Crece la preocupación social y política ante un nuevo (in)civismo
La percepción de muchos alcaldes y vecinos es que han aumentado las gamberradas en nuestros municipios, aunque las estadísticas y algunos expertos defienden que no es exactamente así
LleidaBroza esparcida y mal seleccionada, papeles y botellas abandonadas por las calles, gritos y música por las noches, deposiciones de perros en parques y aceras e, incluso, barbacoas en la vía pública y retos virales para defecar en las piscinas municipales. Éstas son algunas de las últimas actitudes más frecuentes calificadas de incívicas por las ordenanzas municipales y que prevén la imposición de multas que pueden superar los cientos de euros.
No se trata de actos delictivos, ni siquiera de vandalismo (como podrían ser la quema de contenedores o peleas), pero algunos sectores de la sociedad tienen la percepción de que han ido en aumento, incluso en municipios pequeños. "Parece que todo se ha ido degradando", lamenta la alcaldesa de Tàrrega, Alba Pijuan. Este municipio (como una decena más de Ponent) ha sufrido este verano la presencia repetida de heces humanas en sus piscinas, lo que ha obligado al consistorio a contratar los servicios de vigilancia privada. "Nos estamos perdiendo como sociedad si no sabemos transmitir bien los valores del civismo –explica Pijuan–. Debemos cuidar de una ciudad que, al final, es también nuestra casa", añade.
En Les Borges Blanques, donde los casos de incivismo se asocian a menudo a las okupaciones de viviendas que este municipio registra en uno de sus barrios, también existe la percepción de que el fenómeno está creciendo. "Cada día nuestra brigada municipal hace decenas de fotos de residuos que ha tenido que recoger fuera de los contenedores -dice el alcalde Josep R. Farran-. Esto antes no ocurría", asegura.
¿Era diferente la sociedad de hace cincuenta años? El catedrático de la UAB Joan Lluís Pérez, experto en derecho público, atribuye la sensación de mayor incivismo al incremento de la población, algo que, por estadística y en términos absolutos, hace que crezca también el número de actos incívicos. Pero Pérez reconoce también que antes existían "unas pautas de conducta más uniformes" y que, actualmente, ante la diversidad y el aumento poblacional, muchos "ayuntamientos están desbordados y no saben cómo tratar este tema". Por eso reivindica un debate sobre el incivismo "con valentía", como un tema de país, para que "la gente se sienta miembro de una comunidad e intente respetar sus principios".
El sociólogo y periodista Salvador Cardús matiza que la percepción de mayor incivismo se debe a que "hay más comportamientos que no se ajustan a los patrones tradicionales o convencionales", es decir, "en una sociedad muy homogénea, estos códigos estaban estandarizados y compartidos, pero en una sociedad actual como la nuestra, tan diversa, compleja y de orígenes diferentes, lo que para unos y todo, loable", dice Cardús.
En esto último está de acuerdo Anna Carné, concejala de Acción Social y Comunitaria, Ciudadanía e Infancia de Mollerussa, que reconoce que existe un uso muy diverso del espacio público por parte de los diferentes colectivos y la percepción de incivismo acaba siendo poco objetiva. Por eso ella reivindica un trabajo de convivencia "para que puedan coexistir las diferentes maneras de vivir en las calles y plazas", pide Carné. El Ayuntamiento de Mollerussa asegura que trabaja conjuntamente con sus entidades para realizar "campañas de civismo activo".
Pacto en Lleida ciudad
Con datos en mano, parece difícil concluir taxativamente que el incivismo ha crecido. Lo corrobora, por ejemplo, la evolución anual de expedientes abiertos en la ciudad de Lleida en la que, aparte del paréntesis de los meses de confinamiento durante la pandemia (en la que se dispararon las denuncias por molestias vecinales), las cifras actuales no superan las de hace diez años. Entonces, ¿por qué existe una percepción de aumento? Según Juanjo Falcó, docente, abogado y concejal de ERC (en la oposición) en la Paeria de Lleida, "dentro del saco del incivismo estamos colocando conductas que probablemente no son incívicas". Pueden ser tanto los actos que son más bien delictivos o fenómenos como el sinhogarismo o la mendicidad que, "aunque posiblemente van en aumento, nosotros pensamos que no son acciones incívicas", dice Falcó, poniendo también en duda que el consumo de alcohol en la vía pública (una de las medidas más sancionadas en Lleida ciudad) sea por sí mismo un acto. "Deberíamos revisarlo y consensuarlo", concluye.
El psicólogo Carles Alsinet, director de la Cátedra de Innovación Social de la Universidad de Lleida, opina que la percepción de incivismo creciente es falsa. "Está fuera de la realidad", opina Alsinet, y lo achaca al interés de ciertos medios de comunicación y sectores políticos con una clara estrategia ideológica. "Debemos rebatirlo dando noticias que sean verdad, aunque las negativas sean mucho más golosas", concluye Alsinet, que es ahora el comisionado del futuro Pacto por la Convivencia y el Civismo de la ciudad de Lleida. Se trata de un proyecto ideado por la Paeria que, desde una perspectiva positiva del tema, pretende consensuar con distintos actores sociales una carta de valores y gestionar colectivamente los conflictos de convivencia. "Buscamos la corresponsabilidad de los ciudadanos, para que sean ellos quienes nos vinculen, quienes adquieran y asuman un compromiso", explica la concejala de Seguridad, Movilidad y Civismo, Cristina Morón. "La gente que se adhiera al pacto lo hará no sólo con una estructura, sino diciendo lo que hará para mejorar la convivencia en Lleida", añade Alsinet.
Este documento, que se ha trabajado durante el último año a través de un proceso de participación ciudadana, estará ultimado este próximo mes de septiembre, de forma paralela a la redacción de unas nuevas ordenanzas (las actuales tienen más de quince años de antigüedad). "Este pacto es un compromiso, el aspecto constructivo en el debate sobre el civismo; las ordenanzas son la parte punitiva", aclara Morón.
"De momento, el Pacto es sólo una declaración superficial que no va en la línea de lo que debería ser un plan estratégico y que, por tanto, será de una eficacia menor", lamenta la oposición republicana en Lleida ciudad, que pide también que las nuevas ordenanzas se definan una vez el Pacto esté ya consensuado. "El Pacto debería incluir un compromiso claro para realizar una nueva ordenanza, moderna, garantista y construida con consenso", reivindica Juanjo Falcó.
Y es que las multas son, hoy en día, la última herramienta que tienen los consistorios para frenar el incivismo. "Para nosotros, la pedagogía y la educación son herramientas básicas, pero si finalmente debe haber sanción, ésta debe ser ejemplar", opina el alcalde de Les Borges Blanques.
"Debemos hacer campañas muy amplias, no focalizadas ni en un grupo de edad concreto, ni en un grupo cultural, ni social, de amplio alcance para toda la ciudadanía –añade la alcaldesa de Tàrrega–, porque cuando ves la lista de las sanciones que hemos impuesto, te das cuenta de que hay más.