Europa

Trump vuelve a Escocia para honrar a su madre y hacer negocios

El presidente llega este viernes, en un viaje semiprivado durante el que también se entrevistará con Keir Starmer

LondresEn vez de Mar-a-Lago (Florida), donde Donald Trump se refugia casi todos los fines de semana de su presidencia para jugar al golf en la llamada Casa Blanca de invierno, el presidente de Estados Unidos ha elegido sus campos de Escocia para alejarse de Washington unos días y, de paso, también del fantasma de Jeffrey Epstein y de la desclasificación de los archivos del pedófilo, que ha quedado aplazada, al menos, hasta septiembre. Trump llegará este viernes y permanecerá hasta el próximo martes. Y en agosto, quien visitará Reino Unido será el vicepresidente, JD Vance. Con su familia pasará unos días de vacaciones en la zona de Cotswolds, una de las más encantadoras de Inglaterra.

El objetivo del viaje de Trump, sin embargo, no son sólo el descanso y el golf. Oficialmente calificado de semiprivado, combina intereses personales y diplomáticos, como es habitual en la forma de hacer del presidente, que ha desvanecido completamente los límites entre el servicio público y el provecho personal. Trump inaugurará un nuevo campo de golf en el condado de Aberdeen –le puso la primera piedra en el 2023, en el hasta ahora su más reciente viaje a Escocia– y también se reunirá con el primer ministro británico Keir Starmer –posiblemente el lunes– para acabar de perfilar los términos del futuro acuerdo comercial entre EEUU y Reino Unido.

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También está previsto que mantenga un encuentro con el ministro principal John Swinney, durante el que deberían abordar cuestiones delicadas para Escocia, como los posibles aranceles en el whisky. Sin embargo, la solución a este enigma estará incluida dentro del paquete que la Casa Blanca acabe pactando con Downing Street, por lo que Swinney tiene poco que decir.

Trump tiene dos grandes inversiones en Escocia: el complejo Turnberry, en Ayrshire, que compró en el 2014, y el Trump International Golf Links, el ya citado de Aberdeen, inaugurado en el 2012 en medio de polémicas por su impacto medioambiental en las dunas de los alrededores. Además, en la misma finca inaugurará un nuevo campo de 18 hoyos llamado MacLeod, en honor de su madre, Mary Anne MacLeod, originaria de la isla de Lewis, y que emigró a Estados Unidos en 1930, con 18 años. También se abrirá un jardín memorial dedicado a su memoria. Ambos espacios refuerzan, en apariencia, los vínculos personales del presidente estadounidense con Escocia.

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Acción contra el campo de golf de Turnberry

Pese a estas raíces escocesas, como en anteriores ocasiones, la llegada de Trump no genera un gran entusiasmo entre la opinión pública del país. Diferentes grupos de protesta se han movilizado para hacer oír su voz, si bien es seguro que el presidente ni se dará cuenta, dado el blindaje al que se ha sometido su presencia.

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Sin embargo, la Stop Trump Coalition –una plataforma que incluye sindicatos, ecologistas, organizaciones antirracistas y colectivos feministas– ha convocado una gran Festival de Resistencia el 26 de julio tanto en el centro de Aberdeen como en el de Edimburgo. La coalición ha pedido a John Swinney que no se reúna con el presidente, al que acusa de autoritarismo, negacionismo climático y políticas perjudiciales para las comunidades inmigrantes y minoritarias. Otros grupos, como Extinction Rebellion, Stand Up to Racism y los Verdes escoceses también han anunciado protestas paralelas, en Glasgow y alrededores de Turnberry.

Los activistas han prometido métodos creativos para hacerse notar: marchas, conciertos, pancartas aéreas y mensajes gigantes dibujados en la arena, para que el presidente los vea desde el helicóptero en el que está previsto que se desplace de un lado a otro los cinco días que pasará en Escocia. Un episodio reciente protagonizado por el grupo Palestine Action en Turnberry, donde se estropeó parte del campo para denunciar la política de Trump en la Franja de Gaza, ha encendido aún más los ánimos.

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El viaje del presidente es considerado un preludio de la visita de estado –la segunda, algo totalmente excepcional; ya hizo una durante la primera etapa en la Casa Blanca– prevista del 17 al 19 de septiembre, en la que Trump será alojado por el rey Carlos III en el castillo de Windsor. El primer ministro, Keir Starmer, entregó la carta de invitación del monarca durante su primer viaje a Washington, cinco semanas después de que Trump asumiera el cargo, algo que se interpretó como una forma de halagar el ego del personaje, que siente gran atracción por los royals británicos. Para el miércoles 17 de septiembre, la misma coalición anti-Trump ha convocado una marcha de protesta en el centro de Londres.

Las autoridades escocesas han advertido que, pese a la menor dimensión de la estancia de Donald Trump, habrá que desplegar una operación de seguridad de grandes proporciones, una de las más importantes desde la muerte de Isabel II. Bautizada como Operation Roll, incluye cortes de carreteras, zonas de exclusión aérea y una estrecha coordinación entre la policía escocesa, el gobierno británico y los servicios secretos estadounidenses. Se destinaron unos 5.000 agentes.

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Destino conocido

Ésta no es la primera vez que Trump viaja a Escocia, como empresario o como presidente. En 2016, un día después del referéndum del Brexit, cuando aún no había sido designado candidato a las elecciones de ese año, visitó Turnberry. Su presencia coincidió con manifestaciones multitudinarias y con el vuelo sobre el complejo turístico de una pancarta gigante que decíaLove Trumps HateEl lema surgió durante aquella campaña electoral, y lo promovieron los partidarios de Hillary Clinton. El juego de palabras jugaba con el apellido Trump (que también significa triunfar o superar en inglés) y la idea de que "el amor supera el odio". En julio de 2018, ya como 45º presidente de EEUU, hizo una escala en Escocia después de reunirse con Theresa May. Esa visita también estuvo marcada por grandes protestas en Edimburgo y Glasgow, con el famoso "globo bebé" del magnate ondeando en los cielos.

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Las inversiones escocesas de Trump han sido siempre polémicas. El presidente las presenta como símbolo de inversión internacional y de turismo de lujo, mientras que sus críticos denuncian la destrucción de paisajes naturales y las promesas incumplidas en materia de empleo.

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En 2019, el gobierno escocés retiró el estatus de protección de las dunas de Menie, en el condado de Aberdeen, argumentando que los daños medioambientales provocados por la construcción del Trump International Golf Links eran irreversibles. El imperio de campos de golf sigue siendo un escaparate personal y empresarial para Trump. Pero mientras Turnberry obtuvo un beneficio de 3,8 millones de libras en el 2023, el complejo de Aberdeen registró pérdidas de 1,4 millones. La apertura del campo MacLeod busca revitalizar el negocio y atraer a más turismo internacional. Una vez más, el Air Force One y la presidencia se ponen al servicio de los negocios privados del magnate.