Toni Bou: "La gente se piensa que no soy humano porque he ganado treinta Mundiales"
Barcelona"¿Viene con la moto?", pregunta todo el mundo cuando les hablas de Toni Bou (Piera, 1986). Un hombre encaramado sobre dos ruedas (o una), esta es la imagen mental que todos tenemos del piloto que este domingo ha sumado su trigésimo Mundial. Su carrera deportiva parece que no tiene límites. Él es consciente de que, a pesar de que todavía le quedan muchos títulos para ganar e hitos por conseguir, habrá un momento en el que tendrá que decir basta.
Tienes 35 años y acabas de levantar tu trigésimo Mundial. ¿Te lo podrías haber llegado a imaginar cuando empezaste?
— Es impresionante y a la vez real. Suena muy irreal pensar que he ganado 30 títulos y solo tengo 35 años. En realidad son 15 años consecutivos desde los 20 añitos. Es increíble también. Es un sueño hecho realidad.
¿Cómo se hace para no parar de ganar durante 15 años?
— Va todo sobre la marcha [ríe]. Si estuviera preparado o lo empezara a hacer ahora con toda la experiencia que tengo, quizás no me saldría. Es haber vivido el momento, y todo ha ido saliendo a la perfección. Me he rodeado de la gente de la que me tenía que rodear y he tenido todos los factores a favor. Incluso he tenido suerte con las lesiones, puesto que siempre han sido en momentos que tenía un mes para recuperarme. Hemos tenido suerte porque, si no, hacerlo quince años sería imposible.
¿El entorno de un deportista es clave para su carrera?
— Totalmente. La familia siempre me ha apoyado. Es lo que realmente necesita un deportista para tener la seguridad y regularidad necesarias. Yo, desde los veinte años hasta ahora he crecido mucho, pero en mi entorno siempre he tenido la tranquilidad que me ha hecho ser maduro cuando era joven para conseguir los títulos y tener la cabeza en su sitio.
¿Cómo ha cambiado aquel Toni de 20 años?
— ¡He cambiado poco! He madurado por la edad, como la gente normal. Toni sigue siendo el mismo con la misma pandilla de amigos. Me gusta mucho estar con los míos, divertirme, pasármelo bien. Esto no ha cambiado. He sido siempre así.
¿Lo único que ha cambiado es que ahora tienes 30 títulos mundiales en casa?
— Y mucha experiencia. Siempre he sido el mismo y no me ha cambiado nada, ni de cara a la gente ni conmigo mismo, el hecho de ganar o no ganar.
¿Cómo es que no se te acaba nunca el hambre de ganar después de tantos títulos?
— El único secreto es que me gusta mucho lo que hago, que lo disfruto. Si no, sería imposible. Si no lo hiciera para ganar, también lo haría. Si lo hiciera para ser segundo, tercero o cuarto, seguro que también lo haría. Y mi gran suerte es poderme dedicar a lo que más me gusta. Y he tenido la suerte de poder ser el mejor en este deporte. Cuando haces lo que más te gusta, evidentemente hay nervios y situaciones complicadas, pero siempre se acaba imponiendo lo que es más positivo.
En este camino hasta el trigésimo título, ¿te has planteado cambiar?
— Me pasa una cosa extraña. Me gusta mucho el motocross, me gusta el fútbol... Pero cuando los practico dos semanas seguidas porque las tengo libres, me acabo cansando. En cambio, de este deporte, no sé si es porque he llegado a tener un nivel muy alto, no me canso. Siempre tengo la motivación para mejorar y sentirme totalmente competitivo. El hecho de haber llegado a este nivel hace que no me canse.
Llevas muchos años en el equipo. Son tu segunda familia.
— Estar lejos de la familia es duro, pero tengo la suerte de que con el equipo también soy muy familiar. Es lo que busco siempre: encontrar a un grupo de gente con quien esté a gusto. Esta es la clave de los éxitos. El equipo tiene que ser una familia y tienes que confiar ciegamente en ellos. Siempre tienes ganas de estar con los tuyos, pero si es un trabajo irse, es difícil que seas siempre competitivo.
Este domingo, antes de subirte a la moto, sabías que podía caer el Mundial. ¿Se afronta de manera diferente el trigésimo título?
