Medio Ambiente

Los coipús ya roban protagonismo en las carpas del Onyar y amenazan a Barcelona

La especie invasora, prolífica y descarada, ya ha aparecido en los estanques de Sils y se irá extendiendo hacia el sur

GeronaLos coipús que se han enseñado del Onyar a la altura de Girona crean una gran expectación entre los transeúntes que atraviesan los puentes de la ciudad. Tienen más requesta que las clásicas carpas, que han quedado arrinconadas también por las espinillas del Ebro, otra especie foránea mucho más abundante y que puede alcanzar unas medidas equiparables. Los coipús han encontrado en el curso bajo del río que pasa por medio de Girona, con aguas tranquilas, ricas en vegetación y orillas naturalizadas, un ecosistema perfecto para reproducirse y formar familias que se dejan ver a orillas del río o nadando en el agua y no huyen ante la presencia humana.

El coipú es un animal de origen sudamericano que llegó a Catalunya desde Francia hace unos 25 años. Puede llegar a pesar 7 kilos y se cría en Europa desde los años 20 para aprovechar su piel. Su proliferación como animal salvaje proviene de ejemplares que escaparon de las granjas. Está presente en el Alt y el Baix Empordà, en el Gironès, en el Pla de l'Estany y está a punto de entrar en la comarca de Osona. También se han visto ejemplares en los lagos de Sils, desde donde, tarde o temprano, saltará a las cuencas del Besòs y del Llobregat, entrando así en el área metropolitana de Barcelona. El biólogo Quim Pou, de la asociación La Sorellona, ​​especialista en fauna y ecosistemas acuáticos continentales, advierte que se puede frenar temporalmente o retrasar esta invasión, pero está convencido de que "es inevitable que con el tiempo se acabe expandiendo por el resto del país". Pou asegura que el aspecto de rata de este animal suele crear rechazo a la gente, aunque normalmente "los animales con pelo nos despiertan simpatía, sean o no especies invasoras".

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Un coipú nadando y comiendo al Onyar.

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A raya en los arrozales

El coipú lleva años creando problemas a los arroceros del Baix Ter, por eso tratan de "mantenerlo a raya", según explica Josep Pericay, presidente de la Asociación de Defensa Vegetal de los productores de arroz del Empordà. La actuación frente a esta plaga agrícola pasa por la instalación de trampas que permiten cazar el máximo de ejemplares, una tarea de la que se ocupa la Forestal Catalana, entidad que depende de la Generalitat de Catalunya. "Este año los coipúes no han hecho grandes derroches, sólo afectaciones leves en las orillas de los campos, cerca de las acequias o escorrentías; ahora bien, tenemos muy claro que, si no se controlara, se dispararía", explica Pericay. Este año esperan una cosecha de arroz superior a la del año pasado, aunque la temperatura debería mantenerse estable, sin altibajos pronunciados, para facilitar una maduración óptima.

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También se lleva a cabo una labor de control del coipú en el lago de Banyoles, donde derrocha los ecosistemas de ribera. De momento, como en el Baix Ter, se mantiene a raya con el trampeo.

Quim Pou explica que el año pasado su entidad logró eliminar unos 200 ejemplares de coipú en la comarca del Gironès. Siguen trabajando con dos proyectos, aunque hay menos recursos. Este año han sacado menos de la mitad. "Erradicarlo es impensable, porque es una especie muy prolífica", advierte.

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Costes desproporcionados

En el plan de gestión de contención y control del coipú del departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat se admite que la erradicación de la especie en Catalunya "es viable técnicamente pero con costes desproporcionados (personal y material necesario) en relación a los posibles beneficios obtenidos". La prioridad es limitar la expansión en las cuencas del sur del Ter y la Tordera y las cabeceras de la Muga y el Fluvià al norte. El control tiene como prioridad disminuir la densidad de población y eliminar los daños sobre hábitats y cultivos sensibles. Se calcula que en los últimos años se han eliminado unos 2.000 ejemplares de coipú en las comarcas gerundenses.

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Ponç Feliu, biólogo, ambientólogo y director del Parque Natural del Cabo de Creus y de los Humedales del Empordà, recuerda que vio por primera vez a este animal en la Camarga, en los años 80, y que entonces ya era una especie habitual en las zonas húmedas del sur de Francia. Ahora que también es un animal habitual aquí, los últimos ejemplares los ha visto en lugares remotos del cabo de Creus, como en la zona del Pení, un espacio con muy poca agua, lo que da idea de su capacidad de desplazarse y conquistar territorio. Feliu admite que es un animal que puede hacer cierta gracia a la gente, pero que acaba causando daños importantes en las balcas de los humedales, hábitat de muchos pájaros, y en los arrozales y lagunas, que pierden agua a través de las galerías que excavan. Un coipú puede llegar a tener una decena de crías anuales. "Dado que no tiene depredadores, hay que continuar con las acciones de control, ya que cualquier especie invasora ocupa un nicho de otra y tiene un impacto –asegura–. La lucha contra el coipú debe seguir, a pesar de saber que a veces la tienes perdida de entrada".

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Coipús en la Gerona turística.

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Nutrias en el Onyar

Aunque son mucho más tímidas, pero tres veces mayores que los coipús, en el Onyar también hay nutrias. Se han detectado algunas parejas que han encontrado un hábitat estable. En los últimos años se han captado imágenes fugaces, algunas incluso en la acción de cazar un pez. La presencia de estos animales siempre se ha considerado una muestra de biodiversidad y de buena calidad del agua. El animal que parece estar en retroceso en el Onyar es la clásica carpa, el icono de la ciudad, que la mayoría de la gente confunde con la espinilla del Ebro. Sin embargo, la carpa no deja de ser una especie exótica, aunque lleva muchos años proliferando en nuestros ríos. Por eso, cuando hace un par de años se realizó una operación para eliminar especies foráneas del río, también se actuó contra las carpas.

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El paté de Coipú

A pesar de la alarma y el rechazo que suele causar el coipú, su carne, con un gusto entre el conejo y la liebre, es apreciada en algunas zonas rurales de Francia por confeccionar paté (pasta de ragondin). Aprovechando la necesidad de controlar la plaga, que en Francia empezó antes que en Catalunya, le integraron en la gastronomía local. La preparación suele mezclar su carne magra con el cerdo y especias aromáticas. Aunque no es un producto de consumo masivo, se ha integrado en la cocina tradicional de tipo popular y caza. Se puede encontrar fácilmente en el departamento de Vendée, en la región del País del Loira. Aunque la caza es una forma de controlarlo, ni en Francia se ha logrado compensar la expansión del coipú.

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Un invasor más sutil

Un animal mucho menos visible que los coipúes o las espinillas del Ebro, pero tanto o más preocupante, es el misgurno, un pez alargado de unos 25 centímetros que puede recordar la anguila y que se esconde debajo del barro. Es un gran depredador y con una gran capacidad de adaptación que también prolifera en el Onyar y el Ter. Incluso es capaz de respirar aire de la atmósfera para sobrevivir en aguas estancadas con carencia de oxígeno. Se expandió a través de los acuarios y de su uso como señuelo vivo para pescar otros peces. Ahora es una amenaza para el resto de especies autóctonas y su proliferación enturbia el agua y concentra amonio.

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Dos gansos egipcios

Otro animal foráneo que también causó impacto en el Onyar a su paso por Girona fue el ganso egipcio. Una pareja se instaló allí durante un tiempo. "Aunque se trata de un animal hermoso y exuberante, un día u otro tocará actuar si la población se expande", afirma Quim Pou.