Contradicciones y excesos del gran show climático de Glasgow
Una sala demasiado pequeña para tantos delegados y la caravana de Biden, entre los detalles más aparatosos de la cumbre
LondresColas de hasta 2.000 personas en las entradas de la cumbre; partes de Glasgow completamente blindadas ante la asistencia de más de 120 jefes de estado y la recepción real que Carlos de Gales y su mujer, Camilla de Cornualles, les ofrecen este anochecer en la Kelvingrove Art Gallery; presencia constante de activistas en el interior y en los alrededores de Green Scottish Campus, donde tiene lugar el encuentro oficial; Greta Thunberg en el Festival Park dando un discurso después de haberse encontrado con la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, que se ve reflejada en la joven y en su empujón de militante por una causa concreta desde los 16 años... El primer día de la cumbre de Glasgow se ha saldado con los desajustes habituales –quizás inevitables– de una especie de Juegos Olímpicos de la salvación del planeta que han empequeñecido la capital industrial de Escocia y su red de establecimientos hoteleros.
Pero no solo esto. Porque a pesar de que la cita se ha retrasado un año debido a una pandemia que ha obligado a alterar los comportamientos sociales, a pesar de que la invocación a la distancia de seguridad ha sido norma desde hace casi veinte meses, la sala principal de la COP26 no se ha adaptado a estos imperativos. Así, los arbitrarios dos metros, o el también arbitrario metro y medio de separación entre los delegados, han sido poco más que un ideal, como los 1,5 grados en donde se pone el límite para evitar el desastre. El hecho es que la sala de negociaciones más amplia de la cumbre de Glasgow solo puede acoger hasta 144 delegados, a pesar de que hay 193 países que participan. Algunos representantes, y se verá en las próximas horas, cuando se hayan ido las fanfarrias y los líderes y empiece el trabajo de verdad, podrían quedarse fuera. Patricia Espinosa, jefa de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, se ha quejado, según han recogido varias agencias, que el espacio “no era suficiente”.
Ante la evidencia, la organización británica ha intentado introducir un sistema de regulación del acceso para las reuniones técnicas, pero lo ha tenido que descartar después de la resistencia de un grupo de delegados, preocupados ante la posibilidad de quedarse fuera. Pero de momento la preocupación ha llegado a tal extremo que incluso a través de la aplicación de las Naciones Unidas para la Conferencia se ha advertido a todos los acreditados de que la asistencia estaba siendo muy alta y, en consecuencia, se pedía recurrir a la presencia virtual en vez de la presencial o, en todo caso, reducirla al mínimo tiempo posible.
A la falta de espacio en la sala grande de la COP26 se añade, también, para el anecdotario de la primera jornada, la contradicción de la huella de carbono que deja el gran espectáculo climático. La más grande de todas, sin duda, la presencia del presidente de los Estados Unidos. Un avión militar C17, el helicóptero Marine One y más de una veintena de vehículos forman parte. Biden ha aterrizado en el aeropuerto de Edimburgo poco después de las once de la mañana para desplazarse, por carretera, con la habitual caravana hacia Glasgow.
Algunos de los activistas presentes en Glasgow han hecho algunos cálculos matemáticos del coste en emisiones de la cumbre. Un jet privado mediano, no el Air Force One, emite dos toneladas de CO₂ por cada hora de vuelo... La huella que deja el ciudadano medio es de ocho toneladas al año. Unos 400 jets privados han llegado para la COP y han provocado no poca congestión del tránsito aéreo, cosa que ha obligado a algunos aviones a volar en círculos mientras no había pistas disponibles.
El exdiputado laborista Tom Harris quitaba hierro en un artículo aparecido en la edición online del Daily Telegraph: "Los objetivos globales para salvar el clima son más importantes que si este o aquel político llega en jet privado o en bot hinchable. Se trata de un tema global, y es la acción global, no las elecciones individuales, lo que está a la orden del día". Pero predicar con el ejemplo tampoco hace mal.