Hay un montón de esculturas en rotondas, áreas de servicio... que no dicen nada (para ser benevolentes). Están colocadas para llenar un espacio vacío, o para satisfacer algún compromiso. No es el caso de la que se encuentra en el aparcamiento de coches situado junto al desfiladero de Collegats (justo antes del túnel, en el lado norte). Es una escultura de grandes dimensiones, con dos almadieros –el colista y el delantero–, hechos de hierro, sobre un tronco.
Hablé de este singular oficio hace unos días con motivo de la visita que hice al Museo de los Almadieros de Coll de Nargó, pero me quedaron tantas cosas para decir que no he podido estar de visitar el otro museo almadiero del país, el Espai Raier, en La Pobla de Segur. Es, sin duda, una pieza de nuestro rico patrimonio de agua dulce que es necesario conocer. Sí, ya sé que no bajan balsas para vender su madera, como antes, pero esta actividad no puede quedar olvidada. De hecho, ahora tiene reconocimiento mundial. Sí, los almadieros de España, de Polonia, de Austria, de la República Checa y de Alemania forman parte del Patrimonio Mundial Inmaterial.
Encontrar el Espai Raier en La Pobla es fácil. Está situado en un andén de la estación de tren de La Pobla de Segur, y en el exterior está el protagonista: una balsa tendida en el suelo.
La euforia raiera tiene números: la Asociación de los Almadieros del Noguera Pallaresa, que tiene el propósito de recuperar la memoria de este oficio, tiene unos 400 socios. Y la Diada del Raier, en La Pobla, que tiene lugar desde 1979 cada primer domingo de julio, en la que bajan varios rais, es muy concurrida (también bajan una vez al año, en Semana Santa, los de Coll de Nargó).
"Los almadieros que bajaban por el Noguera Pallaresa eran de La Pobla de Segur y de Pont de Claverol. El río era una autovía para ellos; los caminos terrestres eran terribles, especialmente aquí arriba; hay que tener en cuenta que el río llevaba más agua que ahora. Hacían balsas de tres tramos (conjunto de troncos colocados de manera paralela pero paralelo paralelo paralelo paralelamente) cinco)", me cuenta Laia Porta, miembro de la Asociación de los Almadieros del Noguera Pallaresa, y hacen de los almadieros, de aquí y de todas partes. Ha tenido ocasión de viajar para conocer balsas de otros lugares. Recuerda la experiencia de bajar con una balsa en Polonia, "con una casita, barra de bar... Incluso le hacen fuego". En Polonia, y en muchos otros lugares almadieros, los ríos son mucho más anchos, claro.
"Desde la Pobla hasta Lleida los almadieros acostumbraban a tardar 7 días, y hasta Tortosa, 12. Había una cláusula para el trayecto hasta Tortosa: si los almadieros no llegaban en un máximo de 15 días, no los pagaban", explica Laia.
"La de los almadieros era un trabajo estacional: tenía lugar en la época del deshielo. Cuando no había nieve en las montañas o empezaba a deshacerse, iniciaban la tala de madera. Y cuando el agua del deshielo llegaba a los ríos, se ponían a navegar. La temporada variaba según la climatología, pero solía ser de primavera a otoño", explica Laia mientras 'me' balsas. Las dos principales para llevarlos son el remo y la gancha (palo de madera largo, que podía llegar a tener tres metros, que tiene uno de los extremos de hierro, con una punta y un gancho). La gancha servía para desembarrancar, tanto los troncos cuando bajaban por el barranco, como la balsa, cuando ya descendía entero. "No hay almadiero sin gancha, como no hay pastor sin rebaño", dice Laia.
Otra pieza clave del almadiero es la morada, percha de una rama en forma de horca, que iba clavado en la balsa. En el piso, los almadieros colgaban un fardo con su pequeño equipaje, el fato (la comida), las alpargatas, los pantalones –calzoncillos, los llamaban– (así, no se mojaban y se los podían poner cuando paraban en algún pueblo para ir a dormir, oa bailar!)
En el museo se puede ver una morada con un fardo, y al lado, un traje de almadiero, con faja y barretina. Y calzoncillos, de algodón, y largos.
La actividad raiera se fue apagando a causa de la mejora de las carreteras, y la irrupción de los camiones. El golpe de gracia lo darían los de La Canadiense, la empresa responsable de levantar la presa de Sant Antoni. Esta empresa se había comprometido a construir una rampa para balsas. Pero esto le suponía un gran coste. Sus directivos reunieron a los empresarios carpinteros de los que dependía el negocio de las balsas. "En lugar de hacer la rampa os voy a dar una indemnización", les propusieron. Los empresarios carpinteros no se lo pensaron dos veces: optaron por aceptar el dinero e invertirlo en la compra de camiones. En la década de los años 1910, los rais dejan de circular desde La Pobla de Segur hacia el sur. De los valles de Àneu hasta la Pobla los rais bajaron hasta inicios de 1930.
Bajaban almadieros del Pirineo, pues, hace un siglo. ¡Hace tan sólo cuatro generaciones! El siglo XX ha sido el que más se ha avanzado por hacernos la vida más fácil. Pero seguimos enfadándonos, ¡y de qué manera!
¿Hacia Sossís o Puebla?
"¿Hacia Sossís o Puebla?" Era la manera de indicar si era necesario guiar la balsa hacia un lado u otro del río. Para avanzar con el rumbo adecuado río abajo y esquivar las rocas, si el delantero gritaba "¡Todo en Sossís!", quería decir que el colista tenía que encarar la balsa hacia la izquierda. Si gritaba "A Pobla!", quería decir que el de atrás tenía que remar para echar el culo de la balsa a la derecha.
Así evitaban decir "a la derecha" y "a la izquierda", que les hacía confundir. Muchas veces el colista estaba de espaldas al delantero, y eso hacía que la derecha de uno fuera la izquierda del otro. Como Sossís está a un lado del río y La Pobla en otro, no había confusión posible.