, el jefe de dermatología del Hospital Can Ruti, José Manuel Carrascosa, dice que la B, que es más energética, "es la que más se asocia a los efectos inmediatos", al eritema solar -el que conocemos como una quemadura—, mientras que la A "penetra a mayor profundidad, provoca más manchas y arrugas, y favorece más el cáncer". Con el calor, se incrementa la radiación infrarroja, potenciando la inflamación.

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La radiación del futuro dependerá de las nubes

Los terrícolas del presente difícilmente veremos cambios remarcables en la luminosidad del sol, que es la energía que emite el Sol por unidad de tiempo en todas direcciones y que nos llega en forma de radiación electromagnética. "Yo no prevería ningún cambio sustancial, porque la estrella está en su fase más estable y continuará así miles de millones de años", vaticina Aran. Ahora bien, los niveles de radiación ultravioleta, según Sola, "puede que aumenten por la disminución de la nubosidad", es decir, el aumento de temperaturas generalizado puede comportar que en algunos lugares haya menos nubes y que esto se traduzca en mayores niveles de radiación.

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Desde el Meteocat, Prohom también avisa de que, salvo un giro inesperado, "todos los escenarios del cambio climático indican que la temperatura acabará incrementándose" y son de prever "condiciones de insolación persistentes", con un techo máximo: las horas que tiene el día cuando no sea de noche. Sola añade que las partículas contaminantes también deben tenerse presentes de cara al futuro de los niveles de radiación solar, pero todo apunta a que la clave está en las nubes. Por todo ello, la sensación de que el sol quema más da la impresión de que nos acompañará de por vida.

Hay que protegerse (a pesar de lo que digan algunos 'influencers')

Carrascosa tiene 56 años y recuerda que, de pequeño, "no había prácticamente ni cultura ni posibilidades técnicas de protección solar". Ahora que ha mejorado mucho se abren paso ideas negacionistas amplificadas por algunos influencers como el callos solar –teoría sin evidencia científica que pregona exponerse al sol sin protección para generar “tolerancia solar”– y que hacen que las nuevas generaciones vuelvan a exponer -se mucho. Sin embargo, los científicos han constatado una relación directa entre la sobreexposición solar y el cáncer. "En los últimos años la incidencia del cáncer de piel se ha incrementado un 40% en España", advierte Carrascosa, y añade que "la incidencia del daño solar entre las personas mayores y de mediana edad es enorme".

El dermatólogo vaticina que el cambio climático puede cambiar la moda de tomar el sol sin protección, porque "si estás a 40 grados el sol no te da ningún gusto, es insoportable". Mientras, invita a los jóvenes incrédulos con la ciencia a que hagan una prueba empírica: que miren a su alrededor a la gente mayor que se haya expuesto mucho al sol qué calidad de piel tienen –dice que pueden tener la piel con manchas o quizá alguien haya pasado por un cáncer– y lo comparen con cómo es la piel de alguien que no ha tomado tanto el sol. Asimismo, recomienda protegerse evitando exponerse en las horas punta o con fotoprotección física (sombrillas, gorras, cremas...), hidratarse bien, tener una dieta saludable –las frutas y verduras aportan muchos antioxidantes– y evitar el tabaco, porque potencia los efectos nocivos de tomar el sol.

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