Elecciones en Israel

Netanyahu volverá a ser el "rey" de Israel

'Bibi' gana los comicios y recuperará el cargo de primer ministro gracias al apoyo de los partidos de extrema derecha y los ultraortodoxos

Jerusalén"¡Bibi, rey de Israel! ¡Bibi, rey de Israel!" Con estos gritos celebraban el martes por la noche los simpatizantes de Benjamin Netanyahu la victoria del Likud en las elecciones parlamentarias. Las encuestas a pie de urna les daban 30 diputados, que junto con los 32 escaños conseguidos por sus aliados de extrema derecha y los ultraortodoxos, sumaban una mayoría de 62 asientos en la Knesset, el Parlamento israelí. Este miércoles por la mañana, con el 97% de los votos escrutados, la perspectiva era todavía mejor: el Likud obtiene 31 diputados, los ultraderechistas del Partido Sionista Religioso 14 y los ultraortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá, 12 y 8 escaños, respectivamente. Una mayoría de 65 diputados, fundamentada en los históricos resultados de la ultraderecha, que permite asegurar que Bibi volverá a ser primer ministro del país.

A pesar de que todavía queda un 3% de los votos para escrutar y hay 500.000 votos de soldados, diplomáticos y presos por analizar (los llamados votos "de doble sobre"), los expertos consideran que no habrá muchos cambios en cuanto a los resultados finales. "Las papeletas de doble sobre tendrán un impacto insignificante en la distribución de los escaños de la Knesset entre los bloques", explican los profesores Or Anabi y Ofer Kenig, del Israel Democracy Institute. Además, dado que la mayoría de estos votos pertenecen a jóvenes militares, lo más probable es que "acaben por favorecer a partidos de derechas o listas de moda", según los investigadores, y no a partidos de centro, como Yesh Atid, del primer ministro Yair Lapid. Tampoco favorecen a los partidos árabes ni a los ultraortodoxos, puesto que sus bases no forman parte de las fuerzas armadas.

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En cualquier caso, a pesar de que pueda bailar algún escaño, Netanyahu tiene garantizada la mayoría parlamentaria, que se sitúa en 61 escaños. El martes al atardecer, viéndose ganador, el líder del Likud agradeció la confianza de los ciudadanos y prometió "restaurar el orgullo nacional" que les habían "quitado". El pueblo, dijo, "quiere un estado judío, un estado que respete a sus ciudadanos" y "quiere un gobierno estable, un gobierno con experiencia, con un primer ministro que vele por nuestros soldados, nuestra policía". Netanyahu, de 73 años, fue primer ministro de Israel durante quince años, en dos etapas (del 1996 al 1999, y del 2009 al 2021), y hacía menos de un año y medio que estaba en la oposición, castigado por los casos de corrupción abiertos contra él y de la formación de un gobierno de coalición de ocho partidos creado específicamente para evitar que gobernara.

La clave para la larga supervivencia de Netanyahu como líder está en su resiliencia y habilidad política, y en la imagen de hombre fuerte y astuto, capaz de hacer frente al terrorismo palestino y a Irán a la vez que firma la paz con numerosos países árabes. Paralelamente, la población israelí ha virado ideológicamente a la derecha, mientras que los partidos de izquierda se han hundido: en estos comicios ha desaparecido de la Knesset el progresista Meretz, a pesar de haber obtenido representación ininterrumpidamente desde su creación, en 1992.

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Entre las prioridades de Netanyahu para este nuevo mandato habrá, precisamente, neutralizar las investigaciones judiciales que lo afectan. Este mismo miércoles, el diputado del Likud Miki Zohar ha dicho, en declaraciones a la televisión israelí Channel 12, que la primera cuestión que afrontará el nuevo gobierno será la aprobación de un proyecto de ley que permita a la Knesset anular las sentencias del Tribunal Superior de Justicia. A pesar de que su partido ha indicado en un comunicado que esta es "solo la opinión personal" de Zohar, los expertos consideran que la reforma legal será uno de los caballos de batalla de Netanyahu y que "afectará mucho a la independencia judicial y la separación de poderes en Israel", en palabras del investigador del European Council on Foreign Relations Hugh Lovatt.

El factor ultraderechista

La victoria de Netanyahu en las elecciones, sin embargo, no se entiende sin la ultraderecha, que ha incrementado su representación un 150%. Mientras que Bibi ha obtenido un diputado más que en las elecciones anteriores, los partidos ultraortodoxos y de extrema derecha han obtenido 10 diputados más. El principal artífice de este crecimiento han sido el Partido Sionista Religioso, que se ha convertido en la tercera fuerza en el Parlamento, y su colíder, el extremista Itamar Ben-Gvir. "Ha llegado el momento de volver a ser los amos de nuestra casa", dijo el martes al atardecer ante sus seguidores, a pesar de que, en su actual línea de moderar el lenguaje, añadió: "Trabajaré para todo Israel, incluso para los que me odian".

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Ben-Gvir es conocido por sus posiciones abiertamente antiárabes, homófobas, racistas y ultranacionalistas, pero ha querido marcar un perfil más moderado en estas elecciones. Así, si hace unos años consideraba que las marchas del Orgullo Gay eran una "abominación", recientemente dijo que si tuviera un hijo gay lo aceptaría y lo abrazaría. Hace tiempo también exigió expulsar a todos los árabes de Israel, pero en una entrevista este agosto lo matizó: “No cogeré un camión y los expulsaré a todos. No es democrático". Pero añadió: “A quien no sea leal, a quien odie, lo animaré a emigrar”. En este sentido, Ben-Gvir sigue defendiendo la pena de muerte para los "terroristas", la expulsión del país para los "desleales" o inmunidad judicial para los soldados que maten a un palestino durante una acción militar.