¿Qué pide Putin a Papá Noel soviético?
La Navidad del 2021, a falta de dos meses por el ataque contra Ucrania, Putin empezaba a dar pistas reales y falsas sobre la agresión, y lo hacía rodeado de abetos iluminados mientras se dirigía a Ded Moroz –el Abuelo del Hielo–, la figura de Papá Noel soviético. Putin le agradeció los más de veinte años de presidente de Rusia, y le pidió apoyo por sus planes de futuro –entre ellos la guerra que llevaba en la cabeza–. "Mi relación con Ded Moroz siempre ha sido muy buena", repitió Putin, y se permitió recordar que es el único Papá Noel que forma parte de sus recuerdos de niñez de los años 50, repartiendo golosinas en Nochevieja en el barrio de Leningrado donde vivía.
Escenas parecidas a las que vivían los niños de Europa y Estados Unidos la noche del 24 de diciembre, esperando la visita de Papá Noel. Escenas que formaban parte del imaginario navideño ruso que Lenin y los bolcheviques quisieron borrar a partir de 1917 y que Stalin –que de entrada era reacio– recuperó a partir de 1935, gracias a los buenos consejos y al asesoramiento técnico del dirigente comunista ucraniano Pavel Póstichev.
Según Postichev, se trataba de equiparar la prosperidad de la vida soviética con la occidental recuperando la alegría del ambiente navideño pero, eso sí, dejando claras las diferencias: ninguna simbología externa, ni "burguesa" ni religiosa. Todo muy social y civil. Nada, pues, de hablar de San Nicolás, pero sí de Ded Moroz, un personaje de la mitología rusa, que visita a los niños acompañados de su nieta Snegurotchka, la doncella de la nieve, que ayuda al abuelo a repartir los regalos. Snegurotchka se había popularizado hacía décadas a raíz de una obra de teatro de Aleksander Ostrovski. Las estrellas comunistas de cinco puntas se pusieron en los decorados, rótulos y tarjetas de felicitación, y prescindieron de las también "burguesas" estrellas de siete puntas.
Prosperidad para Rusia
Y un elemento suficientemente definitivo para marcar diferencias: Ded Moroz, con su barba blanca, que en muchos cuentos salía vestido de color rojo, y aparecía y desfilaba vestido de color celeste intenso. Stalin aceptó la propuesta de Postichev y Rusia rescató el ambiente festivo navideño celebrándolo sólo en Fin de Año. El derrumbe de la URSS en 1991 no representó la desaparición de Ded Moroz, que ha seguido siendo mayoritario pese a tener que compartir simbologías y fechas señaladas: muchos rusos –nuevos ricos y no tan ricos– han elegido venerar a San Nicolás y celebrar Navidad por el calendario juliano de la Iglesia orto el día de Navidad y el 9 –no el 8–, San Esteban.
De cara al 2026, Vladimir Putin volverá a pedir a Ded Moroz prosperidad para Rusia, y sobre todo rescatar a Ucrania. Prosperidad, la sociedad rusa está suficientemente necesitada, pero difícilmente la visita de Ded Moroz le aportará. Quien sí podría tapar muchos agujeros de la economía rusa sería el propio Putin si los más de 2.000 millones de dólares que tiene en paraísos fiscales –lo aseguran las cuentas de Panamá y los papeles de Pandora– volvieran al tesoro público.
Una fortuna que empezó a acumular entre 1994 y 1997 cuando fue teniente de alcaldía en San Petersburgo, una vez había llegado del KGB. Un buen amigo suyo y al mismo tiempo oligarca, Serguei Rolduguin, le enseñó el camino para hacerse rico, riquísimo. Rolduguin, de hecho, ha sido el auténtico Ded Moroz que ha tenido Putin a la hora de pedir las bienaventuranzas de Fin de Año.