Las 10 claves tecnológicas del 2022
De las criptomonedas y el catalán en la red hasta el metaverso, hacemos un repaso de las tendencias digitales del año
BarcelonaLa tecnología ha tenido un papel destacado en muchas de las noticias que leeréis en los otros resúmenes anuales que está publicando el ARA. Pero la propia industria tecnológica ha sufrido cambios considerables durante el 2022. Más allá de anécdotas como si la gente se marcha de Instagram a BeReal o a TikTok, estas son las 10 tendencias destacadas del año.
La cruda realidad de las criptomonedas
El hundimiento reciente de varios intercambiadores de divisas virtuales, que ha fundido los ahorros de muchos incautos atraídos por promesas de rentabilidades imposibles, ha puesto en evidencia este año que muchas de estas propuestas no son más que estafas piramidales donde solo ganan los primeros avispados que llegan, y que si las claves de tu criptomonedero no las tienes solo tú, estás vendido. El concepto de divisa digital es atractivo, pero solo viable con supervisión de las autoridades: acabaremos viendo euros, dólares y yuanes digitales. Desgraciadamente, la mala fama de las criptomonedas está ensuciando a la tecnología subyacente, la cadena de bloques o blockchain. Tiene posibilidades enormes en todo tipo de industrias, pero IBM y Maersk acaban de abandonar su proyecto de cadena de bloques logística por falta de interés del mercado.
El metaverso tiene las piernas muy cortas
De hecho, ni las tiene: los avatares en el universo paralelo que Mark Zuckerberg quiere hacernos tragar quedan cortados a la cintura, cosa que no invita a participar. Este año hemos visto a operadoras de telefonía, a entidades bancarias, a marcas de coches e incluso a la Comisión Europea haciéndose los modernos con entornos virtuales que habrán dado negocio a las empresas creadoras de metaversos, pero no aportan ninguna ventaja práctica a los ciudadanos. Las tecnologías de realidad aumentada y virtual son de extraordinaria utilidad en aplicaciones profesionales e industriales, pero las de consumo todavía son soluciones a problemas inexistentes. La fuga hacia adelante de Zuckerberg para chupar datos de los usuarios sin tener que pagar peaje a Apple y Google le está costando la pérdida de confianza de los accionistas.
Revive el internet de toda la vida
La conducta errática de Elon Musk al frente de Twitter desde que compró la empresa por 44.000 millones de dólares provoca una gran incertidumbre sobre cómo será en el futuro el funcionamiento de esta red social, que afecta desproporcionadamente a los políticos y a los periodistas, dos colectivos que han acabado dependiendo de ella. A la población en general le da igual, pero el ajetreo ha servido para que muchos particulares, empresas y organismos públicos sean conscientes del riesgo de confiar a plataformas centralizadas de propiedad privada su presencia digital. De aquí el interés reciente en Mastodon y otros servicios del llamado fedivers, con una estructura descentralizada que recuerda mucho las comunidades de los orígenes de internet, antes de ser secuestrado por los gigantes digitales.
Los móviles son muy aburridos
Hace años que todos los smartphones son rectángulos de cristal táctil con parrillas de iconos gestionados por un sistema operativo de Google o de Apple y hay que bajar al detalle de las especificaciones técnicas en aspectos como la cantidad, la resolución y la luminosidad de las cámaras –que son bastante aceptables incluso en los modelos más asequibles– y en la velocidad de carga de la batería. Por eso los consumidores no sienten la necesidad de cambiar de aparato tan a menudo como antes, y como todo el mundo que puede permitirse un móvil ya lo tiene, el mercado mundial se ha estancado. La única novedad destacable son los smartphones desplegables, que van creciendo, pero solo representan una de cada 100 unidades vendidas.
