La guerra de Gaza fractura la vida política británica
La elección en la Cámara de los Comunes de un candidato antisionista por un distrito con el 30% de población musulmana hace saltar las alarmas del bipartidismo
LondresEl pasado viernes, cuando los pubs de todo el Reino Unido estaban llenos de gente que terminaba la jornada laboral y que ya sólo pensaba en las peines de cerveza que tenía por delante, el primer ministro británico, Rishi Sunak, irrumpió en las pantallas de televisión con una comparecencia tan extraordinaria como alarmista. Con tono y pose de estadista que en unos meses se enfrentará a una dificilísima campaña electoral, ya que tiene todas las encuestas en contra, Sunak advirtió sobre la radicalización de la vida política británica, "que ha hecho de la misma democracia un objetivo", de acuerdo con sus palabras.
Uno de los síntomas, las amenazas que diputados de todos los grupos parlamentarios están recibiendo bien a través de las redes o bien con hendiduras en su casa por su posicionamiento, proisraelí o propalestino, en relación con el ataque de Hamás del 7 de octubre y la brutal reacción israelí contra los palestinos, que en cinco meses de guerra ha causado al menos 30.000 muertos y que está condenado a cientos de miles de personas a morir de hambre. Todo ello, dijo Sunak, supone un "intento de los extremistas de separarnos". Sin embargo, lo que no dijo es que el clima de crispación pone de manifiesto la incapacidad o la falta de voluntad de los dos grandes partidos del sistema político británico, conservadores y laboristas, de poner distancia crítica al apoyo sin condiciones de Washington a la devastadora campaña militar de Benjamin Netanyahu.
Una incapacidad especialmente llamativa en el caso laborista. Paralizado por el miedo a que acusen al partido de antisemita –como fue habitual durante el período del corbynismo (2015-2019), magnificado con el visto bueno de la derecha pro Blair para acabar con un líder, Jeremy Corbyn, demasiado a la izquierda–, en los primeros cuatro meses y medio de guerra su relevo, Keir Starmer, no quiso llamar a un alto el fuego "inmediato" en Gaza.
Sólo las maniobras parlamentarias del Partido Nacional Escocés (SNP), que ha promovido dos mociones en este sentido, en noviembre y la última el 21 de febrero –finalmente no fue votada por la presión de Starmer al presidente del Parlamento (l 'speaker)–, le forzaron a hablar, en primer lugar, "de un alto el fuego que dure", sin especificar más. Por último, y para evitar una revuelta masiva de sus diputados, presentó su misma moción en la que se hablaba de un "alto el fuego humanitario inmediato". La del SNP no incluía el término humanitario. Además, la actitud de laspeaker, eligiendo votar la moción laborista y no la del SNP, le ha hecho perder la confianza de los nacionalistas, que le echaron una mano al líder de la oposición para evitarle una vergonzosa revuelta por su tibia posición sobre Gaza.
Un distrito en el norte de Manchester
Pero lo que ha precipitado los acontecimientos este pasado fin de semana se explica porque menos de veinticuatro horas antes de la inesperada aparición de Sunak en el atril de las grandes ocasiones, se había producido un choque electoral sin apenas precedentes. Durante las primeras horas de la madrugada del mismo viernes se anunció el resultado de la elección parcial por el distrito de Rochdale, a 17 kilómetros al norte de Manchester, que tiene el 30% de población musulmana.
El ganador del escaño fue el polémico y estrafalario ex diputado laborista George Galloway, de 69 años, que volvía así a los Comunes por cuarta vez. En ese caso como candidato del Partido de los Trabajadores. La primera vez que llegó fue en 1987, entonces como laborista por un distrito de Glasgow. Fue expulsado del partido en 2003 por su posición contra la guerra de Irak.
Galloway, que en 1994 se entrevistaba con Sadam Husein y elogiaba su "coraje y fortaleza", y que en 2006 intervenía en el programa Celebrity Big Brother pretendiendo ser un gato y dejando para la posteridad unas imágenes humillantes, demostró la semana pasada que sabe dirigir su mensaje a un grupo electoral concreto: en este caso, los musulmanes de Rochdale, hartos de la tibieza de los políticos –sobre todo los laboristas , porque el distrito es un tradicional feudo labour– en relación al asalto israelí de Gaza. No en vano, las primeras palabras de este político, populista de manual escorado verbalmente a la izquierda, al ser declarado diputado fueron "Keir Starmer, ¡esto es por Gaza!"
Pero la mala semana de Starmer en Rochdale no acaba de explicarse sin los errores del partido a la hora de elegir candidatos y sin el miedo a que acusen al laborismo, con o sin fundamento, de antisemitismo. Porque la victoria de Galloway se ha producido después de que el partido se quedara sin candidato oficial, ya que el suyo fue suspendido de militancia a una semana de la jornada electoral, cuando ya no podía ser reemplazado. El aspirante, Azhar Ali, musulmán del norte de Inglaterra, fue registrado poco después del ataque del 7 de octubre diciendo que Netanyahu "suspendió deliberadamente la seguridad" de la zona que invadió Hamás "para permitir la masacre [porque] esto les da luz verde para hacer lo que quieran [a Gaza]".
La grabación se difundió en el Daily Mail y al Mail On Sunday a mediados de febrero. Starmer intentó inicialmente mirar hacia otro lado, pero la difusión de comentarios aún más polémicos hicieron, finalmente, caer al candidato. Esto abrió la puerta a la victoria de Galloway, que ha atraído a buena parte del voto musulmán gritando contra la injusticia de Gaza. Otra cosa es que al ya veterano parlamentario le interese más su afán de protagonismo que la tragedia que tiene lugar en Palestina.
Un eslogan en el Big Ben
Los asesores del primer ministro leyeron la oportunidad de hacerle aparecer como hombre de estado en circunstancias supuestamente graves por el triunfo del populista Galloway, y ahí la razón del inesperado discurso, del que espera sacar algún rédito electoral. En cualquier caso, Sunak no ha sido capaz de llamar a un alto el fuego en Gaza, y tan sólo ha hablado de "pausa humanitaria inmediata".
Que Gaza ha fracturado la política británica también lo demuestra el hecho de que el expresidente del Partido Conservador, Lee Anderson, ha sido suspendido de militancia la semana pasada por decir que el alcalde de Londres, Sadiq Khan, un musulmán que ha ido a las sinagogas a acompañar en el dolor a los judíos por los asesinatos del 7 de octubre, ha entregado la ciudad a los yihadistas, y que él mismo poco menos que lo es. Todo ello porque se ha proyectado en la torre del Big Ben el eslogan "From the river to sea, Palestina will be free(Del río al mar, Palestina será libre).
Sunak y Starmer, que le ha apoyado tras el discurso del viernes, quizá acertaban el diagnóstico –una evidente radicalización, en la inmensa mayoría de los casos, verbales– pero no quieren ver la causa.De rebote, algunas voces conservadoras ya hacen un llamamiento a restringir más las libertades de protesta y manifestación.
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