El francés que evitó la guillotina y fundó una multinacional

Quien tenga cierta edad y, por tanto, pasó por la escuela en aquellos tiempos en los que todavía se aprendían cosas, tendrá grabado el nombre de Lavoisier, un genio de las ciencias del siglo XVIII, capaz de enunciar una ley primordial como la de la conservación de la masa y de ser el primero en formular las reacciones de combustión y de oxidación, para poner un par de ejemplos. Con la Revolución Francesa, el genio parisino perdió la cabeza, pero por suerte su semilla ya estaba sembrada y germinó con mucha más intensidad de la que él habría soñado. Que tuviera un discípulo con ganas de aprender y abundantes recursos financieros llamado Éleuthère Irénée du Pont tiene una conexión directa con el hecho de que hoy una de las principales multinacionales del sector químico se llame DuPont Corporation y haya inventado materiales como el neopreno, el teflón y la licra.

La clave de todo ello radica en la huida de la Francia revolucionaria de Éleuthère du Pont hacia EEUU con las maletas llenas de los conocimientos de Lavoisier. La relación de la familia con los revolucionarios había sido muy estrecha, pero a raíz de la detención de su amigo Luis XVI todo se torció y tanto él como su padre, Pierre, quedaron en el punto de mira de los elementos incontrolados.

El primero de enero de 1800, el joven Du Pont pisaba por primera vez Rhode Island, una buena fecha para poner el contador vital a cero. Durante los años como estudiante en el College Royal de París se había especializado en la fabricación de pólvora, uno de los ámbitos de trabajo de su maestro Lavoisier.

El anecdotario histórico explica –sin que podamos averiguar si son hechos reales o leyenda urbana– que un día de caza con el coronel de artillería Louis de Tousard comprobaron la escasa calidad de la pólvora autóctona de EEUU y decidieron poner manos a la obra. Casualmente, Tousard –también huido de Francia– había encontrado trabajo en el ejército estadounidense para gestionar la relación con los proveedores de pólvora: estaba claro que tenían una oportunidad.

Tras analizar el mercado, Du Pont llegó a la conclusión de que lo que más fallaba era el proceso de refinamiento de las materias primas y se propuso solucionarlo. En un viaje relámpago a Francia levantó los 36.000 dólares necesarios para poner en marcha el proyecto, bautizado como EI du Pont de Nemours & Company y que empezó a andar en 1801 en Delaware. El éxito no tardó en llegar, como tampoco las ganas de mejora continua que le aplicaba el fundador. En 1811 se habían convertido ya en el primer fabricante de pólvora de EE. y curtido de pieles.

La cómoda posición económica de la que pronto disfrutó Du Pont le permitió implicarse en proyectos benéficos, enfocados a la mitigación de la pobreza, la ayuda a personas con discapacidad y el apoyo a la enseñanza gratuita . En paralelo a todo esto, ocupó cargos de responsabilidad en entidades bancarias locales de carácter industrial.

En 1828 marcó un punto de inflexión en su vida, porque la muerte de su mujer, Sophie Dalmas, le derribó en un estado de profunda tristeza del que ya no se recuperó . Seis años más tarde murió, víctima de un ataque al corazón, aunque según algunas fuentes el cólera podría haber estado relacionado. Tras la pérdida del líder, la empresa continuó muy implicada en el mundo de la investigación científica de la mano de sus descendientes, y prueba de ello son los innumerables descubrimientos que han puesto al alcance de la sociedad en forma de productos cotidianos, como los mencionados tejidos y fibras.

Como ya sabemos, en nuestros días DuPont es una de las mayores empresas del mundo, factura más de 13.000 millones de dólares y tiene un valor de mercado superior a los 30.000 millones. En el consejo de administración encontramos a ÉleuthèreThèreIrénée du Pont, de 54 años, descendiente directo de nuestro protagonista y que controla un 0,0055% de la compañía