Carlo Padial: "Me da tanto miedo el exterior que es en terapia donde me siento cómodo"
Este viernes se estrena el primer título de producción propia de Filmin, la comedia Doctor Portuondo, una miniserie basada en la novela, del mismo título, que Carlo Padial publicó en 2017. Seis episodios que recuerdan la experiencia del escritor haciendo terapia con un psicoanalista y que combina lúcidas lecciones de vida con quejas, experiencias y acusaciones inesperadas. Un singular combate entre la neura y el método narrado en primera persona por Padial, también director de la serie.
Mientras veía Doctor Portuondo recordé una serie que también iba sobre terapia, El grupo.
— No la tengo controlada. De hecho, no he visto ninguna serie que se mueva en estos parámetros, si a caso alguna película...
La hacían en Telecinco en 2001. Te lo comento porque tenía un color muy cálido y en cambio la tuya es bastante oscura.
— Tengo la sensación de que el libro es más luminoso que la serie. La novela viene de una tradición de comedia que habla de fatalismo, con un fondo divertido y parábolas sobre la vida. En cierto modo se acerca al humor judío sin que yo lo sea. En cambio, la serie tiene un tono que prácticamente es de película de terror, más irreal y oscuro.
Dos Doctor Portuondo diferentes, el de la serie y el de la novela.
— De hecho son tres, porque hay un primero que es la persona que fue mi terapeuta. Cuando lo conocí yo era joven y estaba en un momento concreto, después escribí el libro y estaba en otro momento, faltaba poco para que naciese mi primer hijo y tenía una especie de vocación por demostrar mi ingenio por encima de todo. Ahora, en cambio, estoy en un punto en el que el humor ya no es lo único que me interesa y soy más pesimista. Diría que la serie refleja esta otra visión, Doctor Portuondo es una comedia psicológica que mira a las películas de fantasmas.
¿Aquí es donde entra cierta claustrofobia?
— Totalmente, siempre me han gustado los espacios cerrados. Cuando me ofrecieron el proyecto me explicaron que sería una serie pequeña y que rodaríamos pocos exteriores. Para mí no fue un problema, todo lo contrario. Uno de mis géneros favoritos, contando cualquier expresión artística, son las obras de teatro que van de lucha de cerebros, de relaciones de esclavitud mutuas que se establecen en espacios minúsculos. Este es mi mundo, si tuviera que hacer una película sobre, yo que sé, una guerra, no sabría ni dónde colocar la cámara.
La tuya es la primera serie propia de Filmin. ¿Una responsabilidad?
— ¡Por supuesto! Cuando entro en un nuevo proyecto siempre espero no hacer el ridículo, que acabe saliendo una cosa que esté bastante bien. En Doctor Portuondo empecé con este planteamiento tan neurótico, pero el resultado ha acabado siendo el que planteábamos: la serie se parece mucho a lo que queríamos hacer. He tenido la sensación de visualizar muy bien el proceso desde que hacía el guion.
Hablando del guion, que está basado en tu novela: seguro que te han tumbado textos pensados para series y, en cambio, se ha hecho una serie de uno que no estaba pensado para serlo.
— Absolutamente. Me muevo mucho por impulsos creativos, por eso nunca había pensado que mi novela pudiera ser una serie, a pesar de que hoy en día parece más fácil escribir un libro y adaptarlo que escribir un guion y que te lo compren. Cuesta mucho levantar guiones originales; en cambio, hay una fiebre por comprar los derechos de prácticamente todo.
¿Cuando te compraron Doctor Portuondo pusiste alguna condición innegociable para hacerla?
— No, no, en ningún caso. Además, he tenido libertad total y absoluta en todo. La libertad de la que habla la filosofía de Filmin y que se ve en su catálogo la han trasladado a la hora de producir.
Martí Sales decía en una entrevista que no se acaba de fiar de alguien que cree que no necesita terapia.
— Hay un componente cultural que tira para atrás. A menudo la terapia se ha visto con cierta desconfianza, sobre todo si hablas con la generación de encima nuestro. Mi madre era esteticista y, quitándole importancia, decía que su salón era una consulta de psicología. En cuanto a mí, hoy mismo hablaba con una psicoanalista, porque estoy valorando volver a hacer terapia, y pensaba en lo contento que estoy ahí. Me da tanto miedo el exterior que es en terapia donde me siento cómodo. Es un entorno civilizado y no salvaje como la calle. La terapia es una herramienta de autoconocimiento que pone la palabra en el centro, y esto es realmente atractivo.
¿Y cómo era el entorno que creaba Portuondo?
— Era un tipo que se movía en el terreno de las contradicciones dinámicas. Identificó enseguida que yo era un Edipo narcisista que solo sabe defenderse cuando hay poca gente en la habitación, entonces me puso en un espacio en el que sabía que me podía sentir incómodo: una terapia de grupo. Era una especie de lección simbólica. Portuondo tenía cosas muy curiosas, mezclando momentos zen con otros muy groseros. Podía estar haciendo bromas de una tonalidad muy dudosa y a la vez darte una lección de vida finísima. Sus contrastes son un poco como es la vida.
¿Cómo recuerdas a Portuondo?
— Un sabio a la manera latina [era cubano]. Expresaba sus conocimientos de una manera que a menudo te dejaban alucinado.
Y tú, ¿cómo te has reconocido en la serie?
— Ver a un actor haciendo de mí mismo me provoca una sensación muy extraña, pero también me pasa cuando me veo en la tele. Hay un juego de espejos que le va muy bien a la serie. Todo esto que hago es un intento de explicarme a mí mismo quién soy, porque las cosas que digo siempre son de verdad. Quiero ser muy sincero, a pesar de no tener una necesidad exhibicionista, aunque explico que mi abuelo era trotamundos, u otros hechos que han supuesto un gran problema para mí, y lo hago ante todo el mundo, con desconocidos escribiendo comentarios en YouTube.
En la serie Portuondo dice que cuanto más conscientes eres más sufres. Mejor no ser muy listo, pues.
— Siempre decía que no ser muy inteligente era una cosa buena, porque no te dabas cuenta mucho de las cosas. Cuanto más ves, peor lo pasas. En el libro aparece que Portuondo me lo avisaba muchas veces: "¿Estás seguro de que quieres saber todo esto de ti y tu familia?" Puedes pagar un precio muy alto por ser demasiado consciente de las cosas, pero para alguien como yo, que ya tenía dificultades para salir adelante, no había mucha alternativa. Para mí fue una herramienta muy necesaria para tramitar las cosas más inmediatas. Tenía problemas muy básicos para poder vivir y la psicoanálisis me ayudó. Me dio herramientas para ser algo más fuerte.
¿Doctor Portuondo es un alegato a hacer terapia?
— Me gustaría que la serie hiciese pensar sin ser aleccionadora. En ningún caso es un alegato; de hecho, mucha gente cree que es una mirada escéptica y crítica a la terapia. Yo sobre todo quería compartir la figura de Portuondo, la serie tiene esta función puramente práctica de "conocí a esta persona y quiero que la conozcáis todos". Y una vez ahí él te lleva hacia la catarsis.