Cartas de Navidad para los prisioneros políticos rusos

La correspondencia desde Francia logra atravesar la censura de las prisiones y ayuda a la disidencia a mantener un registro

Nil Codina
25/12/2025

París"Me muero de ganas de recibir su respuesta y os deseo una feliz Navidad de antemano (aquí celebramos la Navidad católica, el 25 de diciembre). Mañana, nuestra profesora de ruso nos hablará de las tradiciones navideñas ortodoxas y tengo muchas ganas de aprender más sobre otra cultura!". Marine, de 21 años y estudiante de sociología en París, me hace llegar un documento con una decena de cartas diferentes. Son cartas que ha enviado a presos políticos rusos y bielorrusos desde septiembre, a partir de una iniciativa de la ONG Memorial, prohibida en Rusia desde 2021.

Algunos de los destinatarios de las cartas han sido detenidos en Rusia o Bielorrusia por protestar contra la guerra o apoyar a las fuerzas ucranianas, aunque también existen casos de miembros de minorías religiosas, militantes por los derechos humanos y civiles ucranianos que han sido capturados en las zonas ocupadas por el ejército ruso.

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Marine sabe que si escribe de política, de la guerra o de Putin esas cartas no llegarán a su destinatario. "Es importante saber que todas las cartas son leídas por un censor y que, simplemente, es necesario evitar ciertos temas", nos explica Katia Zhdanova, coordinadora de las cartas de Memorial en París. Las instrucciones en su página web –donde también mantienen un registro público de los prisioneros– son específicas sobre todo lo que no ocurre la censura: "palabras extranjeras, símbolos, cifrado o eslóganes". "Hay que evitar críticas al sistema judicial, temas LGBTIQ+ porque pueden agravar la situación de un detenido, o detalles sobre el caso del preso", añaden. "Me hace mucha ilusión haberte conocido", responde Marine al inicio de su carta. La conversación navega entre anécdotas del día a día, bromas y aficiones. "Aquí todos los chicos también están obsesionados con el bodybuilding." No podemos explicar más.

Un aliento de esperanza

Pese al contenido mayoritariamente inocuo de las cartas, las respuestas no son habituales y mucho menos aquellas en las que los presos expresan sus sentimientos. Sin embargo, a veces hay excepciones. Memorial ha permitido al ARA publicar la siguiente respuesta de Anna Arkhipova, una estudiante rusa encarcelada desde 2023 por haber formado parte de un movimiento que criticaba la "operación militar especial", el eufemismo oficial de la guerra de Ucrania. Desde entonces, se encuentra en prisión provisional, acusada, entre otros delitos, de "difusión de información falsa sobre las Fuerzas Armadas". Arkhipova responde una carta enviada desde Francia por un voluntario de la entidad:

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"Hoy, nuestra celda se ha despertado completamente vacía. El cielo era gris, caía una lluvia fina. Una atmósfera de desánimo y desesperación nos envolvía. Nadie podía ni quería hacer nada. Simplemente, esperábamos que se acabara otro día de encarcelamiento. Y entonces, una voz familiar: ¡una voz familiar! drásticamente: sonreímos, reímos y bailamos.

Las cartas son cruciales para ofrecerles una ventana al mundo exterior, mantener el contacto e incluso ampliar la lista de casos a partir de sus mensajes, según explican desde Memorial. Algunas se escriben a mano y se transportan de París a Rusia, desde donde se envían por correo postal para sortear el primer filtro de la censura, mientras que otras se envían telemáticamente.

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Por correo electrónico, Marine ha recibido la respuesta de un chico joven. No podemos publicar su nombre por motivos de seguridad ni tenemos permiso para reproducir su carta. Es un ciudadano ucraniano, de la minoría musulmana de los tártaros de Crimea y residente en el sur de Ucrania, una zona ocupada por el ejército ruso. Está condenado a siete años de cárcel por haber realizado una donación económica a un batallón ucraniano.

Katia, que hace diez años dejó su Rusia natal para establecerse en Francia, comparte una última respuesta de una presa y su historia. Es Yulia Koveshnikova, una mujer de 47 años que vivía en Melitópol, una ciudad ucraniana ocupada por las fuerzas rusas desde el inicio de la guerra. Mientras su familia se marchaba de la región, ella se quedó, no escondió su postura proucraniana en las redes sociales y ayudó a buscar soldados desaparecidos ucranianos. Fue detenida en abril de 2023 y, durante ocho meses, su familia no tuvo información sobre ella. Más tarde, se supo que había sido retenida en varios sótanos de la ciudad, con la cabeza tapada con una bolsa.

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Desde que saben en qué cárcel se encuentra, los voluntarios de Memorial le han enviado cartas constantemente. "Las enviamos durante un año, sin respuesta alguna. Este septiembre enviamos muchas desde Francia, incluidas algunas dirigidas a Yúlia, y fue entonces cuando el silencio se rompieron: le dieron las cartas", explica Katia. La prisionera respondió: "Estos últimos días, he recibido muchas cartas de Francia, de diferentes regiones. Me han devuelto las ganas de soñar. Os escribo a vosotros –personas que no conocía, y que, sin embargo, desea que vuelva tan pronto como sea posible a casa, a mi país, con mi familia". Gracias a todos.

Katia dice que su objetivo es "contarles historias de la vida de fuera –que quizás parecen banales–, pero que pueden aportar un confort vital en una cárcel". Es una actividad habitual de la disidencia en Rusia y el Estado –de momento– no puede prohibir toda comunicación en el exterior de las cárceles.