— Es muy diferente. Un piloto joven tiene que demostrar y conseguir hitos, pero yo he tenido la suerte de que he conseguido más de los que me podía imaginar. Siempre se puede conseguir más, no hay límites. Hay un día en el que se acabará y se tienen que poner los pies en la tierra, a sabiendas de lo que hemos conseguido y exigiéndote hasta cierto punto. Desde que vimos el calendario sabía que el título se decidiría en Barcelona. Casi no quería correr, sabía que corría mucho riesgo y tenía mucho que perder y muy poco que ganar defendiendo un título en solo dos carreras. Hemos trabajado muchísimo para conseguirlo. En Andorra hicimos una carrera casi perfecta y este domingo cometimos algún error más, a pesar de la veteranía. Arrancar la pista me costó. Me había preparado mucho, pero, aun así, hubo algunos errores y todavía quedan cosas por mejorar.
¿Cómo gestionas estos errores para salir adelante en medio de la cursa?
— He tenido la gran suerte de vivir muchos momentos como este y superarlos. Esto te hace mucho más fuerte, y recuerdas siempre estos momentos. Me gusta mucho analizar las carreras, las semanas complicadas. Es bueno recordar también aquellas semanas difíciles en las que la moto no va o tú no estás fino y no te salen las cosas, pero al final has conseguido hacer una gran carrera. Por suerte, no ha sido un par de veces. Pero, además, también hay que recordar cuando pasa al revés. Cuando tienes una semana increíble, con un feeling genial, y la carrera no sale tan bien como querías. El deporte es así. Te enseña que no puedes bajar nunca la guardia ni tirar la toalla.
¿Es igual de importante la parte física que la mental a la hora de competir?
— Físicamente tienes que estar muy bien, pero quizás no sería un 50%-50%, puesto que es necesario algo más de la parte mental. Si psicológicamente no estás bien, por mucho que físicamente estés al máximo, no funciona. Tienes que estar siempre con un punto extra a nivel mental. Pienso que es más fácil no estar perfecto físicamente, pero estar de cabeza a tope y poderlo sacar adelante. Si es al revés, no lo superarás.
Eres una especie de superhéroe invencible sobre la moto. ¿Te sientes así?
— La gente se piensa que no somos humanos y que era imposible que Toni Bou se quedara en la zona 1. Y mira, en la primera zona, donde no se quedó nadie, me quedé yo. Es una cosa que yo sabía que podía pasar y que corregí muy bien porque estaba muy trabajado.
¿A la gente le sorprende que tú falles?
— Sí, evidentemente. Es como cuando ves a un deportista que esperas que lo haga muy bien y no piensas que pueda fallar. Al final somos humanos, y yo también aunque tenga 30 títulos. Evidentemente hacemos errores, en cualquier cosa, por eso entrenamos tanto para corregirlos. Pero en el deporte siempre se puede ser mejor y siempre es fácil ganar.
¿Quién es Toni sin una moto?
— He conseguido muchos más Mundiales de los que me habría imaginado. Cuando llegue el momento por lesiones o por otros motivos, seguramente me gustaría seguir conectado con este mundo. Me gustaría ayudar a jóvenes pilotos y estar vinculado al equipo con el que he conseguido todos mis éxitos. Este es el camino que me gustaría seguir.
Ahora, ¿qué te queda?
— Disfrutar e intentar llegar a mis límites. Quiero llegar lo más lejos posible. Una de las cosas más bonitas que me quedaban por hacer era poder ganar un Mundial en Barcelona y ahora lo hemos conseguido.
Te proclamaste campeón en tu casa ante tu gente. ¿No había mejor manera?
— Tengo que decir que si lo hubiera podido escoger, no lo habría pedido. ¡Era mucha presión! Llegar a jugártela en Barcelona y poder ganar en el Sant Jordi, ante toda mi gente, un Mundial, y el número treinta... Todo ha cuadrado y ha sido increíble. Podría haber sido, después de 29 Mundiales, perder el 30º en Barcelona y uf... Me han pasado muchas cosas por la cabeza y siempre acabaré recordando el error que hice en la zona 1. Fui demasiado agresivo y es una cosa que me pasa cuando estoy muy nervioso.