Universidades

Quim Salvi: "La marca «Girona, ciudad universitaria» no está suficientemente explotada"

Rector de la UdG

GeronaEn la recta final de su mandato de ocho años, el párroco de la UdG, Quim Salvi, recibe el ARA en el bonito edificio de Les Àligues –un antiguo cuartel militar en el Barri Vell que ejemplifica la reconversión que ha hecho la universidad en pleno centro histórico–, con ganas de hacer balance pero también con una mirada larga. Actualmente, la UdG tiene hasta cuatro campus universitarios en la ciudad: el del Barri Vell, el del Centro, el de Montilivi y el Parque de Investigación e Innovación en la Creueta. Y a diferencia de otras universidades, se está encontrando que cada vez más estudiantes la ponen como primera opción: consecuencia directa del coste de la vida en Barcelona y las dificultades de acceso a un alquiler asequible para los estudiantes. El reto del próximo párroco será la creación del nuevo Campus de la Salud al límite entre Girona y Salt, donde debe construirse el nuevo Trueta. Las elecciones se celebran el 27 de noviembre y está previsto que el nuevo párroco asuma el cargo alrededor de las fiestas de Navidad.

Si tuviera que resumir su mandato como párroco en una frase, ¿cómo lo haría?

— Nosotros somos una institución al servicio del país y, por tanto, toda nuestra actividad, sea investigación, docencia, transferencia o innovación, debe servir para cambiar la sociedad. Y lo que he hecho es poner el foco en la innovación y modernización de la universidad, poner en el centro a las personas, que al final son las únicas que hacen las cosas, el talento.

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En la práctica, en las acciones concretas, ¿el Campus de la Salud se ha convertido en la principal acción del futuro de la UdG?

— Hemos conseguido que en un único proyecto se incorpore toda la parte hospitalaria y la vertiente académica de investigación y transferencia de generación de conocimiento que es la universidad. Son 46.000 metros cuadrados a donde van las facultades y los centros de investigación, con una antena del parque para la incubación de empresas. Hacer todo ese complejo en un mismo espacio es un modelo europeo de primer orden. Se generan sinergias porque se comparte el espacio. Este quinto campus supondrá un gran crecimiento para la UdG.

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¿Cómo impactará este nuevo campus en el tamaño de la universidad y la oferta de plazas?

— Estamos hablando sin duda del proyecto más importante de la primera mitad del siglo XXI en las comarcas gerundenses, y seguramente uno de los más transformadores de este siglo. Actualmente, medicina y enfermería están en la Antigua Normal, en la calle Emili Grahit. Hace dos años ya aumentamos las plazas de enfermería con un nuevo grupo y ahora estamos debatiendo si deben aumentar las plazas de medicina en el espacio que tenemos actualmente. También hemos planteado ofrecer 60 plazas de nuevo grado en farmacia a partir del curso 27-28.

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¿Este crecimiento es compatible con la falta de financiación universitaria? En ocho años como rector ha tenido de interlocutores a cinco consejeros diferentes.

— La volatilidad del Govern hace que las políticas no tengan tiempo para consolidarse. Y esa situación, para las universidades, es un problema. Por ejemplo, no tenemos un plan de inversiones universitarias. En la UdG estos ocho años hemos ido haciendo las cosas con recursos propios, pero aquella época de crecimiento que habíamos tenido cuando se creó la universidad se interrumpió en 2008 de forma dramática. Ahora estamos en un nuevo contexto. La universidad tiene una estructura muy resiliente: en ocho años hemos pasado de captar 15 millones de euros de investigación a 26 millones en 2024.

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Asimismo, las universidades toman el reto del bajón demográfico. ¿Cómo lo vive la UdG?

— En nuestro caso, cada vez más familias confían en la UdG para enviar a sus hijos e hijas a estudiar a la universidad. Tenemos lleno prácticamente en todas las titulaciones, y tenemos aumentos en número de estudiantes en primera preferencia que quieren venir a estudiar a la universidad. Tenemos una muy buena universidad, cada vez más reconocida, y también es verdad que cada vez cuesta más que las familias envíen a sus hijos a Barcelona porque es muy caro.

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¿También hay familias de fuera que optan por Girona por una cuestión de precios?

— Sí, tenemos cada vez más estudiantes de fuera que vienen y se instalan en Girona, también en másteres internacionales, que optan por nosotros en lugar de ir a Barcelona. En el programa de doctorado el 50% son extranjeros y en el de másteres son un 25%. Esto también lleva a incrementar la investigación ya conseguir mayor financiación.

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Hablamos mucho de Girona, pero ¿la ciudad ha hecho lo suficiente para colgarse la etiqueta de universitaria o es sólo un cartel a la entrada del municipio?

— Yo creo que podríamos ir más allá. Tengo una obsesión, un sueño: que Girona puede ser mucho más una ciudad universitaria. Con este modelo se te ocurren ciudades clásicas como Oxford, Cambridge, Bolonia, Maastricht o Salamanca. Son ciudades en las que se desdibuja qué es universidad y qué no. Nosotros estamos en todas partes y trabajamos en red con todas las instituciones, pero seguimos haciendo una promoción muy turística y no tanto talento. La marca "Girona, ciudad universitaria" no está suficientemente explotada.

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Por último, ¿qué hará a partir de enero?

— He sido seis años director de la Escuela Politécnica Superior y ocho de rector; ahora volveré a mi departamento de arquitectura y tecnología de computadores, donde me esperan ya con los brazos abiertos.