El descubridor de la doble hélice del ADN o la inventora de la píldora del día después: las tecnonecrológicas de 2025
Como es tradición, repasamos las defunciones del año que hemos dejado atrás para recuperar personajes relevantes del mundo tecnológico y científico, generalmente menos conocidos por el gran público
BarcelonaCada año dedicamos el último Dígitos y trastos en recordar brevemente, con motivo de su muerte, personalidades que a menudo no llegan a la categoría de celebridades pero han dejado un legado destacado en el campo tecnológico. Ésta es la selección de un 2025 que ya acaba.
Bill Atkinson (1951)
Cuando Steve Jobs quería que el Macintosh original fuera capaz de dibujar rápidamente círculos y elipses en la pantalla, fue Bill Atkinson quien escribió el código en lenguaje máquina para que lo hiciera a una velocidad aceptable. Luego creó MacPaint, la aplicación que demostró en el mundo que un ordenador personal podía ser una herramienta creativa. Su aporte más discreto pero crucial fue QuickDraw, el motor gráfico que alimentó la interfaz de los Macs durante más de veinte años. A mediados de los 90 inventó HyperCard, un entorno de programación visual que anticipó la web y predecesor conceptual de los wikis.
James Watson (1928)
En 1953 James Watson y Francis Crick desvelaron la estructura de doble hélice del ADN, descubrimiento que abrió la puerta a la genética moderna. La historia está manchada por la controvertida exclusión de Rosalind Franklin, cuyos datos de difracción de rayos X fueron fundamentales para llegar a la correcta conclusión. Watson recibió el Nobel de medicina en 1962, pero sus declaraciones posteriores sobre inteligencia y raza acabaron privándole de honores y causando su aislamiento científico. Murió a los 97 años con un legado dividido entre el brillo científico y las opiniones que contaminaron su reputación al término de su vida.
Jim Lovell (1928) / Ed Smylie (1927)
En abril de 1970, el Apollo 13 se dirigía hacia la Luna cuando una explosión dejó a la tripulación sin suficiente oxígeno y con las baterías al límite. Este año han traspasado a dos de los protagonistas del incidente. Jim Lovell, como comandante, tuvo que pilotar la nave utilizando el módulo lunar como bote salvavidas. Mientras, en Houston, Ed Smylie dirigió al equipo de ingenieros que en 48 horas diseñó con cartón, cinta aislante y bridas de plástico un adaptador para filtrar el dióxido de carbono con materiales a bordo. Sin esa improvisación, los tres astronautas habrían muerto ahogados por su propia respiración. El rescate fue un triunfo de la imaginación técnica bajo presión extrema y un recordatorio de que, en ocasiones, salvar vidas no requiere tecnología puntera sino ingenio y desesperación a partes iguales. Lovell murió a los 97 años y Smylie a los 98.
Sharon Camp (1944) / Étienne-Émile Baulieu (1926)
Sharon Camp desarrolló la contracepción de emergencia conocida como la "pastilla del día siguiente", que ha evitado millones de embarazos no deseados en todo el mundo y es crucial para víctimas de agresiones sexuales. Paralelamente, el bioquímico francés Étienne-Émile Baulieu sintetizaba la mifepristona, el principio activo de la píldora abortiva RU-486, que desde finales de los 80 permite interrumpir embarazos de forma más segura y menos invasiva que los métodos quirúrgicos tradicionales. Ambos tuvieron que superar resistencias políticas y religiosas feroces. Sus contribuciones han permitido a millones de mujeres tomar decisiones fundamentales sobre sus propios cuerpos, en un campo de batalla que sigue abierto 40 años después.
Robin Merryweather (1933)
Robin Merryweather, ingeniero de Pilkington Glass, desarrolló los sistemas de head-up display (HUD) que proyectan información crítica en el parabrisas de los aviones de combate sin obligar a los pilotos a apartar la vista del cielo. La tecnología, nacida de la necesidad militar de los años 60, acabó filtrándose en la aviación comercial y, más tarde, en los coches de gama alta. Merryweather no inventó el HUD –los primeros experimentos datan de la Segunda Guerra Mundial–, pero lo hizo práctico, fiable y resistente a las vibraciones y cambios de temperatura extremos. Ha fallecido a los 92 años, en un momento en el que los HUD ya son habituales en vehículos de consumo.
Robert Jarvik (1946)
Cardiólogo e ingeniero, Robert Jarvik creó el primer corazón artificial permanente implantado con éxito en un ser humano: el Jarvik-7, que en 1982 permitió que Barney Clark viviera 112 días más. Aunque la tecnología no logró ser una solución permanente –los pacientes sufrían infecciones y accidentes cerebrovasculares–, abrió el camino a los dispositivos de asistencia ventricular que hoy mantienen vivos miles de enfermos a la espera de un trasplante. Posteriormente, Jarvik perfeccionó bombas mecánicas más pequeñas y menos invasivas. Ha muerto a los 79 años, cuando los corazones artificiales son ya puentes reales entre la enfermedad cardíaca terminal y una segunda oportunidad.
