Crisis política en Reino Unido

El nuevo ministro de Economía británico tritura el programa económico de Liz Truss

Jeremy Hunt recorta las ayudas energéticas previstas por Downing Street en una declaración de emergencia que completa la humillación política de la primera ministra

LondresSetenta y dos horas han bastado al nuevo ministro de Economía británico, Jeremy Hunt, para triturar y tirar a la papelera el programa económico de la primera ministra, Liz Truss, a estas alturas un títere político en Downing Street que baila la danza de los mercados financieros que interpreta Hunt mientras espera que se consuma, más temprano que tarde, la sentencia de muerte política de su partido. En una declaración hecha este mediodía, el nuevo responsable del Tesoro ha eliminado, una a una, todas las grandes medidas que el gobierno británico de Truss, que solo lleva 40 días en el cargo como sustituta de Boris Johnson, presentó el 23 de septiembre de la mano del cesado ministro de Economía, Kwasi Kwarteng. Hunt ha sido muy claro: "Ningún gobierno puede controlar los mercados, pero cada gobierno puede dar certeza sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas".

Esto lo lleva a "revertir prácticamente todas las medidas fiscales anunciadas en el Plan de Crecimiento hace tres semanas que no hayan iniciado la legislación parlamentaria". Es decir, Truss se ha visto obligada a renunciar, entre otras medidas, a la tasa sanitaria y social (1,5%) impuesta por el anterior gobierno, y en vigor desde abril, ha renunciado también al recorte de un 1 % del impuesto básico sobre la renta, que tenía que entrar en vigor en 2023, y que se mantendrá en el 20% de forma indefinida, elimina la rebaja prevista del impuesto sobre sociedades, del 25% al 19%, y limita a seis meses, no a dos años, las garantías y ayudas para combatir el aumento exponencial de los precios de la energía.

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En vez del eslogan de Truss –"crecimiento, crecimiento y crecimiento"–, que expuso no hace ni diez días en el congreso del Partido Conservador, lo que han impuesto los mercados, y Hunt ha ejecutado, es "estabilidad, estabilidad y estabilidad". Y lo peor de todo es que el ministro ha anunciado todavía más "decisiones difíciles" en un futuro inmediato, algo que recuerda a la temida y terrible austeridad del gobierno de David Cameron (2010), del que el propio Jeremy Hunt formó parte. No en balde ha dicho: "Todos los departamentos tendrán que redoblar los esfuerzos para encontrar ahorros, y habrá que recortar algunas áreas de gasto".

El plan económico de la todavía primera ministra, bautizado como trusseonomics, se fundamentaba en un recorte de impuestos sin precedentes y unos niveles de endeudamiento también sin precedentes, para, entre otros objetivos, responder al aumento de los precios energéticos. "Pero en el momento en el que los mercados exigen con razón compromisos con las finanzas públicas sostenibles no es correcto endeudarse para financiar esta rebaja de impuestos", ha dicho Hunt.

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La reacción de los mercados fue brutal: la libra se hundió, los bonos del Tesoro a 30 años escalaron a unos intereses récords y las hipotecas se doblaron, una verdadera catástrofe para millones de personas, que ya notan en sus bolsillos lo que la oposición tilda de "penalización tory" en sus ingresos mensuales.

Primera reacción de los mercados

Este lunes la primera reacción de los mercados al anuncio de Hunt ha sido razonablemente positiva. La libra ha aumentado en relación al dólar (1=1,13) y los costes de los préstamos gubernamentales se han reducido. Así, la rentabilidad de los bonos que se tenían que amortizar dentro de 30 años, que ya había bajado cuando los mercados han abierto esta mañana, se ha situado en el 4,35%. Al mismo tiempo, la rentabilidad de los bonos que se tienen que amortizar dentro de cinco años, y que sustenta el coste de las nuevas hipotecas a tipo fijo a cinco años, también ha caído hasta el 3,86%. Con todo, es demasiado pronto para hacer una valoración más pausada del efecto del anuncio de Hunt, que esta tarde interviene en el Parlamento y que el 31 de octubre tiene que presentar todavía el que será, en la práctica, un nuevo presupuesto.

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En cualquier caso, lo que es ya seguro es que la utopía libertaria del tren del Brexit –un Reino Unido con un gobierno pequeño y una administración empequeñecida, con impuestos ultrabajos, un mínimo nivel de regulación y una economía basada en la teoría del goteo– ha muerto este lunes.

El otro gran frente abierto es político. Porque a nadie se le escapa que Liz Truss ha sido desautorizada de una forma brutal. Su personalidad política, si tenía alguna, ha sido tan triturada como el plan económico que presentó hace tres semanas y parece inconcebible que pueda resistir en Downing Street mucho tiempo más, justo lo que necesitan los diputados conservadores para encontrar un candidato de consenso al que poder coronar sin tener que pasar por un nuevo y tortuoso proceso electoral interno.