Antonio Muñoz Molina, Mario Vargas Llosa, Miguel Delibes... Carolina Reymúndez cita muchos escritores que forman parte del club de amantes del caminar, pero cuando se le pregunta por un libro imprescindible para la gente que le gusta hacer paseos interminables dice, contundente, que elegirlo es imposible. Así que apunta tres: el primero es Wanderlust, una historia del caminar, de Rebecca Solnit (Captain Swing). “Es un libro fundamental y que para mí es una gran referencia que siempre me acompaña. De hecho, cuando lo descubrí me pensaba que ya estaba todo escrito sobre el hecho de andar y Solnit me demostró que no era así, y fue una revelación”. El libro es un relato apasionado de todas las posibilidades que tenemos cuando vamos a pie, y analiza desde la evolución anatómica del cuerpo humano hasta el diseño de las ciudades, pasando por las cintas de correr o los clubes excursionistas, haciendo un repaso también de los caminantes más significativos de la historia.
Su segunda recomendación es Tipos de agua, de Anne Carson (Vaso Roto), uno de los ensayos menos conocidos pero más emocionantes de esta poeta canadiense, en el cual narra su experiencia como peregrina en el camino de Santiago. El libro tiene formato de dietario, dividido en 40 capítulos muy breves en que con una prosa concisa, enjuta, la autora narra lo que ve a su paso y cómo esto conecta con sus emociones.
Y el último libro que recomienda Reymúndez es Del caminar sobre hielo, de Werner Herzog (Gallo Negro). La obra nos sitúa en invierno del 1974, cuando el cineasta decide empezar un viaje en solitario y a pie de Múnich a París, donde vivía Lotte Eisner, historiadora, crítica de cine y amiga de Herzog, que estaba gravemente enferma. El cineasta estaba convencido que si conseguía llegar a París a pie, atravesando media Europa congelada, ella se curaría. Una obra llena de reflexiones sobre el amor, la amistad, la soledad, las peregrinaciones y el proceso creativo.