¿Qué significa que España reconozca el estado palestino?

Pedro Sánchez hará el gesto político el 28 de mayo

BarcelonaEl presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha anunciado esta mañana en el Parlamento que reconocerá al estado palestino el martes 28 de mayo de forma coordinada con Irlanda y Noruega, que lo han anunciado también poco antes. La decisión, a raíz de la cual Israel ha empezado a llamar a los embajadores a consultas y ha advertido de consecuencias, llega después de siete meses de ofensiva israelí en la franja de Gaza, que se ceba con los civiles y deja una destrucción sin precedentes. Malta y Eslovenia también se han mostrado dispuestas a dar el mismo paso. ¿Pero qué significa en realidad el reconocimiento de Palestina como estado?

¿Qué países reconocen a Palestina?

Actualmente, 139 países reconocen el estado palestino, pero en la lista no están tres de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Reino Unido y Francia (apenas hace unas semanas que París y Londres se muestran dispuestos a hacerlo), mientras que Rusia y China sí que lo han hecho. Otro ejemplo de cómo la cuestión palestina aleja a Occidente del resto del mundo. Dentro de la UE existe división de opiniones. Nueve países reconocen el estado palestino, la mayoría desde 1988, cuando pertenecían a la antigua URSS: son Bulgaria, Eslovaquia, Hungría, Polonia, República Checa y Rumanía, además de Chipre y Polonia. Suecia reconoció a Palestina en 2014.

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¿Existe el estado palestino?

El pueblo palestino nunca ha visto reconocido su derecho a la autodeterminación. Durante siglos estuvieron bajo el yugo del Imperio Otomano, hasta que después de la Primera Guerra Mundial se convirtieron en un protectorado británico (en el reparto de Oriente Próximo entre Francia y Reino Unido), que dio pie, después de la Segunda Guerra Mundial y con el trasfondo del Holocausto, a la creación del estado de Israel, bajo patrocinio de las grandes potencias ganadoras. Estas potencias dictaron una partición en una resolución de la ONU que preveía dos estados, uno judío y uno árabe, que beneficiaba claramente a la población colona: los judíos que habían llegado al protectorado británico de Palestina huyendo del antisemitismo en Europa representaban un tercio de la población, pero en el plan de partición les correspondía el 55% del territorio.

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Los colonos israelíes no respetaron el plan y desplazaron por la fuerza a más de 700.000 palestinos de sus ciudades y pueblos, en el episodio que en el mundo árabe se conoce como la Nakba. Los palestinos se opusieron, así como se habían enfrentado a cada una de las potencias coloniales de turno. Y las protestas palestinas contra la colonización continuaron con el estado de Israel y Estados Unidos, una potencia mundial que necesitaba un pie en Oriente Próximo.

En noviembre de 1988, la Organización para la Liberación de Palestina (OAP) aprobó una declaración de independencia que proclamaba el estado palestino sobre la base del plan de partición de la ONU de 1947. Después vino la Primera Intifada, que terminó con los Acuerdos de Oslo de 1993, donde se constituyó la Autoridad Palestina, reconocida internacionalmente como estado observador de la ONU (como el Vaticano), pero sin las atribuciones de un estado independiente, mientras que los territorios palestinos siguen estando bajo ocupación israelí: Gaza sometida a dieciocho años de asedio y cinco guerras y Cisjordania con más de 800.000 colonos en los que las ciudades y pueblos palestinos se han convertido en bantustanes (las reservas tribales de Suráfrica) y con un régimen que las grandes entidades defensoras de los derechos humanos y la relatora especial de la ONU consideran apartheid.

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¿Qué cambia con el reconocimiento?

El reconocimiento del estado palestino no cambia nada sobre el terreno, pero tiene un valor político. Es una manera de potenciar lo que el gobierno español, como la UE y Estados Unidos, consideran que debe ser la salida al conflicto: la llamada solución de los dos estados, en la que el estado judío conviva pacíficamente junto al palestino. Esta salida ya se intentó en 1993, en el llamado proceso de Oslo, que fracasó por la negativa de Israel de aceptar el derecho al regreso de los .refugiados palestinos y la continuación de la colonización de los territorios ocupados, la oposición de Hamás y otros partidos palestinos y el papel de los colonos ultraortodoxos.

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En el escenario posterior a la ofensiva de Gaza es aún menos claro que esta solución pueda ser viable.