“Limpiamos los campos de muertos”

“Lamentablemente, el oficial ucraniano al que entrevisté con el deber de comunicar la muerte de los soldados se ha suicidado. Militares, no solo en el frente, están sufriendo síndrome de estrés postraumático en una guerra brutal y más incierta que nunca. Se ha ido una buena persona”. Esto lo escribe el reportero Raül Gallego en la red X. Hace referencia a uno de los protagonistas que sale en su último corto documental de la serie Punt de no retorn, que se puede ver en el 3Cat. El sacrifici del front d'Ucraïna, recién estrenado, nos muestra cómo es la primera línea de una guerra que ha quedado en segundo plano. La agonía de Gaza en la guerra de Israel contra Hamás ha acaparado la atención de los medios. Pero Raül Gallego nos recuerda que en Ucrania la realidad sigue siendo muy cruda. El documental arranca entrevistando a un comandante de la Unidad Platzdarm. "Limpiamos los campos de muertos". Así de concreto es a la hora de definir su misión. Se expresa desde la más absoluta desesperanza. Y vamos viendo cómo recogen los cadáveres, ucranianos y rusos, que se van encontrando por los campos de batalla. El documental nos enseña cómo recuperar también las pertenencias de los soldados, en un plan sorprendente. Fotografías de familia, documentos personales... la vida de una persona que ya no está.

Con toda la intencionalidad, pasamos de la muerte al otro extremo, la puerta de entrada de la guerra: los entrenamientos de los jóvenes voluntarios recién incorporados. Es una manera sibilina de decirnos dónde estarán estos chicos y chicas dentro de un tiempo. Y, finalmente, conocemos a Dmytro, el oficial que notifica las defunciones. Nunca le vemos el rostro, pero la cámara lo acompaña mostrándonos su trabajo. Llama al interfono de las casas de los familiares, comunica su cargo y da las malas noticias a los padres de los soldados muertos: “Te escuchan y después, cuando te vas y la puerta se cierra y te vas alejando, oyes los gritos de dolor –explica–. ¿Que cómo me siento? No te lo sabría decir, cómo me siento”, responde a la pregunta de Gallego. Una respuesta que adquiere una dimensión mucho más potente y significativa cuando ahora sabemos que se ha quitado la vida.

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Dmytro no solo tenía la responsabilidad de informar sobre las muertes sino también la de facilitar los entierros. Lo que explica sobre su capacidad de soportar el trabajo es ahora aún más conmovedor. Cuando tiene que hablar de sí mismo es más contenido que cuando tiene que hablar del sufrimiento de los demás.

Una de las secuencias más emocionantes que vemos es cómo la gente de la calle se arrodilla y llora cuando pasa por delante un coche fúnebre de un soldado con la comitiva. Un duelo social compartido en el que no solo se llora por ese muerto sino por la guerra y todos los soldados. A pesar de la sobredosis de atrocidades que vemos en televisión estos meses, recuperad este documental.Porque más que hablar del conflicto, habla de humanidad.