El mundo pequeño de...

Núria Esponellà: "He vivido el cáncer con los senos al aire, literal y metafóricamente"

Escritora

"Con los senos al aire", literal y metafóricamente, es como ha vivido la escritora Núria Esponellà el cáncer de mama que le diagnosticaron en octubre de 2023. Literalmente porque se lo han exigido las mamografías, las exploraciones táctiles, las sesiones de radioterapia, las sesiones de radioterapia... porque, según explica, con la enfermedad ha aprendido a valorar las cosas esenciales y, como quien tira el sujetador, a desprenderse de las corazas y de los pensamientos limitantes e inútiles para sentirse libre y quererse a ella ya su cuerpo, incluidos sus senos marcados por el envejecimiento y las cicatrices de la operación. Con los senos al aire es también el título de su último libro, donde la escritora deja testimonio del dolor sufrido, pero también del coraje y la positividad con la que ha encarado la enfermedad.

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La escritora nos recibe en su casa de Ventalló rodeada de campos de frutales, que suman 50 hectáreas con más de medio millón de árboles cultivados con técnicas respetuosas con el medio ambiente y que abastecen de "fruta madurada al sol del Empordà" la agrotienda que lleva su nombre, Fru Puigbert, junto con su hermano Joan. El frondoso jardín de su casa le regala vistas magníficas a la llanura ampurdanesa, el paisaje que tanto ama y que tanto le ha ayudado a transitar por la enfermedad. "Las escapadas al bosque y al mar forman parte de mi vida, pero ahora me las tomo como una terapia complementaria que me aporta energía y me permite apaciguar la voz de la mente, parar y descansar", explica Esponellà. Muchas mañanas sale de casa sin otro objetivo que "sentir el latido de la tierra": tumbarse en un campo, dejarse acariciar por la tramontana, buscar algún pino donde apoyar la espalda e imaginar que se une a sus raíces para recibir la fuerza de la savia, observar las higueras y los almendros que se creen. cultive, con una resiliencia y una resistencia vital que ella asocia a su manera de afrontar enfermedad.

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El cámper y el tractoret

Hija de Celrà, en 1981 se instaló en Ventalló, un pueblo que es para ella un paraíso por su proximidad al mar y al bosque, y porque le permite "vivir cerca de los campesinos". Ha visitado numerosos países, entre ellos India, donde vivió dos meses colaborando con la Fundación Vicenç Ferrer. Sin embargo, desde hace unos años disfruta especialmente de los viajes kilómetro cero, que hace a menudo con su marido con una furgoneta cámper o bien con un minitractor John Deere que se compraron para las excursiones en las que hay que ensartar caminos de montaña. "Solemos tomar caminos que transcurren entre campos y bosques, lejos de las carreteras principales, y descubrir pueblos que creíamos conocer pero que nunca habíamos pisado". También disfruta de pequeñas excursiones sola, con el tractorito oa pie. En los últimos días, por ejemplo, ha ido hasta la fuente Pagesa, situada entre Vilopriu y Colomers, y en el Pi dels Tres Troncs, entre Gaüses y Pins. "Todo esto me hace muy feliz. Me genera sensación de libertad, que es una necesidad porque cuando has vivido intensamente en las clínicas tienes una sensación de ahogo, y necesitas sentirte libre", dice.

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Arremangarse ante el cáncer

El libro de Núria Esponellà arranca con el relato de lo que debía ser una mamografía de control pero que permitió detectar dos carcinomas en el pecho izquierdo. "Cuando me lo dijeron pensé que no me lo merecía y que no tenía por qué pasar por una enfermedad como ésta, pero siempre tuve el sentimiento que me curaría. Me dije: yo me cuero, no me moriré de eso, todavía tengo mucho trabajo por hacer", explica. Dos semanas después le detectaron el segundo carcinoma en el otro pecho. "Entonces me desmonté y lloré como nunca".

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Esponellà asegura, sin embargo, que tras el choque inicial decidió "arremangarse" y, en lugar de luchar contra la enfermedad, encararla en sentido positivo. "La actitud debe ser proactiva, constructiva, con el máximo de implicación pero sin preocupación, porque si te preocupas no te ayudas", reflexiona.

Acampada cerca del Trueta

El tratamiento de radioterapia de Núria coincidió con el agravamiento de las arritmias malignas que sufría su marido, con idas y venidas al Hospital Josep Trueta de Girona y varios ingresos. "Como yo debía seguir mi tratamiento, decidí coger la furgoneta cámper y aparcarla cerca del Trueta: dormía, comía, hacía meditación... A las 12 del mediodía iba a la unidad de críticos del hospital a ver a mi marido, a las 4 de la tarde comenzaba mi tratamiento de radiote. idas al hospital caminaba por los bosques cercanos, en la zona de Taialà. Me los conozco todos.

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"Todo aquel trance lo llevé bien, pero me hizo plantear una cuestión de la que se habla poco: ¿quién cuida al cuidador que está enfermo? Yo había estado cuidando a mi suegra, mi madre y después a mi marido, y resulta que yo me pongo enferma y tengo que duro mucho de mí, pero ¿de? contar con el apoyo de las amistades que tengo, que son maravillosas", reflexiona.

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Terapias complementarias

Pese a creer firmemente en la medicina convencional y mostrar el agradecimiento al equipo médico que le ha atendido, Esponellà cree que "falla" la información sobre los efectos secundarios que causarán la radioterapia y la quimioterapia o sobre cómo prepararse para recibir estos tratamientos. "Fue a base de preguntar en Oncolliga oa personas con cáncer de mama que supe que es necesario aplicar cremas nutritivas y masajes dos o tres meses antes de la radioterapia", asegura. Cree también que, además de la atención hospitalaria, en su recuperación ha sido clave la ayuda de terapias complementarias como la meditación, la acupuntura, las visualizaciones, el yoga y, muy especialmente, el contacto con la naturaleza.

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La escritura

Autora de una docena de novelas, entre ellas la aclamada Alma de tramontana (Premio Prudenci Bertrana), y de libros de poesía como Cuaderno de Empúries, Núria Esponellà ha encontrado en la escritura una ayuda inestimable para hacer frente al cáncer. Todo lo que ha vivido desde el diagnóstico lo fue anotando en unos cuadernillos que han dado como resultado el libro Con los senos al aire. "El libro es un ejercicio de despojo total y me daba un poco de angustia hacerlo público. Me preguntaba: ¿lo guardo en un cajón? Pero después de haber ordenado los escritos para darle forma de libro los pasé a mi editora, que lo encontró precioso", explica la escritora. "Entonces pensé que si esa historia le había llegado a ella, también podría llegar a otras personas, no sólo a las que padecen cáncer, ya que hablo de lo que nos sostiene cuando todo cae", añade Esponellà.