María Jiménez, Pepe Sancho y el Me Too de la Transición española
La artista luchó contra la violencia machista a raíz de la experiencia personal de los tres matrimonios con Pepe Sancho
BarcelonaMaría Jiménez fue coplera, bailaora, actriz y una estrella de la sociedad española en plena Transición, pero sobre todo y antes de todo esto, era una niña del barrio de Triana, nacida en 1950, en plena migración andaluza. En una época en la que las cosas eran crudas, la sevillana explicó que allí aprendió a pasar hambre. También ha sido en Triana donde este jueves ha fallecido a los 73 años, después de haber tocado el cielo con su éxito artístico y de haber vivido en las tinieblas a causa del maltrato de su marido, Pepe Sancho.
Como muchas de sus amigas, con 15 años decidió marcharse en busca de un futuro más prometedor, y vino encontrarlo a Barcelona. Concretamente, en la entonces calle Conde de Asalto –actual Nou de la Rambla– para ser trabajadora del hogar, aunque ella prefería llamarlo criada. "¿Cómo debes seguir limpiando con ese arte que tienes?", le dijeron después de que se atreviera a salir a cantar una copla en un local cerca de la casa donde limpiaba. Ese día el brillo artístico le sacó de su futuro como trabajadora del hogar y ya no dejó de actuar. "Yo sólo sé cantar sobre lo que he vivido", decía la de Triana, por lo que también cantaba sobre muchas de las mujeres de la época que no tenían ni micrófono ni altavoces.
El camino hasta convertirse en una estrella no fue fácil. "A mí también me follaron gratis", confesó años más tarde. De hecho, Jiménez tuvo una hija con 18 años de la que nunca se supo el progenitor. "Tu número me lo callo / cuando me preguntan / que quien duerme junto a mí", decía a Tu número me lo callo. Aunque se planteó el aborto, decidió salir adelante y cargar sola con el cuidado de su primera hija, Rocío. En un segundo embarazo no deseado sí decidió abortar. Entonces ese derecho no estaba, ni de lejos, aceptado socialmente.
Las tres bodas
Hasta finales de los años setenta, los sujetos de sus canciones eran anónimos, pero pronto empezó a escribir sobre Pepe Sancho. Así fue hasta la última canción que compuso. La pareja se casó y se divorció tres veces con el intento de reconstruir una relación de poder, celos y maltrato. La primera vez que se convirtieron en marido y esposa fue en 1980. Entonces ella era la mujer del momento: reventaba el mercado musical y recibía elogios por la potencia y la visceralidad de su voz. Él también era modelo de éxito, sobre todo por su papel en la serie Curro Jiménez. En la pantalla, Sancho encarnaba todo lo que un hombre de esa época debía ser: un bandolero de un cierto misterio, cínico, ajeno a cualquier aflicción y muy atractivo. "Caí rendida a sus pies. Me enamoré hasta el tuétano". La versión del hombre cowboy era muy diferente: "Después de ocho meses de salir, María me propuso matrimonio y yo le dije que bueno. Creo que entonces yo no estaba enamorado de ella".
Al cabo de un tiempo Jiménez entonaba "Voy a perder la cabeza por tu amor / como no desperte / de una vez por siempre / de este falso sueño / y al final vea claro / que te estás burlando".Con los tres años de casados, la pareja había tenido a su primer y único hijo, Alejandro. Poco después del divorcio, se publicó una entrevista en Sancho sin ninguna sensibilidad visible. "Fue una boda condenada al fracaso, sin fecha determinada. Con ello se equivocaron los profetas, porque duró más de lo previsto". En la misma entrevista, el actor negó haber golpeado a su mujer, pese a los rumores de violencia física que corrían, aunque sí aceptaba "haberla engañado un poco". Sancho explicó que el motivo de la ruptura se debía a que "María no era una mujer hecha por estar casada" porque era "muy cambiando en poco tiempo". Años más tarde, Jiménez aceptaría haber sufrido violencia física y psicológica.
Dos años después, una tragedia incitó a volver a intentarlo. La muerte de la primera hija de María, Rocío, que murió con 16 años, y las llamadas constantes por la custodia de Alejandro, hicieron que reanudaran el contacto. Entonces se casaron en Costa Rica, en 1987, mientras Sancho rodaba la película El Dorado. El control que el actor imponía a su mujer y la depresión que Jiménez tenía tras la muerte de su hija llevaron a la de Triana a abandonar su carrera artística y a quedar relegada a las labores de casa como cuando tenía 15 años. Sancho ya no salía con alguien reconocido y los conflictos y engaños del marido continuaron hasta que volvieron a divorciarse.
A la tercera tampoco llegó la vencida, ni siquiera con la presencia del Dalai Lama. Esta vez fue en Nepal donde, más que casarse, celebraron un convite y una ceremonia ante la túnica burdeos de la autoridad suprema de Tíbet. Las imágenes de ese día ocuparon todas las portadas de las revistas del corazón, probablemente los únicos interesados en que la pareja volviera a celebrar una ceremonia y así generar contenido para vender. La bailaora definió ese periplo como un "engaño" y el actor estuvo contento de cobrar la exclusiva.
El regreso de María Jiménez
Jiménez nunca dejó de cantar y sacó el disco Eras como eras. El valenciano entendía el trabajo de su mujer como un entretenimiento para ella, "como alguien a quien se le deja un juguete". Él la seguía engañando habitualmente con Mila Ximénez y a ella la iba "arrinconando y abandonando". También llegó a recibir un corte en la cara, que escondió durante mucho tiempo. No fue hasta que su hijo Alejandro pilló a su padre con una amante que Jiménez se decidió a divorciarse definitivamente.
"Hay manchas de grasa / de lamo, de tinta / estoy harta de tanto frotar" es uno de los versos de La lista de la compra que devolvieron la de Triana a la popularidad de los escenarios. "Hacía tanto tiempo que pensaba que ya no valía nada, que sentir el calor de la gente y el increíble éxito de ese estribillo fue una caricia para mi alma", describió la cantante, que en la cincuentena había vuelto a renacer. Sin Sancho, la sevillana se empoderó. Su historia como mujer de un maltratador la contó en platós de televisión que frecuentó a lo largo de su vida adulta.
María Jiménez fue un referente para muchas mujeres que sufrían en silencio violencia machista en su casa. Tras denunciar en dos ocasiones a su exmarido, Sancho fue condenado en el 2009 por maltrato a su mujer, pese a que no entró en prisión porque el delito había prescrito. Hace un año, en 2022, creó la Fundación María Jiménez para luchar contra la violencia machista a raíz de su propia experiencia personal y con el objetivo de ser un espacio de refugio para las mujeres víctimas de malos tratos.