Forenses de Gaza acusan a Israel de robar órganos de los palestinos muertos

Profesionales sanitarios denuncian que muchos de los cuerpos devueltos durante el alto el fuego llegan mutilados y les faltan los pulmones, el corazón o las córneas

01/12/2025

BarcelonaLos forenses que han examinado los cuerpos de los palestinos devueltos por Israel en el marco del alto el fuego en Gaza denuncian que están gravemente mutilados, con signos de tortura o que les faltan órganos. Las autoridades sanitarias de Gaza, controladas por Hamás, denuncian que no se han podido realizar autopsias completas por la falta de medios y por las condiciones extremas, pero afirman que los signos que han observado son compatibles con extracciones de órganos, algo que, de confirmarse, vulneraría la Cuarta Convención de Ginebra, que prohíbe muertes en tiempo de guerra.

El ministerio de Salud de Gaza ha mostrado a este diario una veintena de fotografías de cuerpos en avanzado estado de descomposición, quemados o congelados. Teniendo en cuenta el bloqueo al acceso de observadores o de la prensa internacional a la Franja, el ministerio y las organizaciones de derechos humanos palestinas reclaman una investigación internacional y la entrada de equipos especializados para poder identificar los cuerpos, establecer las causas de su muerte y verificar la acusación de extracción de órganos sin consentimiento.

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Hasta ahora han recibido 330 cadáveres, de los que sólo 90 han podido ser identificados por sus familiares. Los cuerpos de los palestinos fueron entregados en diferentes tongadas (a razón de 15 por cada muerte israelí devuelto por Hamás) a través del paso de Kerem Shalom en camiones refrigerados, apilados en sudarios de plástico. Aunque provienen de prisiones israelíes, los cuerpos solo están identificados con un número, y como en Gaza no tienen material para realizar pruebas de ADN, no tienen otro recurso que intentar que sus familiares los reconozcan.

El doctor Munir al-Bursh, director general de Salud de Gaza, explica al ARA que "los cadáveres están en condiciones horribles: algunos aún tienen las manos atadas con cadenas y los ojos vendados, o con signos de tortura, como quemaduras en la piel que no se corresponden". Al practicarles las autopsias, Al-Bursh asegura que los forenses han echado de menos órganos: "Hay cuerpos con una incisión desde el cuello hasta el pubis, a los que se les ha cortado el esternón para abrir la caja torácica: les faltan el corazón, los riñones o el hígado". Al Bursh asegura que esta incisión no puede ser de ninguna intervención quirúrgica, sino un procedimiento de extracción de órganos. También han encontrado restos de nitrógeno líquido, que se utiliza para conservar los órganos. "Yo soy testigo directo. Asumo personalmente la responsabilidad de lo que estoy contando y lo tenemos documentado en imágenes", declara el médico.

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Es imposible verificar estas acusaciones sin la intervención del equipo internacional que Al-Bursh reclama. El cirujano palestino Ghassan Abu Sittah, rector de la Universidad de Glasgow, que ha trabajado en Gaza en varias ocasiones, ha visto las fotografías de las autopsias y ha llegado a la misma conclusión, según ha explicado con detalle en una intervención televisada en la cadena Al Jazeera. "Las fotos muestran cuerpos abiertos de arriba abajo con una sierra eléctrica que corta la caja torácica: de esta forma se pueden extraer los órganos sin estropearlos". También acredita las quemaduras en la piel compatibles con restos de nitrógeno líquido. Abu Sittah recomienda esperar a enterrar los cadáveres y conservarlos en nitrógeno líquido para preservar las pruebas hasta que lleguen los equipos internacionales con material especializado.

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Identificación difícil

Según Al-Bursh, los 90 casos en los que los familiares pudieron identificar los cadáveres fue gracias a pequeños detalles: "Una mujer reconoció a su marido por la alianza que llevaba al dedo con el nombre de ella; otro sólo por las suelas de los zapatos, que estaban nuevos porque le detuvieron el día que los había estrenado una"; Tras ello enterraron a los cuerpos sin poderles hacer más pruebas. Por respeto a los vivos ya los fallecidos, el ministerio gazatino mostró fotografías en pantalla a quienes buscaban a sus familiares detenidos, en lugar de exhibir los cuerpos.

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Por falta de energía y de espacio donde preservar los cadáveres refrigerados –el Comité Internacional de Cruz Roja los ha trasladado de los hospitales a cámaras donde se conservaba el pescado–, el gobierno de Hamás ha decidido enterrar 120 cuerpos en tan mal estado que no era posible reconocerles ningún detalle para identificarlos. "Todo ha quedado grabado: un cuerpo aplastado por un tanque, más de uno aún con las manos atadas con cadenas, con los ojos vendados y quemadas que no son de bombardeos sino de torturas".

Los precedentes

Desde la Primera Intifada, en 1987, a Israel se le acusa de robo de órganos, algo que Tel-Aviv siempre ha negado; y nunca se han encontrado pruebas definitivas. Los equipos en Gaza de la ONG Euro-Med Human Rights Monitor había denunciado, en un informe de noviembre de 2023, que el ejército israelí se había incautado decenas de cuerpos de palestinos muertos en hospitales y zonas de combate, especialmente en las inmediaciones del complejo médico de Al Shifa, del hospital Indonesio y de la carretera. Según este organismo, cuando algunos de estos cadáveres se devolvieron les faltaban órganos como córneas, cócleas, hígados, riñones y corazones.

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En el 2000, el patólogo israelí Yehuda Hiss, director del Instituto Nacional de Medicina Forense de Abu Kabir, admitió en una entrevista con la antropóloga estadounidense Nancy Scheper-Hughes que se habían extraído córneas, de piel, soldados israelíes como de palestinos— sin el consentimiento de las familias. Hiss fue apartado del cargo y el ejército israelí confirmó la extracción de órganos, pero aseguró que había terminado en 1990.

Luego Israel estuvo implicado en varios escándalos de redes internacionales de tráfico de órganos y, según un informe del Parlamento Europeo del 20 el comercio internacional de órganos, que inicialmente llegaba a la Europa del Este y más tarde a otros sitios. Según el mismo informe, Israel tuvo un papel clave en el comercio que se desarrolló en Azerbaiyán, Chipre, Kosovo, Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, Ecuador y Colombia.

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En 2008 el Parlamento israelí prohibió la compra y venta de órganos humanos. El Parlamento Europeo señala que la industria de los trasplantes ilegales ha seguido prosperando globalmente en los últimos años, pero que el papel de Israel —junto a Filipinas y Pakistán— como centros del comercio de órganos ha sido sustituido por nuevos países, entre ellos Costa Rica, Colombia, Vietnam, Líbano y Egipto. Aun así, en 2014, una investigación del New York Times sobre tráfico internacional de órganos concluyó, tras seguir el caso de una mujer israelí de 36 años que había comprado un riñón en Costa Rica, que "los israelíes tienen un papel desproporcionado". Según el diario, "esto se debe en parte a las restricciones religiosas sobre la muerte y la profanación, que han mantenido tan bajas las tasas de donación de difuntos, que algunos pacientes sienten que deben buscar alternativas en otros sitios".