'Salvados': cuando el cabeza de turco arrastra al verdugo

El domingo por la noche, Salvados entrevistó a Salomé Pradas, consejera de Justicia e Interior de la Generalitat Valenciana durante la dana y, por lo tanto, responsable de emergencias ante la catástrofe. Fernando González, Gonzo, le hizo una larga entrevista para profundizar cronológicamente en todo lo ocurrido aquel 29 de octubre y entender la gestión del Cecopi. La entrevista tiene un gran mérito periodístico. Ante el relato ambiguo e inverosímil de Mazón, Pradas es quien dispone de detalles y muchos motivos, en estos momentos, para darlos a conocer. Y más después de ser cesada por Mazón. Sin embargo, hay que tener una circunstancia presente. Salomé Pradas está imputada y pendiente de juicio y, por lo tanto, hay que entender también su testimonio como parte de una estrategia de defensa.

Gonzo llevó a cabo una entrevista completísima y con un control muy riguroso de los hechos. Mantuvo siempre un buen tono, sin presionar ni tensar la conversación, pero exigente con la invitada. Obligó a Pradas a ser precisa, y ella fue siempre más concreta de lo que nunca se ha mostrado Mazón. Salvados, además, recuperó imágenes de aquella jornada en el Cecopi y pidió a Pradas que aclarara algunas circunstancias de lo que se observaba. La entrevista supo extraer datos relevantes, como la inoperancia técnica con el sistema de alertas o la desatención de Mazón a llamadas concretas en momentos graves.

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Pero hay dos hechos menos explícitos que llaman la atención. Por un lado, el talante personal de Salomé Pradas, una mujer que deja entrever una docilidad, una incapacidad para indignarse, confrontar o increpar, incluso cuando tiene razones para ello. En la entrevista, provoca perplejidad ver cómo, al recordar hechos graves contra ella o cómo Mazón desatendió su deber, ni siquiera es capaz de expresar una indignación que es obvio que está sintiendo. Hay una imagen del Cecopi en la que ella misma reconoce que no quiere hablar con uno de los responsables de emergencias y aclara que es porque está enfadada y no quiere expresarlo. Ni siquiera exhibe su ira cuando recuerda cómo se enteró de que Mazón había pasado la tarde en El Ventorro. Cuando finalmente insinúa que se enfadó con el presidente, justifica que salió "su egoísmo". Ahora se reprocha no haberle ordenado que se presentara urgentemente al Cecopi cuando era necesario. Es una persona que, claramente, es incapaz de dar un golpe sobre la mesa o hacer valer su autoridad, que no se siente con el derecho de imponerse ni enfadarse. Es desesperante. Por otra parte, habla de cómo "le llevaron a los periodistas de À Punt al despacho" contra su voluntad y que estaba "la prensa amiga de presidencia". Una prueba irrefutable del control de los medios.

Pradas reveló los motivos que la habían llevado a aceptar la entrevista: la convicción de que las víctimas tienen que saber la verdad y que está cansada de que la señalen y hablen por ella. Esta segunda razón esconde una motivación muy importante, de la que el periodismo siempre ha salido beneficiado: el "Si yo caigo, tú también", un mecanismo que ha hecho que los cabezas de turco, en la caída, decidan arrastrar a sus verdugos.