Vicenç Villatoro

El linchamiento mediático de Rufián es 'racialista'

En el rico debate político francés se ha puesto en circulación el término racialismo. Contra el sentimiento actual de que no tiene sentido ni es decente hablar de razas en el debate político, hay quien cree que los apellidos, los orígenes, la raza, son y deben ser datos políticos relevantes. Los racialistas, a la extrema derecha y la extrema izquierda del espectro político francés, practican una especie de determinismo racial y cultural que vendría a decir que no votamos y pensamos con la cabeza sino con la sangre. Que somos prisioneros en los comportamientos políticos e ideológicos de nuestra pertenencia previa, inevitable y eterna a un grupo étnico. Si Rufián es charnego no puede ser independentista, y, si lo es, debe de ser por algún síndrome de Estocolmo. Esta sería la lectura racialista. Leer la política a partir de los apellidos. Proclamar, como hacen algunos en Francia, que las razas existen y que hay razas culpables, con una especie de culpa histórica. Personalmente, el racialismo me parece un fenómeno enormemente inquietante, que hay que combatir. Porque niega al individuo: nos reduce a una etiqueta que no te puedes quitar nunca de encima, como si sólo fueras eso. Y porque, en definitiva, entre el racialisme y el racismo hay pocas letras de diferencia.