Cabaret Pop

Adiós a Maria Riva, la actriz centenaria que sufrió todos los abusos de su madre, Marlene Dietrich

La única hija de la mítica intérprete logró triunfar también en el mundo de la actuación pese al tormento que sufrió junto a su madre

09/11/2025

BarcelonaHace escasamente una semana ha muerto por causas naturales Maria Riva, una actriz que triunfó en televisión pese a la siempre alargada sombra de su madre, la actriz y cantante berlinesa Marlene Dietrich. Madre de cuatro hijos, Riva fue despedida ante los medios por su hijo mayor, Peter Riva, quien señaló "la inteligencia, los consejos y la profunda comprensión humana de María". "La familia encuentra consuelo al saber que ahora se reúne con su marido William, con quien compartió 50 años de matrimonio, su hijo mayor Michael y sus padres, Marlene y Rudi", ha añadido Peter, quizás tomado por una especie de deseo irracional de reconciliación entre su madre y la que fue su abuela. Sin embargo, a juzgar por la biografía de Maria Riva quizás preferirá no encontrar a su madre en el cielo, si es que tal cosa existe.

Maria Riva nació en Berlín en 1924 fruto del matrimonio entre el director cinematográfico Rudolf Sieber y la actriz y cantante Marlene Dietrich, considerada un mito del cine y la novena mejor estrella femenina de todos los tiempos según el American Film Institute. Pese a que ese contexto familiar podía parecer para muchos el ideal para criar a una hija única a la que nunca faltaría de nada, la realidad es que a la entonces pequeña María Sieber carecieron de las cosas más esenciales. El matrimonio formado por Dietrich y su marido, que nunca tuvieron una relación sentimental real, pero que estuvieron casados ​​desde 1923 hasta que él murió en 1976, fue un absoluto tormento para la hija, a la que trataron con toda la crueldad, como ella narraría y demostraría de adulta con pruebas de todo tipo.

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Aislada

Su madre se la llevó de Berlín a Los Ángeles de pequeña, haciéndole seguir el rastro de su carrera hollywoodiense. Un cambio abrupto para una criatura, que atravesaba el Atlántico para instalarse en Estados Unidos a una edad muy precoz. Ese trasiego no le importó lo suficiente a Dietrich para matricular a la niña en algún colegio que le ayudara a arraigarse en el país ya hacer amistades. Ignorando las necesidades de la criatura, le hizo vivir una vida de adulta llevándola siempre a su lado y educándola a través de institutrices. Aquella situación se prolongó años y cerraduras hasta que la niña fue internada en Suiza, donde pasaba todo el año menos el verano, cuando volvía alcalent materno. De joven, Riva ya escogió –nunca sabremos si libremente o no...– la interpretación como carrera, un oficio en el que ya había debutado de pequeña cuando Dietrich la fichó para hacer de su hija en la película Capricho real.

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A lo largo de su vida se formó en varias ocasiones para ser una actriz respetada. De hecho, llegó a ser incluso profesora de interpretación en la Universidad de Fordham, en EE.UU. Allí precisamente conoció quién sería su marido para el resto de su vida, el escenógrafo William Riva, del que nunca se separó entre 1947 y 1999, cuando él murió. Ella ya había estado casada previamente, pero su matrimonio había durado sólo un año. Su primer esposo fue el también actor Dean Goodman. Más adelante confesaría que se casó con él sólo para huir del lado de su madre.

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Éxito profesional

Ya casada con William Riva, la actriz se hizo un buen sitio en la escena interpretativa de EEUU. Durante la década de los 50 logró un jugoso contrato con la cadena CBS, una asociación que le reportó dos nominaciones a los Emmys. Aquello se acabó en seco cuando en los sesenta regresó a Suiza donde había sido internada para vivir alejada del ruido que siempre le había acompañado. Pese a que en los años ochenta se prestó a trabajar en una comedia cinematográfica de Richard Donner, su retorno más absoluto para el gran público se dio con el libro biográfico que le dedicó a su madre en 1992, después de que la mítica intérprete de Lili Marleen muere. A lo largo de 800 páginas, Riva enumeró todos los detalles del calvario que le tocó vivir junto a su aclamada madre, acompañada en todos los hechos por su marido, que salió igual de mal parado que la actriz de ese libro.

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Tenía 70 años cuando firmó Marlene Dietrich por su hija, Maria Riva. La obra, que se convirtió en un best-seller internacional, retrataba al artista como una madre cruel y sádica que le amargó la existencia a su única hija, que sufrió alcoholismo y tener pensamientos suicidas a lo largo de su vida a raíz de aquella infancia y juventud terribles. De esa época explica que, aparte de no soltarla a la escuela, su madre le impedía socializar para poder tenerla controlada. Dietrich llevó la estrategia a límites inimaginables: según Riva, la protagonista de El ángel azul urdió una trama para que su hija fuera violada repetidamente por la niñera. El objetivo era que la hija perdiera cualquier tipo de interés sexual y se quedara soltera para siempre junto a ella, que la quería a su disposición permanentemente.

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Además, también la torturaba psicológicamente diciéndole que darle mamar le había arruinado los senos o la hacía parar loca engañándola con su edad para que ella no pareciera tan grande. Aquella forma de maltratarla se prolongó hasta la edad adulta, cuando la criticaba como actriz públicamente.

Un padre terrible

Todos estos datos crueles, Riva los apuntaló con cartas, telegramas y los propios diarios de su madre, que dejaban constancia de muchas de estas macabras acciones. Una serie de pruebas poco discutibles que sirvieron también para dejar mal a su padre, que sumado a su madre formaban un tándem terrible para su hija, pero también para las personas que tenían a su alrededor. Entre estas personas estaban los y las amantes que ambos tenían.

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Dietrich con Tami Matul, el amante de su marido

Riva se explayó con el caso de Tami Matul, una refugiada rusa amante del padre que incluso se instaló en casa del matrimonio haciendo ver –para los de fuera de casa, porque dentro de todo el mundo lo sabía todo– que era asistenta del matrimonio. Matul, aunque carecía de problemas de salud mental cuando llegó a casa de los Siebel-Dietrich, murió en un centro de salud mental de la época después de que el matrimonio le obligara a someterse a 15 abortos para borrar del mapa las pruebas de la relación que mantenía con el marido de Marlene Dietrich. Riva, que decía querer a Matulo porque le hacía de niñera y era lo más similar a lo que afectivamente había tenido como madre, relataba con frialdad que habían hecho falta "casi 30 años para romper su alma y destrozar su mente" hasta dejarla morir en un instituto psiquiátrico donde se apresuraron a morir. "Mis padres eran dos personas muy meticulosas", escribió Riva sobre el fin de Matul.

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Maria Riva, que en algunos fragmentos del libro trata a Dietrich con cierta compasión, explica que la actriz era adicta al alcohol ya los fármacos, narcisista, egoísta y que sobresalía como manipuladora de las personas que le rodeaban. Sin embargo, explicó que estos no eran sus principales problemas. El diagnóstico de la ahora desaparecida Riva es que se pasó la vida intentando ser amada de una forma enfermiza. Fue una obsesión que, a su juicio, nunca vio satisfecha, ya que, en palabras de Riva, nunca llegó a conocer realmente el amor.