Las cadenas de abastecimiento se reconfiguran
Las perturbaciones causadas por la pandemia, sumadas al proteccionismo comercial que Trump inició y Biden ha redoblado para tratar de impedir que China deje atrás a los EE.UU., han cambiado las vías tradicionales de abastecimiento de componentes electrónicos de todo tipo de industrias, desde la automoción hasta la propia electrónica. Los gobiernos han reaccionado regando a los fabricantes de chips con subvenciones para construir fábricas nuevas, que, tal como ha pasado siempre, cuando estén acabadas sumarán un exceso de capacidad que hará caer los precios. Simultáneamente, la delicada situación geopolítica está haciendo que marcas como Apple vayan retirando de China una parte de su fabricación, en favor de nuevas potencias de la subcontratación: Vietnam (ordenadores portátiles) e India (smartphones).
Europa marca paquete
Las instituciones de Bruselas no son precisamente ágiles, pero cuando se mueven se nota: este 2022 se ha prorrogado la supresión del suplemento de itinerancia (roaming) para los ciudadanos europeos que usan el móvil en otros estados de la UE y se ha promulgado la normalización del conector de carga USB-C para todos los dispositivos electrónicos con batería. El Reglamento General de Protección de Datos continúa complicando a los gigantes digitales norteamericanos y chinos su objetivo de chuparnos los datos. Y las Directivas de Mercados (DMA) y Servicios Digitales (DSA) aprobadas este 2022 los obligarán a respetar más nuestros derechos como consumidores y usuarios, además de marcar la pauta para el resto del planeta conectado.
Internet llega por mar y cae del cielo
Este ha sido el año en el que Catalunya ha empezado a acoger cables intercontinentales de telecomunicaciones, que facilitarán la instalación de grandes centros de datos. A escala global, empresas privadas como SpaceX, OneWeb, Inmarsat y otras están llenando el cielo con miles de pequeños satélites en órbita terrestre baja (LEO, en las siglas en inglés) que permiten dar cobertura de internet a lugares donde poner antenas convencionales no es posible (los océanos), rentable (zonas rurales, junglas) o un desastre natural o bélico deje fuera de juego las que había. En esta saturación del espacio –que ya comporta conflictos entre operadores– participan incluso firmas catalanas como Sateliot y OpenCosmos.
Catalán digital: una de cal, una de arena
Como ya pasó hace diez años con Twitter, la presión del Barça ha hecho que Spotify haya sido traducido a nuestra lengua. En cambio, la mayoría de los coches, televisores y mayordomos digitales no hablan catalán, pero el proyecto Aina de construcción de un corpus digital del catalán que cualquier empresa pueda adoptar avanza a toda máquina encabezado por el Centro de Supercomputación de Barcelona. Ahora bien, no nos podemos despistar: acabamos el 2022 con una anomalía todavía no resuelta que da en los resultados de las búsquedas web prioridad a las páginas en español sobre las versiones en catalán.
Los ciberataques de cada día
Mientras los gigantes digitales nos ponen anzuelos para que les regalamos nuestros datos con finalidad publicitaria, las divisiones de tecnología de los sindicatos mundiales del crimen perfeccionan sus ciberataques para robárnoslos directamente. Mediante técnicas de ingeniería social consiguen las credenciales para acceder a datos corporativos, secuestrarlos, pedir un rescate y, si no se les paga, venderlos o regalarlos al mercado negro. Así circula la información administrativa y clínica de miles de empleados y pacientes de hospitales y centros de asistencia del área de Barcelona, un incidente que obliga a reforzar las defensas y a las autoridades a ser más transparentes: cuando dicen que las intrusiones se han «resuelto», tendrían que aclarar que han tapado la rendija, pero los datos filtrados ya no se pueden recuperar.
IA generativa
El 2022 es el año en el que los progresos en inteligencia artificial (IA) se han hecho visibles para el público. Durante el segundo semestre, las empresas líder en IA se han ido pisando con algoritmos cada vez más sofisticados para generar imágenes sintéticas a partir de una descripción de texto (DALL-E, Midjourney, Stable Diffusion), para dialogar de manera coherente con las máquinas (Chat GPT) y otras muchas aplicaciones que ya tienen en estado de alerta a las profesiones creativas para aspectos como la propiedad intelectual o la propia viabilidad de los puestos de trabajo, y al conjunto de la sociedad por la dificultad de distinguir la información verídica de la falsa. Mientras tanto, vamos jugando a hacer dibujitos surrealistas, que hacen mucha gracia.