Rebecca Heineman (1963)
Campeona nacional del videojuego Space Invaders en 1980 con sólo 16 años, Rebecca Heineman convirtió ese triunfo en una carrera profesional como programadora que abarca cuatro décadas. Fundó Logicware, Contraband Entertainment y Olde Sküül, donde programó puertos legendarios como el fracasado Dragon's Lair para NES y la popular conversión de Doom a 3DO. Pionera transexual en una industria dominada por hombres, hizo pública su transición en el 2003, en un momento en el que dar ese paso todavía podía significar el ostracismo profesional. Muerta a los 62 años, deja un legado de decenas de juegos y la enésima demostración de que el talento no entiende de género.
Claudi Alsina (1952)
El matemático y divulgador Claudi Alsina pasó cuatro décadas enseñando en la Universidad Politécnica de Cataluña y escribiendo libros que hacían las matemáticas inteligibles para quien las odiaba. Con títulos como Geometría cotidiana y El club de la hipotenusa, defendió con humor y paciencia que las matemáticas no son una tortura abstracta sino una forma de mirar al mundo con curiosidad. Muerte a los 73 años, deja a cientos de alumnos convencidos de que entender un teorema puede ser tan estimulante como resolver un rompecabezas.
Artur Tresserras (1944)
En los años 70 y 80 del siglo pasado, en muchos hogares del país se escuchaba música con mucha más calidad sonora que en las actuales, gracias a los equipos de alta fidelidad que la marca Vieta fabricaba en Poblenou de Barcelona. Una pieza fundamental de aquellos equipos eran los altavoces creados por el ingeniero técnico industrial Artur Tresserras, que diseñaba todos sus componentes, desde el material de la membrana hasta el cálculo del recinto acústico, a menudo de formas originales. Cuando Vieta dejó de fabricar electrónica, Tresserras asumió la continuidad de la producción de altavoces creando la empresa Acutres, donde tuve el privilegio de trabajar con él y aprender de su habilidad para industrializar sus matices sonoros. Terminó su carrera profesional como director de estudio de discos ópticos de la marca japonesa Pioneer.
Carl Lundström (1959)
Heredero de una fortuna hecha con la industria de la madera, Carl Lundström dedicó una parte a financiar a The Pirate Bay, la plataforma sueca que entre 2003 y 2014 facilitó la descarga de millones de ficheros protegidos por derechos de autor y se convirtió en el símbolo de la piratería digital masiva. En 2009 fue condenado a prisión ya multas millonarias junto a los fundadores del sitio, pero nunca mostró arrepentimiento. Defendía que compartir cultura no debería ser un delito y que la industria del copyright estaba desfasada. Muerte a los 66 años en un accidente de avión en Eslovenia, para unos fue un filántropo de la libertad digital; para otros, el facilitador de un robo masivo.
David Cope (1941)
Compositor y profesor en la Universidad de California, David Cope dedicó cuatro décadas a demostrar que las máquinas podían crear música indistinguible de la humana. Su programa EMI (Experiments in Musical Intelligence) generó composiciones al estilo de Bach, Mozart y Chopin que engañaron a críticos y músicos profesionales. Cuando en 1997 presentó una sinfonía "de Mozart" creada por el ordenador, la indignación fue tan grande como la fascinación. Cope abrió un incómodo debate sobre creatividad y autenticidad que hoy, con la IA generativa, parece profético. Murió a los 84 años dejando claro que la música no requiere alma para emocionar, sino que le basta con buenos patrones matemáticos.
Han Jong-hee (1963)
Durante dos décadas Han Jong-hee escaló posiciones en Samsung hasta convertirse en su co-CEO en 2021, responsable de la división de dispositivos de visualización y electrodomésticos inteligentes. Bajo su dirección, Samsung ha mantenido el liderazgo global en pantallas OLED y ha apostado por la integración de la IA en neveras, lavadoras y televisores, camino que otros fabricantes han seguido con éxito desigual. Murió a los 62 años de un paro cardíaco, en un momento en el que Samsung empieza a perder cuota de mercado frente a rivales chinos más ágiles y baratos. Su legado queda reflejado en que en millones de hogares en todo el mundo un televisor Samsung sigue siendo sinónimo de calidad, aunque ya no de liderazgo tecnológico indiscutible.
Vince Zampella (1969)
Vince Zampella fue el creador de Call of Duty, la franquicia que definió los videojuegos bélicos y acumula ventas superiores a los 30.000 millones de dólares. Tras una salida traumática de Activision en 2010 por disputas legales y creativas, fundó Respawn Entertainment, donde creó Titanfall y Apex Legends, dos títulos que demostraron que todavía había agujeros en un mercado saturado. Muerto en un accidente de tráfico con su Ferrari en California, trabajaba en un nuevo proyecto no especificado y supuestamente destinado a "reinventar el multijuego cooperativo".