El 'nuevo orden' que Netanyahu sueña para Oriente Próximo

La eliminación de Hassan Nasrallah ha propiciado que políticos y analistas israelíes hablen cada día del establecimiento de un nuevo orden (seder hadash, en hebreo) en Oriente Próximo, un concepto que está presente en todos los medios de comunicación, pero del que no tenemos una definición exacta, aunque sí es posible vislumbrar una interpretación tentativa de lo que quiere el primer ministro Benjamin Netanyahu, que es quien introdujo la expresión.

En gran parte, el alcance del nuevo orden dependerá del margen de maniobra que tengan los enemigos de Israel, es decir, principalmente los palestinos, Hezbolá, los chiítas iraquíes y los houthis yemeníes. Y también de lo que podrá decir a corto y medio plazo la comunidad occidental, teniendo en cuenta que Estados Unidos se encuentra pendiente de las elecciones de noviembre.

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Es evidente que Israel no quiere dejar un margen de maniobra muy grande a sus enemigos, especialmente a los palestinos, Hezbolá e Irán. En la situación actual, Netanyahu juega con cierta ventaja, dada la profunda crisis que ha dejado la decapitación de las milicias chiís del Líbano. El golpe ha sido duro y parece que Hezbolá tardará en recuperar la fuerza que tenía hasta ahora, si es que la recupera.

El precedente de 1992

La comparación con el año 1992, cuando Israel asesinó a Abbas al Musawi, el anterior secretario general de Hezbollah, quizá no sea adecuado. En ese momento se escogió como sucesor Nasrallah, y éste resultó ser mucho peor que Al-Musawi para Israel. Por otra parte, en 1992 la estructura de Hezbollah quedó intacta, algo que no se puede decir ahora.

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La desaparición de prácticamente toda la cúpula de la milicia libanesa tendrá una incidencia directa en dos frentes. En primer lugar, Hezbollah tendrá que rehacer su estructura y no sabemos si la reestructuración va a funcionar. Y, en segundo lugar, la decapitación ha dejado en evidencia el elevado grado de penetración de los servicios de inteligencia israelíes en las más altas estructuras de la organización. Por eso no estamos ante un golpe sólo material, sino también un golpe moral de consecuencias inciertas.

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Una primera pista del nuevo orden que quiere implantar Netanyahu la tenemos en que Israel ha obligado a devolver a su punto de origen algunos aviones iraníes que viajaban a Beirut. Éste y otros indicios sugieren que Israel no permitirá que se llenen los arsenales de la milicia chiíta con tanta facilidad como en el pasado.

Éste será un punto capital del nuevo orden. Ahora bien, unas milicias desprovistas del considerable armamento que tenían hasta ahora podrían operar de otras formas, por ejemplo atacando intereses israelíes en el extranjero, como han hecho en el pasado. La última palabra la tendrá Teherán, la potencia que arma y financia a los chiís libaneses.

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Contra Irán

Por ese camino también se llega a Irán. El considerable esfuerzo de Israel por acabar con el régimen de la república islámica, se intensificará a partir de ahora, especialmente si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca. Israel ha debilitado profundamente a Irán, aunque de momento no ha terminado ni con el régimen islámico ni con sus socios chiíes de todo Oriente Próximo.

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Estamos en un contexto en el que no es fácil hacer conjeturas. Todo es susceptible de inflamarse en la región, y lo que ha hecho Israel en las últimas décadas ha contribuido de forma clara. Cuando Netanyahu habla de un nuevo orden parece que viva en un mundo ideal. Considera que su relación con Arabia Saudí, por ejemplo, será magnífica y que todos los problemas, incluido Hezbollah, desaparecerán por arte de magia. Pero las cosas no funcionan así en Oriente Próximo.

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Además, Netanyahu quiere pasar por encima del conflicto palestino como si no existiera, cuando en realidad es la madre de todos los problemas, y acabamos de verlo en la franja de Gaza. Este problema tendrá una incidencia u otra en el futuro en función de quien gane las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Si gana Trump, se abrirá la puerta a la deportación de los palestinos de la Franja y de Cisjordania, quizá un elemento central del nuevo orden que Netanyahu tiene en la cabeza.