Israel, cada vez más aislado a pesar del apoyo inquebrantable de Washington
El ataque a Doha ha supuesto una nueva ola de críticas en Netanyahu aunque, de la mano de Trump, no se detiene
LondresLa semana pasada, un día después de que Israel bombardeara Doha con la intención de matar a los negociadores de Hamás, el presidente del país, Isaac Herzog, mantuvo un agrio debate en Londres con Bronwen Maddox, la directora de la prestigiosa Chatham House, a propósito de la guerra en Gaza y la legitimidad de las acciones del gobierno de Benjamin Netanyahu en respuesta al 7 de octubre de 2023. Maddox recordó a Herzog que "las familias de los rehenes parecen consternadas por el ataque a Qatar", hasta el punto de asegurar que "Israel está destruyendo las negociaciones que podrían haber traído un alto al fuego".
Una de las personas presentes en el debate como público se dirigió a Herzog: "Israel tiene derecho, y el deber, de proteger a sus ciudadanos. Pero hay límites, proporcionalidad, precaución y distinción, que francamente ya se han violado en el actual ataque feroz sobre Gaza". Unas palabras que podrían recoger un cambio de espíritu general, cada vez más crítico con Israel, a excepción de la administración estadounidense.
Esta misma semana, un tenso intercambio en el Foro de Xiangshan (China) sobre seguridad ha vuelto a poner de manifiesto la creciente distancia entre la percepción israelí de lo que ocurre en Gaza y el resto del mundo, al menos de una parte. En un vídeo que se ha hecho viral, el académico chino Yan Xuetong se enfrentó con el agregado militar israelí Elad Shoshan, acusando las Fuerzas de Defensa de Israel de perder la legitimidad moral por sus acciones contra los civiles palestinos.
Y este jueves, en una entrevista para la televisión estatal israelí, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguraba que "están causando tantas víctimas y bajas civiles, que están destruyendo por completo la imagen y la credibilidad de Israel, no sólo en la región, sino ante la opinión pública en todo el mundo". Sin embargo, las palabras no detienen el genocidio. A pesar de la catástrofe humanitaria y el hambre, la complicidad de Estados Unidos con el gobierno de Netanyahu se ha vuelto a probar inquebrantable. Así lo muestran, por un lado, la visita a Jerusalén el pasado fin de semana de Marco Rubio, el secretario de Estado de Estados Unidos, y por otro, la negativa rotunda del presidente Donald Trump, este jueves en Londres, a reconocer el estado palestino, en clara crítica al anuncio inminente de que el gobierno británico tiene previsto hacer público durante el fin de semana.
La condena del mundo musulmán
El ataque a Doha ha sido calificado de "terrorismo de Estado" por Qatar y ha unido al mundo árabe e islámico en una condena casi unánime. Desde Arabia Saudí hasta Egipto, pasando por Jordania y los Emiratos, las cancillerías coincidieron en denunciar la violación de la soberanía y el riesgo de que la escalada acabe con cualquier esperanza de mediación.
En la cumbre de la Liga Árabe y la Organización de la Cooperación Islámica del 15 de septiembre, se acusó a Israel de "actos hostiles", entre ellos "el genocidio, la limpieza étnica y el hambre" contra la población de la Franja de Gaza. También se subrayó la expansión de "actividades coloniales" que Netanyahu promueve en Cisjordania. Todo ello amenaza "los pronósticos de paz y de coexistencia" en la región y aleja el paisaje de seguir estableciendo vínculos entre Israel y los estados árabes e islámicos, como se hizo con los Acuerdos de Abraham, cuando hace cinco años Tel-Aviv normalizó las relaciones con los Emiratos Árabes Unidos y Ba.
El mismo ataque en Qatar ha hecho que Turquía, que había mantenido un equilibrio frágil, haya ido más lejos: Ankara ha acusado a Israel de haber adoptado políticas de "terrorismo de Estado" y alerta de que el proceso de paz queda gravemente tocado.
La guerra ha puesto a prueba también las potencias emergentes. China, que históricamente defendió el derecho palestino a la autodeterminación, intensificó sus críticas a Israel, hasta el punto de que el primer ministro, Binyamin Netanyahu, acusó a Pekín y Qatar de orquestar un "bloqueo mediático" contra su país, una acusación que Pekín rehusó.
A pesar de la fricción diplomática, ambos países han mostrado interés en mantener una cooperación a largo plazo. En febrero, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, se reunió con su homólogo israelí, Gideon Sa'ar, en Múnich, en el contacto de mayor nivel desde que comenzó la guerra. Wang reiteró el apoyo de China a una solución de dos estados y expresó su voluntad de hacer avanzar la "colaboración integral innovadora" entre ambas naciones.
El papel de Pekín
China ha mantenido históricamente fuertes lazos económicos con Israel, cuyo comercio bilateral ha alcanzado niveles récord en 2025. Sin embargo, el apoyo verbal de Pekín a la causa palestina, y su condena de las acciones militares israelíes, han complicado la relación. Pekín pide un alto el fuego inmediato y hizo hincapié en la necesidad de respetar el derecho internacional humanitario, mientras ha intentado posicionarse como mediador alternativo a un Occidente desacreditado por los vetos estadounidenses en la ONU, el último de los cuales ha tenido lugar este pasado jueves. Se trata de una apuesta que tiene una dimensión estratégica: erosionar el monopolio diplomático de Estados Unidos en Oriente Medio.
Por su parte, la India, tradicionalmente más cercana a Israel, ha matizado su postura en las últimas semanas. Pese a reiterar que Israel tiene derecho a defenderse, Nueva Delhi expresó preocupación por "un uso desproporcionado de la fuerza" y reclamó un acceso humanitario seguro a Gaza. Brasil de Lula da Silva ha emergido como una de las voces más contundentes dentro del blog BRICS. Brasilia ha denunciado la "indiferencia criminal" ante las víctimas civiles y ha reclamado una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU que evite el bloqueo sistemático de Estados Unidos a cualquier resolución crítica con Israel.
Más allá de las dudas y las vacilaciones europeas –Alemania e Italia han dejado en el aire las sanciones de la UE en Israel–, con los polos opuestos que representarían a España o Irlanda, por un lado, y Alemania, Austria o Hungría por otro, nada apunta a un giro inmediato y categórico que sea efectivo para detener a Netanyahu, que tiene Washington a su lado.
Pero la tendencia es clara: cada día que pasa, con más muertes civiles y más desplazados, la posición internacional de Israel se debilita. De hecho, lo admitió el pasado lunes el propio Netanyahu en unas declaraciones poco frecuentes sobre el impacto del aniquilamiento de Gaza. El primer ministro subrayó la necesidad de producir armas propias ya que "una minoría musulmana significativa y beligerante está influenciando a los gobiernos en Europa, lo que está provocando sanciones contra Israel".