El ego de Ceferin, otra vez
El sorteo de la Champions, que el jueves por la tarde emitían algunas cadenas y plataformas deportivas, suele tener preliminares singulares de la mano de Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA. Más que determinar el calendario y emparejamientos de la competición, para él es una oportunidad para exhibir su protagonismo y poder. El año pasado, para presentar el nuevo formato de la competición, estrenó un cortometraje en el que estrellas del fútbol como Zlatan Ibrahimovic o Gianluigi Buffon hacían de comparsa de Ceferin, con un teatrillo muy bien dirigido. Entonces el presidente de la UEFA ya dio el visto bueno a un guion que lo erigía en un líder único y carismático, un ideólogo del fútbol omnipotente y autoritario. Este año lo recuperó para volver a emitirlo. Y convirtiéndolo ya en una tradición, presentó una segunda parte de lo que ya parece ser una serie. El film es digno de análisis por todo lo que delata. Se supone que es un nuevo episodio de tensión entre Ceferin y Zlatan. En una entrevista en televisión, el sueco representa que se jacta de haber ideado él el sistema de competición que se estrenó la temporada pasada y asegura que tiene preparados nuevos cambios. Ceferin entra en la sede de la UEFA, ágil, determinado y poderoso. La cámara lo sigue subiendo las escaleras hasta su despacho, como si fuera un héroe a punto de actuar. En el edificio solo aparece una mujer en todo el vídeo, su secretaria, a la que da una orden sin desearle ni el buen día: "¡Todo el mundo a mi despacho y ponme a Zlatan al teléfono!". El sueco se está masajeando en una mansión del lago Como y presume de musculatura. Sale desnudo con una toallita atada a la cintura mientras discute por teléfono con Ceferin. Mientras, en el despacho, los directivos de la UEFA, todos con camisa y corbata, discuten. Luís Figo es uno de ellos y está a punto de pelearse a puñetazos con uno que le lleva la contraria. Es un cónclave de machos. En la discusión telefónica entre Ceferin y Zlatan, llegan a insultarse. Se llaman idiota el uno al otro y se menosprecian con sarcasmo. Se escenifica una batalla de egos en la que el exfutbolista pretende atribuirse los méritos y Ceferin se reivindica como el verdadero responsable. Por último, el sueco cede a cambio de una condición secreta que el presidente de la UEFA acepta. Y el cortometraje acaba con ese misterio. La gala de los sorteos resolvía el enigma en directo. Los dos protagonistas aparecían en el escenario. "¿Cuál es la condición que ha aceptado, Sr. Ceferin?" le pide la presentadora. "El premio del presidente de la UEFA es para Zlatan Ibrahimović", admite. Porque en la megalomanía del personaje, el hombre ha creado un premio con su propio nombre para entregarlo a quien le da la gana.
Una fiesta para arrancar la temporada de fútbol que rebosa testosterona, con comedieta de machos alfa que hacen gala de su prepotencia y marcan territorio. Después, se premian entre ellos para subrayar su poder en el gremio del fútbol. Es tan patético, delata los instintos de una forma tan primaria y obvia, que hace reír incluso.