Ficción

Iria del Río: "Amar, a veces, también es renunciar"

Actriz

BarcelonaDesde hace más de diez años, Iria del Río (Barcelona, ​​1987) es un rostro habitual del cine, el teatro y la televisión, medio en el que ha protagonizado series como Las del hockey. Este jueves, la actriz estrena Los años nuevos (Movistar Plus +), la nueva propuesta televisiva de Rodrigo Sorogoyen, un viaje a lo largo de una década en la historia de una pareja, Ana y Oscar (Francesco Carril), que se conocen una noche de Cabo de 'Año. Los años nuevos consta de 10 episodios –divididos en dos partes, la segunda se estrena el 12 de diciembre–, cada uno de ellos ambientado en un día de Fin de Año distinto, desde el 2015 al 2024.

La serie sigue diez años de vida de una pareja y se ven muchos cambios físicos de sus protagonistas. ¿En cuánto tiempo rodó?

— Fueron cinco meses y medio de rodaje, casi seis. Por cada episodio estábamos una media de diez días rodando. Entonces teníamos una mañana o una tarde para realizar el traspaso al siguiente año y hacíamos todo el ritual de cambio físico. Realmente, son cambios sutiles, aunque hacia el final son más visibles, porque de año en año no cambiamos tanto. Si miras el capítulo 1 y miras el capítulo 8 dices "uy, ha pasado el tiempo".

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Entiendo que entonces rodó en orden cronológico, que no es lo más habitual. ¿Era especialmente importante en este caso?

— Sí, mucho. Rodrigo [Sorogoyen, creador y director de la serie] tenía muy claro que no se podía rodar de otra manera. Y la producción, por suerte, pudo adaptarse a esta forma de rodar, que no siempre puede ser. Los personajes se van conociendo a medida que pasan los años y Fran [Carril, que interpreta a Óscar] ya mí también nos ha pasado un poco. Nos hemos ido conociendo a medida que hemos ido rodando y todo lo que ocurría en la vida real resonaba en la ficción. Yo veo escenas del primer capítulo y veo clarísimamente que es principio de rodaje y que ambos todavía estamos encontrando a los personajes.

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¿Es el personaje en el que más tiempo has vivido? Ana se ha quedado dentro de ti?

— Sí, yo creo que Ana tiene una gran correspondencia con mi momento vital. Estoy en esta década entre los 30 y los 40 y entiendo lo que es tener aún trabajos precarios. Hay algo de paralelismos, aunque hay muchas cosas que le ocurren a Ana que a mí no me pasan o que yo no vivo de su manera. Pero es un personaje que me quedaba muy cercano y eso hacía que la línea que separa la una de la otra fuera poco clara. Es un personaje que me ha acompañado en mi tránsito hacia la vida adulta. Ha sido un año que ha supuesto muchas cosas en el ámbito personal y que he vivido de forma paralela a la serie.

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¿Te ha ayudado a entender cosas de ti misma?

— 100%. Yo creo que todos los personajes que interpretamos nos ayudan a entender cosas. En este caso como tanto yo, como Fran, Rodrigo y el resto del equipo [las guionistas Sara Cano y Paula Fabra] hemos puesto sobre la mesa nuestras formas de relacionarnos afectivamente, ha sido una revisión constante.

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Esto también le ocurre al espectador, que mientras ve la serie inevitablemente piensa en sus relaciones.

— Lo que el espectador vive viendo la serie es lo que hemos vivido nosotros haciéndola. Vas diciendo "eso me pasó", "eso lo gestioné así"... La serie es un gran espejo.

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Es una serie muy anclada en el realismo.

— Sí, de hecho, hay momentos en los que no pasa nada demasiado grande, y creo que es uno de los aciertos. Intenta ser un retrato de la vida, a veces no nos suceden cosas tan grandes. A mí me ocurre que amigas de contextos absolutamente diferentes están conectando con los mismos momentos de la serie. En cada capítulo hay algún momento que conecta con cosas universales y va más allá de la relación de pareja de ambos.

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En la ficción se habla mucho de las renuncias dentro de la pareja. ¿Son inevitables?

— Yo creo que sí. Hace unos años estaba más en la visión de Ana, más individualista. Lo que lo importante es respetarse a uno mismo y lo que uno mismo desea. Pero cada vez pienso más de lo que se puede tener todo en la vida. Creo que los vínculos conllevan muchas veces revisiones y renuncias, y amar, a veces, también es renunciar. Ahora, también pienso que tampoco debemos perdernos en la entrega absoluta al otro, que hay una parte tuya que debes preservar y proteger. Encontrar un equilibrio entre escucharse a uno mismo y tener en cuenta al otro.

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Otro tema que se pone sobre la mesa es si las personas tenemos capacidad para cambiar

— Pienso que las personas evolucionamos. Las esencias de la gente quizá no cambien, pero sí creo que evolucionamos y cambiamos. Yo soy la misma en esencia, pero me doy cuenta de mis costuras y creo que voy depurando mi forma de relacionarme amorosamente.

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¿Y crees en las segundas oportunidades?

— No soy demasiado partidaria de las segundas oportunidades, personalmente. Pero nunca se sabe. En este caso, es una ficción y creo que como espectador agradeces no tener claro lo que pasa. No creo mucho en los finales felices, creo que [Ana y Óscar] harán lo que podrán.

En la serie hay varias escenas de sexo bastante explícitas. ¿Cómo las trabajó? ¿Tenía coordinador de intimidad?

— Estas escenas las trabajamos primero desde el análisis de guión para saber narrativamente lo que explicaban. Cada escena de sexo debía explicar el estado emocional de la pareja y hablamos mucho sobre lo que habían sido cargadas estas secuencias. Y cuando lo tuvimos claro fue el momento de ver cómo se traducía esto en movimientos. No tuvimos departamento de intimidad porque no lo necesitábamos, porque nos estábamos entendiendo y los límites estaban muy claros. Fran y yo nos sentimos mucho en casa, y tanto el equipo de fotografía y de dirección era eminentemente femenino y nos sentimos muy cómodos.

La serie ya ha podido verse en festival y también en los cines, donde se ha proyectado dos semanas. ¿Qué reacciones recibe por parte del público?

— En Venecia, vi a gente llorando con el final. Vi a una madre y una hija completamente emocionadas. Es una serie muy generacional, pero creo que nuestros padres también conectan con ella porque también se han vinculado amorosamente y afectivamente. La gente sale con mucha necesidad de hablar de sus relaciones, esto es lo que más me he encontrado.